Los ecosistemas sustentan el desarrollo sostenible y el bienestar humano en el África subsahariana. Proporcionan bienes y servicios esenciales, como alimentos y agua dulce, y ofrecen estabilidad y seguridad a los sistemas naturales y sociales. Los aspectos productivos y protectores de la estabilidad de los ecosistemas y la seguridad hídrica son fundamentales para desarrollar la capacidad de adaptación y la resiliencia, algo que se reconoce cada vez más a través de una mayor financiación de proyectos en estas áreas. La estabilidad de los ecosistemas y la seguridad hídrica en el África subsahariana pueden mejorarse a través de tres áreas de acción prioritarias: (a) mejorar la consideración del capital natural en las políticas macroeconómicas y sectoriales; (b) mejorar la gestión de los paisajes terrestres y marinos y de las cuencas hidrográficas para aumentar la resiliencia y mejorar el secuestro de carbono; y (c) reforzar la seguridad hídrica frente a la incertidumbre climática a través de una mejor planificación. Los servicios ecosistémicos constituyen la base de los medios de vida y la riqueza de una gran parte de la población africana, generando alrededor de un tercio del crecimiento económico en el África subsahariana. Más del 62% de la población rural africana depende de unos ecosistemas cada vez más sometidos a presión para satisfacer sus necesidades de alimentos, agua y energía. La degradación de los ecosistemas, en particular de las zonas áridas, pone en peligro a las personas y sus medios de vida al colocarlas en situaciones de vulnerabilidad ecológica, económica y de precariedad social. Además, es probable que la población de África se duplique para 2050, lo que aumentará la presión sobre los ecosistemas y la biodiversidad de la región a menos que se gestione eficazmente a través de políticas y estrategias integrales. La degradación medioambiental de los recursos naturales puede frenar el progreso económico e incluso costar a algunos países alrededor del 4% de su producto interior bruto (PIB) al año. La elevada dependencia de los ecosistemas apunta a la necesidad de desarrollar respuestas y sistemas de gestión sólidos para mitigar los efectos negativos del cambio climático en la población.
El África subsahariana se enfrenta a una escalada de impactos relacionados con el clima que están exacerbando la vulnerabilidad de los ecosistemas a través de la degradación de la tierra. Entre las causas principales se encuentran la deforestación, la mala gestión de las tierras cultivadas y el uso excesivo de tecnologías agrícolas, todo ello agravado por la sequía. La deforestación generalizada está exacerbando el cambio climático y reduciendo la capacidad de adaptación de las comunidades locales para responder a las amenazas climáticas. Amenaza los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria y contribuye a la pérdida de biodiversidad. La escasez de agua y la variabilidad hidrológica han provocado inundaciones y sequías más intensas y frecuentes en toda el África subsahariana. Estos patrones de precipitaciones variables han causado impactos en cascada que van desde la disminución de la producción hidroeléctrica hasta la amenaza a la seguridad alimentaria. La escasez de agua y la variabilidad hidrológica han provocado inundaciones y sequías más intensas y frecuentes en toda el África subsahariana. Estos patrones de precipitaciones variables han causado impactos en cascada que van desde la disminución de la producción hidroeléctrica hasta la amenaza a la seguridad alimentaria. Los efectos del cambio climático en los ecosistemas a través de las inundaciones y la sequía, con la degradación del suelo como telón de fondo, están perpetuando círculos viciosos que aumentan la vulnerabilidad de los segmentos más marginados de la población. Integrar la resiliencia climática en los proyectos de ecosistemas y agua en el África subsahariana mejora la capacidad de adaptación de las personas y los sistemas para responder mejor a los crecientes impactos climáticos
El informe aborda estrategias y enfoques para ayudar a la agricultura a enfrentar los desafíos relacionados con el cambio climático. Esto implica adaptar las prácticas agrícolas y los sistemas de gestión de manera que sean más resistentes a las variaciones climáticas y puedan mantener la productividad en un entorno climático cambiante. El informe discute la importancia de considerar factores como la variabilidad del clima, el aumento de las temperaturas, las precipitaciones irregulares y eventos climáticos extremos al planificar y ejecutar proyectos agrícolas. Además, ofrece recomendaciones sobre cómo diseñar sistemas agrícolas más resilientes, incluyendo la selección de cultivos adecuados, prácticas de conservación del suelo, sistemas de riego eficientes y la gestión sostenible de los recursos naturales. En resumen, el informe se enfoca en la integración de medidas de resiliencia climática en proyectos agrícolas para ayudar a garantizar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad en un mundo afectado por el cambio climático.
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https://openknowledge.worldbank.org/entities/publication/bda232c6-d172-4a1b-9322-f92e0fe1e87e
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