En la apacible vereda de Villa del Río, el murmullo del río y la tranquilidad del entorno se veían empañados por un desafío constante: la escasa señal y el prácticamente inexistente acceso a internet. Este inconveniente había tejido su presencia en la vida cotidiana de los residentes, convirtiéndose en una rutina marcada por malabares para lograr una conexión suficiente que permitiera el acceso a redes sociales, chatear, trabajar o simplemente disfrutar de videos en YouTube.
Nayibe del Socorro Castaño, una vendedora de chance y habitante de la vereda, representaba a muchos de los afectados por este dilema. Semana tras semana, se enfrentaba al desafío de enviar los números jugados por WhatsApp y registrarlos en la lotería. Sin embargo, esta tarea se volvía titánica, ya que debía recorrer toda la zona en busca de la señal necesaria.
Otras veces debía sumarle al gasto en recargas, el pago de trasporte hacia el municipio de San Juan de Cesar, La Guajira, para poder entregar estos números y que no se perdieran. En total llegaba a invertir unos 15 mil pesos diarios, lo que reducía las ganancias de su trabajo.
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