A medida que el mundo se enfrenta a los retos del cambio climático, los cambios en la dinámica geopolítica, la presión sobre los recursos naturales y el aumento de la contaminación, garantizar la seguridad alimentaria de una población mundial cada vez más numerosa cobra cada vez más importancia. Transformar la producción agrícola, utilizando la tecnología para mejorar la eficiencia y promover la sostenibilidad, es una parte esencial de la solución a este problema. Aunque las tecnologías agrotécnicas existen desde hace una década, se han visto como soluciones puntuales centradas principalmente en la gestión de las explotaciones, en lugar de como un paquete de recursos que pueden abordar ineficiencias críticas interrelacionadas en las cadenas de valor de la agricultura, desde la planificación de los cultivos hasta el consumo.
Es imperativo que la agricultura se vea desde una perspectiva sistémica, como una cadena interrelacionada de actividades y actores. El uso de la inteligencia artificial (IA), la realidad aumentada (RA), los dispositivos del internet de las cosas (IoT), la robótica, el blockchain y los drones está proporcionando herramientas a agricultores, comerciantes, proveedores logísticos y plantas de procesamiento de alimentos para lograr este cambio en el sector agrícola y convertirlo en un sistema más ágil, mejor informado y bien conectado. Sin embargo, esta transformación debe hacerse en consonancia con los principios de inclusividad, asequibilidad, accesibilidad y colaboración. Es importante que no se deje de lado a los pequeños agricultores y a las mujeres que contribuyen significativamente a la producción mundial de alimentos. Excluirlos tendría un impacto directamente negativo en los niveles de producción mundial de alimentos, especialmente en las naciones en desarrollo. También es imperativo garantizar que los servicios de agrotecnología sean asequibles y fácilmente accesibles a través de medios digitales y «phygitales» (que combinan canales humanos y digitales) para asegurar un alcance efectivo y la adopción de la tecnología en la última milla. Por último, la colaboración es la clave para desbloquear los otros tres principios. Dadas las complejidades del sector agrícola, trabajar de forma aislada no ayudará a la comunidad mundial a abordar el reto global de la seguridad alimentaria. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) estima que para alimentar a la población mundial de 9.100 millones prevista para 2050, el sector tendrá que producir un 70% más de alimentos que los niveles actuales, y hacerlo con recursos similares. Al mismo tiempo, el sector se enfrenta a los retos del cambio climático, la distribución desigual de los alimentos entre la población mundial, la degradación del suelo y las perturbaciones geopolíticas de las cadenas de suministro. Los servicios agrotecnológicos están llamados a ser los catalizadores de la próxima revolución del sector agrícola y tienen el potencial de ayudar a los agricultores a producir más sin necesidad de mayores recursos.
Aunque los avances en el sector de la tecnología agrícola continúan, su adopción por parte de los pequeños agricultores y las agricultoras, dos de los segmentos más vulnerables, sigue siendo un reto. La falta de claridad sobre el rendimiento de la inversión (ROI) en tecnología es una de las principales razones de tan bajos índices de adopción en general. A medida que se amplíe la agrotecnología, es imperativo que se incluya a los pequeños agricultores y a las agricultoras, o de lo contrario se verán afectadas las implicaciones para la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia de millones de personas en las economías emergentes. Los gobiernos y el sector privado deberían explorar los tipos de colaboración público-privada que han demostrado su eficacia en la creación de infraestructuras y servicios públicos sostenibles. Los servicios agrotécnicos sólo han aprovechado una pequeña parte de la gran oportunidad sin explotar de transformar el sector agrícola en las economías emergentes. Los gobiernos tendrán que asumir el papel de facilitadores y ofrecer incentivos, tanto financieros como no financieros, como el acceso a datos de calidad a través de DPI o a canales sobre el terreno para animar al sector privado a invertir en la ampliación de la adopción de agritech en la cadena de valor. Es importante tener en cuenta que los canales digitales por sí solos no impulsarán la adopción de servicios agrotecnológicos. Se necesitan recursos compartidos (por ejemplo, empresarios rurales, una red de operadores de dinero móvil o servicios de gobernanza electrónica), que podrían ser vitales para impulsar la adopción a nivel local. Dado que estos servicios estarían radicados en una comunidad determinada, gozarían de la confianza de los agricultores, lo que a su vez les ayudaría a comprender y apreciar las ventajas de la agrotecnología y les apoyaría en su camino hacia la adopción de la agrotecnología. Una presencia física local también sería importante para validar el uso de la agrotecnología, confirmando la exactitud de los datos por satélite sobre los cultivos sembrados en un campo, por ejemplo. La colaboración entre los gobiernos, el sector privado -incluidas las empresas emergentes y los inversores-, el mundo académico y la sociedad civil es la necesidad del momento. Teniendo en cuenta la complejidad y la interrelación de las actividades del sector agrícola, la mejor manera de ampliar la agrotecnología inclusiva es adoptar un enfoque multilateral. La agricultura es una de las actividades humanas más antiguas, que ha resistido los cambios a lo largo de la historia, pero que sigue afrontando nuevos retos. Cada generación pasada debió sentir que los retos de su época no tenían precedentes, y lo mismo ocurre hoy en día.
El cambio climático, los problemas geopolíticos mundiales y el agotamiento de los recursos naturales -especialmente la calidad del suelo- son ahora los problemas del sector agrícola mundial, lo que plantea interrogantes sobre la capacidad colectiva de garantizar la seguridad alimentaria y el acceso a alimentos nutritivos para una población mundial que, según las previsiones, alcanzará los 9.100 millones de personas en 2050. Una situación tan dinámica requiere una toma de decisiones más informada a todos los niveles del sector agrícola, desde los responsables políticos y las empresas del sector privado hasta los agricultores, especialmente los pequeños agricultores y las agricultoras, que suelen ser más vulnerables. Las tecnologías digitales presentan una solución escalable y sostenible a estos retos. Tradicionalmente, el sector agrícola -principalmente en las economías emergentes de Asia, África y América Latina- ha tardado en adoptar las tecnologías digitales. El uso de la computación cuántica, los chips y otras soluciones tecnológicas digitales se limita a las máquinas que utilizan los agricultores. Sin embargo, se han introducido algunas aplicaciones dirigidas a los agricultores: la adopción en muchos países de teléfonos inteligentes para crear un canal de acceso que permita prestar servicios agrícolas eficientes es un ejemplo de ello. Sin embargo, a pesar de esta tendencia pasada, la llegada de la IA y su empleo en la agricultura de precisión y en la cadena de suministro posterior a la cosecha ha empezado a sacudir el sector para mejor. Acoplar los casos de uso basados en la IA con los canales de suministro de información basados en los teléfonos inteligentes es una combinación positiva que puede ayudar a los agricultores a acceder a información y recursos para abordar los retos a los que se enfrentan. De este modo, la IA y los teléfonos están democratizando el uso de la tecnología, especialmente para los más vulnerables. Desde hace casi una década existen varias soluciones agrotécnicas que han pasado por un ciclo de investigación, desarrollo, adopción y ampliación. Sin embargo, hasta la fecha estos servicios agrotecnológicos aún no han alcanzado la escala necesaria en comparación con el potencial de mercado que ofrecen las economías emergentes. En este contexto, la iniciativa Inteligencia Artificial para la Innovación Agrícola (AI4AI) del Foro Económico Mundial pretende ampliar estos servicios agrotécnicos a través de asociaciones público-privadas.
El informe destaca el papel fundamental que desempeña la tecnología agrícola (agritech) en la transformación de la agricultura en economías emergentes. Se enfoca en cómo la agritech está cambiando la forma en que se produce, gestiona y comercializa la comida, y cómo estas innovaciones pueden abordar desafíos críticos como la seguridad alimentaria, la sostenibilidad ambiental y la inclusión social. El informe subraya que la adopción de tecnologías agrícolas avanzadas, como la agricultura de precisión, la biotecnología y la agricultura digital, puede aumentar la productividad, reducir los costos y minimizar los impactos ambientales negativos. También destaca la importancia de la colaboración entre los sectores público y privado, así como la necesidad de políticas y regulaciones claras que fomenten la innovación y la inversión en agritech. En términos de inclusión, el informe señala que la agritech puede mejorar el acceso de los agricultores de pequeña escala a información, financiamiento y mercados, lo que les permite aumentar sus ingresos y mejorar su seguridad alimentaria. Sin embargo, también advierte sobre la necesidad de abordar la brecha digital y garantizar que las tecnologías sean accesibles y relevantes para todos los agricultores, especialmente los más marginados. En resumen, el informe destaca el potencial transformador de la agritech en las economías emergentes, pero también subraya la necesidad de abordar los desafíos y las desigualdades que pueden surgir en el proceso de adopción de estas tecnologías.