La aceleración hacia un transporte sostenible es un imperativo crucial en la lucha contra el cambio climático. Para abordar este desafío, se propone un marco robusto conocido como Evitar-Cambiar-Mejorar (ECM), que se enfoca en tres pasos clave. Primero, se insta a evitar viajes motorizados innecesarios y a implementar programas de cambio de comportamiento. Segundo, se busca promover la transición hacia modos de transporte menos intensivos en carbono. Y tercero, se busca mejorar la eficiencia energética y de carbono de los vehículos existentes. Estas medidas, especialmente las relacionadas con la evitación y el cambio de viajes, son altamente efectivas y de bajo costo a largo plazo. La aplicación de este marco no solo contribuirá a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también promoverá un aire más limpio, una reducción del ruido, un acceso equitativo a los servicios de transporte, una mayor calidad de vida y ciudades más habitables. Sin embargo, la transición hacia un transporte sostenible enfrenta varios desafíos significativos. En primer lugar, el crecimiento económico y demográfico en todo el mundo está aumentando la demanda de transporte, lo que podría resultar en un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Para contrarrestar este efecto, los responsables políticos deben implementar políticas y tecnologías que fomenten la adopción de modos de transporte más sostenibles. En segundo lugar, el crecimiento económico en países en desarrollo está generando una mayor demanda de transporte, similar a lo que ocurrió históricamente en naciones desarrolladas. Aunque los países de ingresos altos han logrado desvincular el crecimiento económico del crecimiento del transporte mediante políticas, será esencial aplicar estrategias similares en los países en desarrollo para evitar futuros aumentos en las emisiones. Además, la transición hacia tecnologías bajas en carbono enfrenta altos costos iniciales, particularmente en países en desarrollo. Para superar este desafío, se requiere facilitar el acceso a recursos financieros, fondos de inversión verde y asociaciones internacionales. Otro desafío importante radica en la interconexión entre la descarbonización del transporte y el sector energético, debido a que muchas soluciones, como la electrificación, dependen de energía baja en carbono. Finalmente, el desarrollo de combustibles alternativos sostenibles y la expansión de la infraestructura de distribución requerirán inversiones sustanciales a largo plazo. A pesar de estos desafíos, hay razones para ser optimistas. Los avances tecnológicos están mejorando la viabilidad económica de las tecnologías bajas en carbono, lo que reduce los costos de los vehículos eléctricos, los combustibles renovables y los sistemas de propulsión alternativos. Se espera que la mayoría de estas tecnologías sean competitivas a nivel mundial para el año 2030. Además, las políticas favorables pueden impulsar la adopción de tecnologías limpias cada vez más asequibles y reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero. La colaboración entre la investigación, la industria y las nuevas empresas también puede fomentar la innovación en este campo. Siendo así, la transición hacia un transporte sostenible es un desafío complejo, pero crucial, que requiere una acción concertada a nivel mundial. Implementar medidas para evitar, cambiar y mejorar el transporte puede ayudar a abordar los desafíos climáticos, promover un desarrollo más equitativo y sostenible y crear un futuro más saludable y próspero para las generaciones futuras.
Los planes y estrategias gubernamentales para descarbonizar el sector del transporte son fundamentales en la lucha contra el cambio climático. Países como el Reino Unido, Emiratos Árabes Unidos y Alemania han delineado planes ambiciosos para transicionar hacia vehículos y combustibles de cero emisiones, promover modos de transporte alternativos como el ciclismo y el transporte público, e implementar políticas para fomentar cambios de comportamiento. Estos planes se sustentan en un marco de tres pasos: Evitar, Cambiar y Mejorar (ECM). Evitar implica reducir la demanda de transporte motorizado mediante políticas y cambios en las actitudes hacia la propiedad de automóviles. Se ha demostrado que el trabajo remoto puede reducir significativamente las emisiones. Cambiar implica el desplazamiento hacia modos de transporte menos intensivos en carbono, como el transporte público, el uso compartido de viajes, el uso compartido de bicicletas y caminar. La inversión en transporte sostenible y la mejora de la integración multimodal pueden facilitar estos cambios. Mejorar se centra en aumentar la eficiencia de los vehículos y promover tecnologías de vehículos de bajo carbono a través de estándares de economía de combustible, investigación en materiales ligeros y energía renovable en el transporte. Apoyar la producción y adopción de vehículos eléctricos también es crucial en este paso.La descarbonización del sector del transporte a través del marco ECM es un desafío complejo pero necesario. Se destaca que los vehículos eléctricos tienen un 70% menos de emisiones de gases de efecto invernadero en todo su ciclo de vida que los vehículos con motor de combustión interna en la mezcla de la red actual de Europa, con un potencial adicional de reducción del 40% si la red se alimenta completamente con energías renovables. Cada medida del ECM varía en su potencial de reducción de gases de efecto invernadero, costo e impacto socioeconómico. Las medidas de Evitar y Cambiar, como el transporte público y la electrificación, podrían reducir hasta el 60% de las emisiones y, a menudo, tienen costos más bajos, pero los planes climáticos nacionales se centran más en las medidas de Mejorar. La implementación exitosa requiere modelos integrados que vinculen el transporte y la energía, estrategias de transición justa y gobernanza multinivel. Ejemplos de regulaciones e iniciativas que respaldan el marco ECM incluyen leyes de teletrabajo, promoción del transporte activo, expansión del uso compartido de bicicletas, aumento de la participación modal del transporte ferroviario de carga y desarrollo de grandes redes ferroviarias en la región del Golfo y Alemania.
Adicionalmente, se mencionan diversas iniciativas y políticas de transporte destinadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en países como Alemania, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Estados Unidos y la Unión Europea. Por ejemplo, Alemania introdujo un boleto mensual de tren de tarifa plana universal de 49 euros, que ha atraído a 11 millones de suscriptores, lo que representa el 13% de la población, con un 8% que informa un cambio del uso exclusivo del automóvil. La planificación de Etihad Rail y la expansión de la red ferroviaria de Arabia Saudita se espera que reduzcan significativamente las emisiones al retirar vehículos de las carreteras y permitir un transporte de mercancías más eficiente. Las normas de emisiones de vehículos de la EPA y la regulación ReFuelEU de la UE que obliga al uso de combustibles de aviación sostenibles se destacan como políticas que apuntan en la dirección correcta. También se menciona el plan de transporte público de cero emisiones de Dubái para 2050 y la prueba de vuelo sostenible de Etihad Airways como ejemplos de Oriente Medio que apuntan a descarbonizar el sector del transporte a largo plazo. Se destacan las inversiones en vehículos eléctricos en Arabia Saudita. Estas iniciativas demuestran un compromiso global con la descarbonización del transporte y ofrecen ejemplos concretos de políticas efectivas que pueden guiar futuros esfuerzos en este campo.
La descarbonización del sector del transporte es un objetivo crucial en la lucha contra el cambio climático, y para lograrlo se requiere una combinación de herramientas y estrategias efectivas. En primer lugar, es fundamental contar con herramientas analíticas y modelos que permitan realizar evaluaciones precisas e informar la toma de decisiones basada en evidencia. El uso de análisis avanzados de datos y inteligencia artificial puede agilizar la recopilación e interpretación de datos, lo que facilita la reducción efectiva de las emisiones de carbono. Asimismo, es esencial acoplar los sectores de transporte y energía, electrificando el transporte y descarbonizando la generación de energía. Esto implica inversiones en infraestructura como la instalación de puntos de carga para vehículos eléctricos y la exploración de tecnologías como el vehículo a red. El acoplamiento de sectores puede mejorar la utilización de energías renovables, la flexibilidad de la demanda y la resiliencia de la red eléctrica. Sin embargo, para lograr una transición justa y equitativa hacia un transporte más limpio, se necesitan estrategias específicas a nivel global y local. Los países y grupos de bajos ingresos enfrentan desafíos particulares al alejarse de los combustibles fósiles, por lo que es crucial abordar la brecha de transporte verde mediante la provisión de fondos y esquemas de financiamiento para vehículos limpios en países en desarrollo. La implementación de políticas progresistas de precios en el transporte público, financiamiento accesible para vehículos limpios y subsidios para el acceso al transporte de bajo carbono pueden promover la equidad a nivel local. En cuanto a las políticas y estrategias para la descarbonización del sector del transporte, es fundamental aprovechar el potencial económico, ambiental y social de esta transición. Por ejemplo, políticas de fijación de precios en el transporte público pueden incentivar su uso, como se ha visto en Alemania, donde una política de precios llevó a un gran aumento en el uso del transporte público. Además, se requiere una gobernanza multinivel y coordinación entre diferentes niveles de gobierno para gestionar eficazmente el transporte. En conclusión, las autoridades de transporte deben capitalizar el caso empresarial de la descarbonización, garantizar una transición justa, utilizar herramientas avanzadas y adoptar un enfoque integral de gobierno para poner al sector del transporte en un camino sostenible y de bajo carbono. Esta transformación hacia un transporte más limpio no solo beneficia al medio ambiente, sino que también puede generar empleo, fomentar la innovación y mejorar la calidad de vida de las personas.
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