El margen para alcanzar los 1,5 °C se está estrechando rápidamente, e incluso «muy por debajo de los 2 °C» corre un alto riesgo. La senda de los 1,5 °C exige ahora una reducción anual de las emisiones del 7%, lo que supone un cambio brusco de trayectoria respecto al aumento anual del 1,5% registrado en los últimos años. Nunca ha habido un momento más urgente para actuar y evitar lo peor del cambio climático: los fenómenos meteorológicos récord del año pasado palidecen en comparación con lo que se espera si no se toman medidas. En este contexto, no se puede permitir confiar en iniciativas incrementales. Con demasiada frecuencia, los líderes empresariales se ven inmersos en costos y tipos de interés elevados, una falta real y percibida de voluntad de pago o financiación, un apoyo gubernamental insuficiente y lagunas de conocimientos y datos. Para superar estos obstáculos, es fundamental que los gobiernos sean suficientemente ambiciosos y adopten políticas como la tarificación y los incentivos del carbono, a fin de crear los vientos de cola económicos y los argumentos empresariales necesarios para la descarbonización. Pero las empresas no deben esperar a que los responsables políticos lideren el cambio sistémico: pueden y deben tomar más medidas. En este informe, se describen formas prácticas en que las empresas pueden operar dentro de sus ecosistemas de negocio para lograr un fuerte impacto climático, conteniendo los riesgos y superando las barreras a la acción. Invitamos e instamos a todos los líderes a que exploren y lleven a cabo estas acciones sistémicas, sobre todo para reforzar y aumentar la resiliencia de sus empresas y ecosistemas para la próxima década. El primer balance mundial de las Naciones Unidas y la primera parte de este informe han puesto de manifiesto la existencia de una gran brecha en la acción por el clima que no estamos en vías de cerrar, a pesar de los importantes compromisos adquiridos en varios temas en la COP28, por ejemplo, triplicar la capacidad de las energías renovables y duplicar la eficiencia energética. Para ello es necesaria la acción público-privada y transformaciones en todo el sistema. Las empresas pueden desempeñar un papel de liderazgo en el impulso de este cambio sistémico adoptando un enfoque multilateral y yendo más allá de sus iniciativas internas. El panorama es sombrío, pero hay acciones y soluciones que pueden cambiar la trayectoria si priorizamos mejor y actuamos con más audacia. Este informe destaca algunas de las medidas de gran repercusión que las empresas pueden adoptar hoy para desencadenar efectos dominó a lo largo de sus cadenas de suministro, alterar sus mercados y construir vías y soluciones a gran escala con sus homólogos y los gobiernos. Esta mentalidad sistémica también es fundamental para evitar repetir los errores del pasado -que pueden dar lugar a una situación de ganadores y perdedores- y, en su lugar, garantizar una transición justa en la que todos los países y sectores puedan construir juntos las industrias y los empleos del mañana. Tras la COP28, el mayor reto de la humanidad dista mucho de estar resuelto. Desde el Acuerdo de París se han logrado avances notables.
La COP28 concluyó con un reconocimiento sin precedentes de la necesidad de abandonar los combustibles fósiles y con nuevos compromisos para triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética de aquí a 2030, así como para recaudar más fondos para la mitigación de los daños y perjuicios en el Sur Global, entre otros. Las políticas climáticas y la financiación también se están ampliando, mientras que la energía eólica, la energía solar fotovoltaica y los vehículos eléctricos (VE) siguen superando las previsiones de capacidad.3,4 Pero se necesita una ejecución e implementación mucho más rápidas para alcanzar estos objetivos, y deben seguir más compromisos. Tal y como están las cosas, el objetivo de 1,5 °C puede quedar pronto fuera de nuestro alcance, y la adaptación no será suficiente. Se necesitan medidas drásticas e inmediatas contra cada décima de grado de calentamiento. El mundo tendrá que aceptar que los cambios irreversibles en el clima provocados por la inacción del pasado requerirán billones de dólares en esfuerzos de adaptación. Sin embargo, la humanidad no puede adaptarse para salir de la crisis climática: con cada décima de grado de calentamiento, el costo de la inacción no sólo aumentará, sino que superará con creces los costos. Es necesario intensificar drásticamente los esfuerzos de reducción de emisiones para mantener el calentamiento al menos cerca de un espacio operativo seguro para los seres humanos y la naturaleza. La COP28 mostró nuevos pasos impactantes, como el reconocimiento de la necesidad de abandonar los combustibles fósiles, y los compromisos de triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética para 2030, y de recaudar más fondos para pérdidas y daños y mitigación en el Sur Global, entre otros. Pero se necesitan medidas adicionales significativas para convertir estos objetivos en realidad, y compromisos más ambiciosos para alcanzar los objetivos de París, por ejemplo, sobre la sustitución y la reducción del uso de combustibles fósiles a escala. Hace falta mucho más para que los compromisos vayan acompañados de medidas suficientes. Los responsables políticos afirman que su objetivo es «cero emisiones netas para 2050», en consonancia con el Acuerdo de París, pero las implicaciones no se entienden de forma generalizada. Por ejemplo, alcanzar las emisiones netas cero para 2050 exigiría poner fin a la instalación de nuevos activos industriales de combustión ininterrumpida de petróleo, gas y carbón en torno a 2030, bajo el supuesto de una vida media de 20 años.
El informe aborda de manera integral la necesidad urgente de tomar medidas significativas para abordar la brecha en la acción climática. En un contexto global donde los impactos del cambio climático son cada vez más evidentes, el informe destaca la importancia de implementar cambios sistémicos tanto a nivel gubernamental como corporativo para abordar de manera efectiva el problema. El informe destaca la necesidad de que los gobiernos asuman un papel proactivo en la implementación de políticas climáticas ambiciosas. Se hace hincapié en la importancia de establecer metas y compromisos claros para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, así como en la implementación de regulaciones más estrictas para garantizar el cumplimiento de estas metas. Además, se aboga por la promoción de tecnologías limpias y sostenibles, así como por la inversión en investigación y desarrollo para impulsar la transición hacia una economía baja en carbono. En paralelo, el informe subraya el papel crucial de las corporaciones en la lucha contra el cambio climático. Se hace un llamado a las empresas para que adopten prácticas sostenibles y responsables, integrando consideraciones ambientales en sus estrategias comerciales. Además, se insta a las corporaciones a establecer objetivos de reducción de emisiones y a ser transparentes en la divulgación de sus huellas de carbono. El informe sugiere que las empresas también deben fomentar la innovación y la adopción de prácticas empresariales sostenibles en sus cadenas de suministro. En conjunto, el informe destaca la necesidad de una colaboración estrecha entre gobiernos y corporaciones para cerrar la brecha en la acción climática. Se argumenta que solo mediante cambios sistémicos, que abarquen desde las políticas gubernamentales hasta las prácticas empresariales, se puede lograr un impacto significativo en la mitigación del cambio climático y la construcción de un futuro más sostenible. Este llamado a la acción busca movilizar a los diferentes actores para adoptar medidas audaces y transformadoras que aborden de manera integral el desafío del cambio climático.
Para leer más ingrese a: