Hoy en día, 675 millones de personas en el mundo en desarrollo viven sin acceso a electricidad, mientras que más de mil millones más a nivel global tienen acceso poco confiable a la red eléctrica. La mayoría de quienes viven en la pobreza energética residen en áreas más propensas a peligros climáticos. Uno de los países donde el doble problema de la pobreza energética y la vulnerabilidad climática está presentemente devastador es Mozambique. Los ciclones, inundaciones y sequías se han vuelto casi fenómenos anuales, y sus impactos se están intensificando. Según la ON, Mozambique ocupó el primer lugar en la lista de países más vulnerables al cambio climático en 2021. Al mismo tiempo, la tasa de electrificación nacional en el país es solo del 31% y casi tres cuartos de la población viven en o por debajo de la línea de pobreza de $2.15 al día. De los cientos de millones de personas que carecen de acceso a energía a nivel mundial, 22 millones viven en Mozambique. La agricultura sigue siendo la principal actividad económica en el país. Los pequeños agricultores representan la gran mayoría de la producción de este sector, con unos 3.2 millones de agricultores que representan el 95% de la producción agrícola del país, y el tamaño promedio de la granja es solo de 1.2 hectáreas. Dado que casi toda la agricultura del país depende de la lluvia y es de baja tecnología, es vulnerable a los peligros relacionados con el clima y el tiempo. El país ha experimentado 13 eventos de sequía en los últimos 35 años. Proteger y apoyar a las pequeñas explotaciones agrícolas del país ante un clima cambiante, desde inundaciones en un extremo hasta sequías en el otro, es crucial para ayudar a amortiguar al país de los peores impactos del cambio climático y reducir la pobreza. En medio de las amenazas climáticas agudas, la mayoría de la población carece de acceso a servicios de electricidad que puedan ayudarles a mitigar y adaptarse a eventos climáticos extremos. Mozambique tiene el sexto mayor déficit de acceso a energía de cualquier país del mundo. Las diferencias entre la electrificación rural y urbana son evidentes. Casi dos tercios de la población viven en áreas rurales, donde las tasas de electrificación son solo del 3.8%. Aquellos más directamente afectados por los peligros climáticos se encuentran entre estas poblaciones rurales. La falta de energía moderna tiene impactos significativos en la seguridad alimentaria, la seguridad hídrica, el saneamiento y la atención médica, todos ellos insumos críticos para la resiliencia y el bienestar. La oferta limitada de electricidad también restringe la provisión de atención médica adecuada, reduciendo la capacidad para almacenar vacunas y medicamentos, alimentar equipos médicos e iluminar procedimientos médicos. Las tecnologías fuera de la red son una solución moderna, que proporciona acceso descentralizado a la electricidad más resistente a los riesgos climáticos. Por ejemplo, la falta de dependencia de cables e infraestructura a larga distancia hace que las tecnologías fuera de la red sean más resistentes a las inundaciones, fuertes vientos y ciclones que anteriormente causaron apagones en la red eléctrica en todo el país. Sin una cadena de suministro de combustible, cuando se vuelve imposible transportar combustible a una región afectada por un desastre, los sistemas fuera de la red aún pueden alimentar servicios esenciales.
Mientras que el tamaño de algunos productos, como los kits de energía solar y los sistemas de riego, los hace portátiles si eventos climáticos extremos llevan a un desplazamiento forzado. También son una alternativa inteligente desde el punto de vista climático, lo que permite a los países construir nueva infraestructura de energía limpia, al tiempo que reducen la dependencia de activos volátiles y ricos en carbono. Las formas en que las tecnologías y servicios solares fuera de la red ayudan a las comunidades a responder a los impactos climáticos y beneficiarse de las oportunidades de energía limpia son variadas, incluido el uso de la irrigación solar y el almacenamiento en frío para mejorar la seguridad alimentaria y hídrica, una mejor planificación y respuesta a desastres a través de comunicaciones alimentadas por energía solar y la creación de empleos de energía limpia y crecimiento verde. Los cimientos para el despliegue rápido de tecnologías solares fuera de la red en Mozambique han sido establecidos por una serie de políticas y programas de apoyo a lo largo de la última década, que han llevado a una industria fuera de la red sólida. En 2015, el Gobierno de Mozambique adoptó la Estrategia Nacional de Desarrollo para 2015-2035, que sirve como el marco integral que dirige todas las políticas de desarrollo y decisiones relacionadas con problemas energéticos. En noviembre de 2018, el presidente Nyalusi presentó el Projecto Energia Para Todos (ProEnergia), una destacada iniciativa de electrificación. Este programa subraya la importancia de las soluciones fuera de la red para lograr el acceso universal a la electricidad para 2030. En consecuencia, la Estrategia Nacional de Electrificación prevé que el 19% de la población será atendida por energía fuera de la red en 2030. En septiembre de 2021, el gobierno otorgó la aprobación para una nueva política destinada a supervisar la entrega de electricidad a través de soluciones fuera de la red. Los sistemas solares para el hogar (SHS, por sus siglas en inglés) ofrecen más que solo iluminación; también pueden cargar teléfonos móviles, una herramienta de comunicación crucial durante desastres. Una fuente de energía confiable y canales de comunicación abiertos facilitan una mejor coordinación de los esfuerzos de socorro por parte de ONGs y agencias de ayuda, al tiempo que proporcionan información meteorológica y de salud actualizada. Para las familias, también brindan una conectividad crítica, ayudándoles a encontrar y mantenerse en contacto con sus seres queridos. Su portabilidad es vital. Las familias pueden llevar una linterna solar o un SHS con ellas si se ven obligadas a huir de sus hogares y usarlos mientras reconstruyen sus vidas. La importancia de las luces solares y los SHS se vio después de la devastación del Ciclón Idai en 2019.
El informe destaca la importancia crucial de la energía solar fuera de la red eléctrica y el acceso a la energía en la mitigación de los impactos negativos de los desastres climáticos en el país. Mozambique, ubicado en la costa sureste de África, enfrenta desafíos significativos debido a su vulnerabilidad a eventos climáticos extremos, como ciclones tropicales e inundaciones, que han aumentado en frecuencia e intensidad debido al cambio climático. Estos eventos devastadores no solo causan pérdidas humanas y materiales, sino que también interrumpen gravemente las infraestructuras, incluidas las redes eléctricas convencionales, lo que agrava aún más la situación de emergencia. En este contexto, el informe destaca cómo la energía solar fuera de la red eléctrica emerge como una solución innovadora y sostenible para garantizar el acceso a la energía incluso durante los desastres climáticos. Al depender menos de las infraestructuras centralizadas y más de fuentes de energía renovable distribuidas, como paneles solares, las comunidades pueden mantener el suministro de energía incluso cuando las redes convencionales están fuera de servicio. Esta capacidad de adaptación es crucial para la resiliencia de las comunidades en momentos de crisis, ya que la energía es fundamental para actividades como la comunicación, el almacenamiento de alimentos, la atención médica y la reconstrucción de infraestructuras básicas. Además, el informe subraya la importancia de garantizar un acceso equitativo y sostenible a la energía solar fuera de la red eléctrica en Mozambique. A menudo, las comunidades más afectadas por los desastres climáticos son aquellas que carecen de acceso a servicios básicos, incluida la electricidad. Por lo tanto, es fundamental implementar políticas y programas que promuevan la inclusión energética y reduzcan la brecha de acceso, especialmente en áreas rurales y remotas donde los impactos de los desastres climáticos pueden ser más severos. Esto podría implicar iniciativas como subsidios para sistemas solares domésticos, microfinanzas para proyectos energéticos comunitarios y el fortalecimiento de la capacidad local para la instalación y mantenimiento de tecnologías solares. En conclusión, el informe destaca cómo la energía solar fuera de la red eléctrica y el acceso equitativo a la energía desempeñan un papel fundamental en la adaptación y resiliencia de Mozambique frente a los desastres climáticos. Al aprovechar las energías renovables y descentralizadas, el país puede fortalecer sus capacidades para hacer frente a los impactos cada vez más frecuentes e intensos del cambio climático, protegiendo a las comunidades vulnerables y promoviendo un desarrollo sostenible a largo plazo. Sin embargo, para lograr resultados significativos, se necesita un compromiso continuo de los gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad civil para garantizar que la energía solar sea accesible y asequible para todos, especialmente en momentos de crisis climática.
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