GEOPOLITICS OF THE ENERGY TRANSITION: ENERGY SECURITY

GEOPOLITICS OF THE ENERGY TRANSITION: ENERGY SECURITY

El informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) indaga cómo la transición global hacia energías renovables está remodelando las dinámicas de seguridad energética y geopolítica. En el primer capítulo, se establece el contexto al discutir los principales cambios globales que afectan la seguridad energética, como el cambio climático, el aumento de las energías renovables y la electrificación, proponiendo una revisión de las nociones tradicionales de seguridad energética. El segundo capítulo aborda la evolución de los intercambios energéticos, la seguridad y la interdependencia a medida que el mundo se aleja de los combustibles fósiles hacia fuentes renovables como solar y eólica, analizando los riesgos geopolíticos cambiantes, las relaciones energéticas regionales, las dependencias residuales de combustibles fósiles, el comercio eléctrico, del hidrógeno, las cadenas de suministro de materiales críticos y tecnologías limpias. El tercer capítulo adopta un enfoque multidimensional para la seguridad energética en un sistema basado en renovables, abordando temas como acceso a tecnología, necesidades de flexibilidad para sistemas eléctricos con alta penetración de renovables, almacenamiento de energía, resiliencia de la cadena de suministro para materiales y componentes de energía limpia, ciberseguridad, resiliencia climática y el nexo energía-agua-alimentos. El informe busca proporcionar un marco actualizado para comprender la seguridad energética en el contexto de una transición acelerada hacia renovables y objetivos de emisiones netas cero, resaltando los nuevos riesgos y oportunidades creados por el alejamiento de los combustibles fósiles. Por lo anterior, la transición energética representa un cambio hacia un nuevo sistema energético dominado por fuentes renovables y electrificación, requiriendo un enfoque multidimensional para la seguridad energética. Surgirán intercambios transfronterizos de electricidad y commodities de energía limpia como el hidrógeno verde, fomentando la interdependencia y beneficios mutuos. Los materiales críticos y las tecnologías limpias jugarán un papel vital, necesitando cadenas de suministro diversas y resilientes. El acceso a tecnología y financiamiento para naciones en desarrollo es decisivo para la amplia implementación de renovables y el desarrollo equitativo. En un sistema basado en renovables, la flexibilidad se vuelve crítica para gestionar la variabilidad, confiando en infraestructuras interconectadas a través de fronteras. La demanda de energía, a menudo pasada por alto, adquiere una importancia primordial debido a sus implicaciones geopolíticas y la necesidad de gestión de demanda. Los impactos del cambio y eventos climáticos extremos deben integrarse en las consideraciones de seguridad energética, incluyendo la resiliencia de infraestructuras y medidas de adaptación. Las amenazas tradicionales como ataques físicos y conflictos persisten, agravados por amenazas híbridas emergentes que combinan elementos físicos y cibernéticos. La ciberseguridad se vuelve cada vez más importante en sistemas electrificados y digitalizados. 

La transición de los combustibles fósiles a fuentes de energía renovable tiene importantes implicaciones en la seguridad energética, según se discute en el documento. Las energías renovables como solar, eólica, hidroeléctrica y geotérmica se consideran superiores desde el punto de vista tradicional de seguridad energética. Estas aprovechan flujos energéticos abundantes que no pueden ser fácilmente interrumpidos con propósitos geopolíticos, a diferencia de los combustibles fósiles que están concentrados geográficamente. La migración hacia renovables está destinada a promover una mayor autosuficiencia energética entre los países. En un mundo de emisiones netas cero, las dependencias energéticas serán más regionales y menos globales en comparación con las dependencias actuales que rodean a los combustibles fósiles. Sin embargo, durante la transición, persistirán las dependencias residuales en torno a los combustibles fósiles y nucleares. En un mismo sentido, surgirán nuevas dependencias en torno al aumento del comercio de electricidad, hidrógeno, materiales críticos y tecnologías limpias. Estas nuevas dependencias difieren de las dependencias de combustibles fósiles. A diferencia de las interrupciones en el suministro de petróleo que pueden paralizar sistemas energéticos, una interrupción en el suministro de materiales críticos puede solo retrasar la implementación de tecnologías limpias, pero no afectar las instalaciones existentes. El comercio de electricidad crea interdependencias en lugar de dependencias asimétricas vistas en el petróleo y el gas. Sin embargo, las redes eléctricas compartidas plantean preocupaciones sobre la propiedad, acceso, control y opciones de respaldo de la infraestructura. La producción de hidrógeno será más dispersa que la de petróleo y gas, lo que lo hace menos propenso a manipulaciones políticas. Aunque los materiales críticos están concentrados, pueden ser reciclados y sustituidos con el tiempo. No obstante, las altas concentraciones en las cadenas de suministro de energía limpia, especialmente para materiales críticos, energía solar fotovoltaica y baterías, deben abordarse para mitigar riesgos potenciales durante la transición energética. De igual forma, se comparan los riesgos de seguridad energética entre los combustibles fósiles y las fuentes de energía renovable. Destaca que los combustibles fósiles tienen recursos finitos concentrados en regiones específicas, lo que los hace vulnerables a interrupciones en el suministro y control geopolítico. En contraste, las fuentes de energía renovable son abundantes y más distribuidas globalmente, lo que las hace menos susceptibles a manipulaciones geopolíticas, aunque persisten preocupaciones sobre la accesibilidad de tecnologías bajas en carbono. Se espera que la transición hacia energías renovables fomente una mayor autosuficiencia entre los países, reduciendo su dependencia de los combustibles fósiles comercializados internacionalmente. A medida que los países aprovechen su potencial renovable doméstico, es probable que la globalización del comercio energético disminuya, llevando a relaciones energéticas más regionales y menos globales. El cambio hacia energías renovables y electrificación amplificará este cambio geopolítico y geoecómico, puesto que la energía será más probable que se produzca local o regionalmente. Aunque algunas moléculas de energía verde como el hidrógeno limpio o los biocombustibles podrían ser comerciados, es poco probable que sus volúmenes coincidan con los actuales volúmenes de combustibles fósiles, y su comercio puede promover patrones más regionalizados. Por lo cual, se espera que la transición energética reconfigure la dinámica de las dependencias energéticas, alterando el marco tradicional de oferta-demanda del comercio energético y reduciendo la prominencia de la geopolítica energética, aunque esta seguirá desempeñando un papel en el emergente sistema energético centrado en renovables.

La discusión sobre la seguridad energética y la geopolítica de la transición energética aborda una serie de puntos clave que resaltan tanto los riesgos como las oportunidades que surgen en este proceso de cambio. En primer lugar, se analiza detalladamente el papel del hidrógeno como fuente energética emergente y los desafíos que enfrenta en términos de disponibilidad de electricidad descarbonizada para su producción, la estabilidad del clima de inversión en los países exportadores, los riesgos de precios, la demanda fluctuante, el acceso a materias primas críticas, los fallos técnicos, los ciberataques, los riesgos de tránsito, el uso del hidrógeno como herramienta de política exterior, los posibles ataques terroristas y la cartelización del mercado. Estos aspectos muestran la complejidad de asegurar una transición energética segura y sostenible, donde el equilibrio entre la oferta, la demanda, la infraestructura y los factores geopolíticos son aspectos a considerar de alta relevancia. En un contexto más amplio, se establece una comparación entre los materiales críticos y los combustibles fósiles, destacando las diferencias fundamentales en términos de impacto en la seguridad energética. Mientras que los combustibles fósiles tienen una oferta finita concentrada en regiones específicas, lo que los hace vulnerables a interrupciones en el suministro y al control geopolítico, los materiales críticos son más versátiles y su interrupción puede retrasar la adopción de nuevas tecnologías, pero no afectar las instalaciones existentes. Además, se profundiza en la geopolítica de estos materiales, señalando preocupaciones como la concentración geográfica en su extracción y procesamiento, el comercio opaco y la competencia entre sectores. Sin embargo, se reconoce que los materiales críticos son reutilizables, reciclables y no impactan de manera inmediata el suministro energético, lo que sugiere la necesidad de políticas que promuevan la investigación, diversificación y transparencia en sus cadenas de suministro para mitigar posibles riesgos. Por otro lado, se resalta la importancia crítica del acceso a la tecnología en el contexto de la transición hacia fuentes de energía renovables. Se hace énfasis en las disparidades regionales en la adopción y fabricación de tecnologías limpias, con muchos países en desarrollo careciendo de acceso y financiamiento necesarios para beneficiarse de estas oportunidades económicas y energéticas. La concentración de patentes y capacidades de fabricación en unas pocas naciones plantea desafíos significativos en términos de equidad, estabilidad geopolítica y desarrollo sostenible. En este sentido, se destaca la importancia de flujos financieros internacionales más equitativos para apoyar la investigación, desarrollo y producción de energías renovables en países en desarrollo, lo que no solo beneficia a estos países en términos económicos y energéticos, sino que también contribuye a la estabilidad global y a la mitigación de riesgos geopolíticos asociados con la dependencia de tecnologías y recursos limitados.

La visión general del concepto en evolución de seguridad energética y su intersección con la seguridad humana en el contexto de la transición energética global hacia fuentes de energía renovables destaca cómo los marcos tradicionales de seguridad energética se centraban en garantizar el acceso a commodities físicos como petróleo, gas y carbón, pero con el creciente uso de renovables, la seguridad energética se está convirtiendo más en un tema de gobernanza nacional centrado en asegurar servicios energéticos ininterrumpidos. Se enfatiza que un enfoque ampliado de seguridad energética que incluya la seguridad humana ayudaría a abordar varias omisiones, como las poblaciones desatendidas sin acceso a energía, los cambios en las dinámicas de poder con la descentralización y una mayor participación de los ciudadanos en la producción y toma de decisiones energéticas, y los impactos sociales de las políticas energéticas, especialmente relacionadas con una transición justa. Igualmente se discute cómo el cambio climático, la inseguridad alimentaria y hídrica, la migración, las enfermedades y la marginación económica socavan colectivamente la paz y aumentan la inestabilidad geopolítica, y cómo fortalecer la seguridad energética puede generar beneficios sustanciales para la seguridad humana. Se argumenta que las transiciones energéticas basadas en renovables ofrecen más oportunidades que riesgos para la seguridad humana, y que un marco de seguridad energética para el siglo XXI debería hacer de la seguridad humana un rasgo central. Por otro lado, se proporcionan consideraciones políticas, sugiriendo que los marcos de seguridad energética deben evolucionar para convertirse en herramientas efectivas para la inversión, una transición equitativa y la cooperación internacional, y que las inversiones en activos e infraestructura energética deben considerar los requisitos de seguridad energética tanto en la fase de transición como a largo plazo. 

 

Asimismo, el informe aborda varias consideraciones clave para gobiernos y formuladores de políticas respecto a la geopolítica de la transición energética. Las decisiones sobre infraestructura energética hoy darán forma a la futura economía descarbonizada, por lo que la planificación estratégica a largo plazo es decisiva. Las fuentes de energía renovable, la electrificación aumentada, la producción de hidrógeno y la generación descentralizada alterarán los sistemas energéticos establecidos. Evaluar qué constituye activos energéticos estratégicos y garantizar el control doméstico sobre infraestructuras clave como las redes, la carga de vehículos eléctricos y el almacenamiento es importante. Las tecnologías y sus cadenas de suministro, no solo las fuentes de combustible son centrales para las renovables. La propiedad intelectual, las materias primas y la capacidad de fabricación están concentradas, creando dependencias. Se necesita una evaluación estratégica de las cadenas de suministro de tecnología limpia como paneles solares, viento, baterías y electrolizadores para identificar capacidades domésticas y oportunidades de asociación internacional. Diversificar proveedores, rutas y transportistas de energía construye resiliencia. La transición de petróleo/gas a electricidad, hidrógeno, bioenergía y commodities verdes crea nuevas oportunidades comerciales, pero también riesgos. Apoyar a países en desarrollo y considerar dependencias de importación a largo plazo es vital. Una certificación robusta, estándares y pronósticos de necesidades de importación facilitan transiciones suaves. Se requieren marcos de gobernanza sólidos para detectar y mitigar amenazas a sistemas energéticos en transición por ciberataques, eventos climáticos extremos y otras interrupciones. La respuesta a la demanda, la coordinación internacional y la cooperación del sector privado mejoran la resiliencia. En general, el pensamiento estratégico a largo plazo, las evaluaciones de cadenas de suministro, la diversificación para la resiliencia, datos/estándares transparentes y marcos de seguridad se destacan son puntos considerables para navegar las complejas implicaciones geopolíticas de la transición energética.

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