Building Trust through an Equitable and Inclusive Energy Transition  

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La equidad, la justicia y la inclusión son pilares fundamentales del panorama mundial que representan una preocupación primordial para las partes interesadas de todo el mundo, incluidos gobiernos, empresas, comunidades y ciudadanos. Estas dimensiones trascienden las fronteras geográficas, desempeñan un papel fundamental en el contexto sistémico económico y social más amplio en el que opera el sistema energético y tienen consecuencias de gran alcance en diversos sistemas. La energía impulsa las sociedades y las economías, y el buen funcionamiento del sistema energético es vital para los individuos, las empresas y las naciones, todos los cuales dependen de un acceso ininterrumpido y asequible a la energía. A medida que el mundo se enfrenta a crisis interconectadas, turbulencias en los mercados energéticos y cambios en las prioridades geopolíticas, se hace cada vez más evidente la intrincada interacción entre los precios de la energía, la estabilidad macroeconómica y social y el papel de las personas en la transición energética. La equidad, la justicia y la inclusión surgen como componentes críticos para acelerar una transición energética eficaz, ya sea a nivel individual, local, nacional o mundial. El Foro Económico Mundial utiliza el marco del triángulo energético, destacando tres dimensiones fundamentales de un sistema energético equilibrado: sostenibilidad, seguridad y equidad. Aunque la seguridad energética y las cuestiones medioambientales son importantes, este informe se centra en los aspectos cruciales, aunque a menudo pasados por alto, de la equidad, la justicia y la inclusión energéticas. A pesar de la creciente concienciación, estas dimensiones se enfrentan a una presión cada vez mayor, especialmente en un periodo turbulento en el que la seguridad y la sostenibilidad energéticas se priorizan y se comprenden mejor. No obstante, pasar por alto la equidad, la justicia y la inclusividad supone un riesgo significativo para la transición energética, que el mundo no puede permitirse, dado el papel clave de la energía para permitir el desarrollo económico y social global. Este informe pretende subrayar la importancia de una transición energética justa, equitativa e inclusiva, al tiempo que destaca los posibles efectos adversos de no tener en cuenta estos aspectos. Subraya la necesidad de abordar los problemas de asequibilidad y acceso, identifica los signos emergentes de desigualdad y explora los retos subyacentes a la realización de dicha transición. El informe también explora las interacciones entre las partes interesadas, las divergencias y las cuestiones críticas que exigen la atención de los responsables de la toma de decisiones. Además, propone medidas prácticas para avanzar en una transición energética ordenada, centrada en las personas y socialmente responsable que salve las diferencias y genere confianza. Abordar estas cuestiones exige una colaboración sin precedentes, tanto entre los países como dentro de ellos. Aunque los gobiernos son los principales responsables de conducir a sus países hacia una transición energética justa, equitativa e integradora, las empresas también desempeñan un papel crucial y pueden beneficiarse de la adopción de medidas. Resolver estas cuestiones de forma aislada por parte de una sola empresa, sector industrial o grupo de partes interesadas es insuficiente. El llamamiento a la acción requiere una integración urgente y efectiva de la dimensión de «justicia, equidad e inclusión» para acelerar la transición. Una razón clave por la que la transición energética no ha avanzado al ritmo y la escala necesarios es la simplificación excesiva de la narrativa, que se centra principalmente en el lado de la oferta para pasar de los combustibles fósiles a las energías renovables. En realidad, la transición es mucho más compleja, e ignorar su naturaleza polifacética pone en peligro el progreso general. Los responsables de la toma de decisiones coinciden ampliamente en la importancia de las energías renovables, la eficiencia energética y las soluciones descentralizadas para mejorar el acceso a la energía. Al mismo tiempo, urge la transición hacia sistemas energéticos más eficientes y que emitan muchos menos gases de efecto invernadero (GEI) para evitar los peores efectos del cambio climático sobre las personas y el planeta. La consecución de un futuro energético sostenible debe ir de la mano del logro de la seguridad y la resiliencia energéticas, así como de la equidad y la inclusión. Estos elementos forman el núcleo del triángulo de la energía.

 

Este informe ofrece un enfoque para facilitar un terreno común y movilizar la acción coordinada de las partes interesadas a gran velocidad y escala, trazando un camino más directo hacia un futuro energético equilibrado para todos. La equidad y la inclusión, junto con la sostenibilidad y la seguridad, son claves para el éxito de la transición energética. La transición energética crea nuevos puestos de trabajo, mejora los medios de subsistencia y empodera a las personas, las comunidades y las sociedades. Sin embargo, descuidar la equidad y la inclusividad en esta transición puede causar retrasos o incluso llevarla al fracaso, por lo que es crucial abordar estos aspectos a nivel local, nacional y mundial. Los recientes desafíos en el panorama energético mundial han provocado graves crisis de precios y agravado la pobreza energética, afectando de manera desproporcionada a los países y hogares de renta baja. En consecuencia, muchos gobiernos han dado prioridad a la seguridad energética inmediata, poniendo inadvertidamente bajo presión las consideraciones de equidad e inclusividad. La equidad y la inclusividad energéticas abarcan varias dimensiones dentro de las naciones y las partes interesadas, así como entre ellas. La falta de acceso asequible a una energía moderna y limpia sigue siendo una preocupación importante en muchos países. La transición a sistemas energéticos más limpios, ya sea en países avanzados o en desarrollo, requiere cambios políticos e inversiones en infraestructuras. A pesar de la solidez de los argumentos económicos, a menudo surgen complicaciones debido a la desinformación o a las preocupaciones de los electores que pueden verse afectados negativamente por los cambios, lo que conduce a una resistencia a nivel comunitario. Además, existe el riesgo de que aumente la brecha Norte-Sur en el acceso a inversiones y tecnologías de energía limpia, a menudo acompañada de desconfianza e incertidumbre sobre los beneficios de las políticas gubernamentales y las acciones empresariales. A medida que la transición energética alcanza un punto crucial, es esencial dar prioridad a la equidad, la justicia y la inclusión para fomentar la colaboración mundial y lograr una transición rápida y equilibrada. Pasar por alto estos aspectos podría erosionar la confianza, impedir las inversiones empresariales necesarias, provocar una pérdida de licencia social, socavar el bienestar de la sociedad y, en última instancia, poner en peligro toda la transición energética. Comprender la compleja dinámica en juego es crucial para navegar por el camino a seguir. En la actual economía mundial en evolución, es importante abordar las posibles consecuencias negativas de una transición energética desigual. Las principales partes interesadas, como gobiernos, empresas, comunidades y ciudadanos, dan forma a esta transición, y sus interacciones pueden facilitar la cooperación o crear divergencias que dificulten la confianza y la colaboración. Aunque alinear a las partes interesadas en torno a objetivos comunes es crucial, reconocer la necesidad de hacer concesiones es igualmente importante. Una transición justa y eficaz exige tener en cuenta la equidad en la distribución de costes y oportunidades, prestando especial atención a quienes corren el riesgo de salir perdiendo.

 

El informe informe aborda la importancia de construir confianza durante el proceso de transición energética, destacando la necesidad de que este cambio sea equitativo e inclusivo. Se reconoce que la transición hacia fuentes de energía más sostenibles es crucial para abordar los desafíos del cambio climático y garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras. Sin embargo, el informe destaca que este proceso debe llevarse a cabo de manera justa y con la participación activa de todas las comunidades, asegurando que los beneficios y las cargas de la transición se distribuyan de manera equitativa. El informe destaca que la confianza es un elemento central en el éxito de cualquier iniciativa de transición energética. La falta de confianza puede obstaculizar la adopción de tecnologías sostenibles y la aceptación de políticas ambientales. Por lo tanto, se aboga por enfoques que fomenten la participación ciudadana, la transparencia y la rendición de cuentas en todas las fases del proceso. Además, se resalta la importancia de abordar las preocupaciones y necesidades específicas de diferentes grupos de población, especialmente aquellos que pueden ser más vulnerables a los impactos económicos y sociales de la transición. El informe también subraya la necesidad de políticas y programas que promuevan la equidad en el acceso a oportunidades en el sector energético. Esto incluye el fomento de la diversidad en la fuerza laboral y la creación de programas de capacitación que brinden habilidades relevantes a las comunidades afectadas. Asimismo, se destaca la importancia de considerar los impactos ambientales y sociales de las decisiones energéticas, garantizando que no haya una carga desproporcionada sobre determinadas comunidades o grupos demográficos. En resumen, el informe aboga por una transición energética que no solo se centre en la sostenibilidad ambiental, sino que también ponga un fuerte énfasis en la equidad y la inclusión. Reconoce que construir y mantener la confianza de las comunidades es fundamental para lograr el éxito a largo plazo de la transición energética, y propone enfoques prácticos y políticas específicas para lograr este objetivo. En última instancia, el informe busca ofrecer un marco integral que guíe a los responsables de la toma de decisiones hacia una transición energética que sea tanto efectiva como justa.


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