Embedding Climate Resilience into Agriculture Projects

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La agricultura es uno de los sectores más vulnerables al cambio climático, y afecta especialmente a las poblaciones más vulnerables: los pequeños productores de los países de renta baja y media. La agricultura es también el mayor motor del crecimiento económico en África, ya que representa el 15 % del producto interior bruto (PIB) total del continente, y es el principal medio de vida de la mayoría de los africanos. Garantizar una seguridad alimentaria y unas economías rurales resilientes es fundamental para el desarrollo socioeconómico del África subsahariana. Los efectos de fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes, como sequías e inundaciones, se dejan sentir en toda la región. El cambio y la variabilidad climáticos han reducido el rendimiento de los cultivos y la productividad ganadera. A medio plazo, los modelos climáticos regionales predicen sistemáticamente menos días de lluvia y periodos húmedos más cortos en el 70% de la región, junto con una mayor intensidad de las precipitaciones en los días húmedos. Se prevé que disminuya la disponibilidad de agua para la producción de alimentos y otros usos, y que se intensifique la competencia por los recursos entre las poblaciones. El cambio climático ha reducido el crecimiento total de la productividad agrícola en África en un 34% desde 1961, más que en ninguna otra región. La agricultura africana es especialmente vulnerable al futuro cambio climático en parte porque entre el 90% y el 95% de la producción alimentaria africana es de secano. El cambio climático ya afecta a los vectores de plagas y enfermedades que dañan los cultivos y los animales. Otros factores interactúan con el cambio climático para agravar la crisis de seguridad alimentaria, como la degradación de la base de recursos naturales necesarios para la producción de alimentos, como el agua, el suelo y la cubierta vegetal. Los enfoques sectoriales tradicionales de la productividad agrícola, el agua y la gestión de la tierra nunca han adoptado sistemáticamente una visión integrada del desarrollo de los ecosistemas. Este fracaso ha contribuido a la perturbación o incluso al colapso de ecosistemas funcionales, con una pérdida de bienes y servicios ecosistémicos, y explica por qué los enfoques tradicionales están mal preparados para afrontar los retos de la degradación de la tierra, la conservación de la biodiversidad y la producción de alimentos.

 

Por esta razón, son esenciales soluciones integradas de gestión de la tierra, además de tecnologías agrícolas climáticamente inteligentes para aumentar la resiliencia climática de la producción de alimentos. Otro factor que perjudica a la agricultura es que los mercados alimentarios de la región, escasamente integrados, no pueden adaptarse a las grandes fluctuaciones anuales de la producción de cultivos alimentarios, como las derivadas de los impactos climáticos, dirigiendo los excedentes de alimentos a las zonas con escasez. En África Occidental, los productos importados de fuera de la región representan entre el 80% y el 90% del volumen total de alimentos comercializados; sin embargo, el comercio intrarregional lleva varias décadas estancado entre el 10% y el 20%. Una reorientación del gasto hacia la investigación y el desarrollo (I+D) agrícolas y la mejora de los servicios de extensión podría redundar en mayores beneficios para la mitigación de la pobreza y en una mayor resistencia al cambio climático. Estos proyectos podrían centrarse en el apoyo a variedades de cultivos resistentes al clima, con estudios de mercado sobre cómo hacerlas comercialmente viables en la región, y en el desarrollo de capacidades locales de previsión climática y sistemas de alerta temprana, incluida la previsión agrícola adaptada. Las tres áreas de intervención, que incorporan las perspectivas del Plan de Negocios Climáticos de África de Próxima Generación, son (a) sostener la base productiva del sistema alimentario invirtiendo en agricultura climáticamente inteligente (CSA, por sus siglas en inglés) a nivel de finca y paisaje; (b) promover un entorno propicio para el desarrollo de la cadena de valor y el comercio nacional e intrarregional, e integrar medidas de resiliencia climática; y (c) crear capacidad nacional y regional para gestionar el riesgo agrícola.

 

El informe se centra en la incorporación de la resiliencia climática en proyectos agrícolas. El informe aborda estrategias y enfoques para ayudar a la agricultura a enfrentar los desafíos relacionados con el cambio climático. Esto implica adaptar las prácticas agrícolas y los sistemas de gestión de manera que sean más resistentes a las variaciones climáticas y puedan mantener la productividad en un entorno climático cambiante. También discute la importancia de considerar factores como la variabilidad del clima, el aumento de las temperaturas, las precipitaciones irregulares y eventos climáticos extremos al planificar y ejecutar proyectos agrícolas. El informe ofrece recomendaciones sobre cómo diseñar sistemas agrícolas más resilientes, incluyendo la selección de cultivos adecuados, prácticas de conservación del suelo, sistemas de riego eficientes y la gestión sostenible de los recursos naturales. En resumen, el informe se enfoca en la integración de medidas de resiliencia climática en proyectos agrícolas para ayudar a garantizar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad en un mundo afectado por el cambio climático.

Para leer más ingrese a:

https://openknowledge.worldbank.org/entities/publication/f866e39e-0a47-423a-87a2-d65f24c15a1a

https://openknowledge.worldbank.org/bitstreams/8c827660-dd96-4ee9-b436-614ec869f9b2/download

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