La pandemia del COVID-19 tuvo un impacto significativo en los sistemas educativos a nivel mundial, lo que resultó en una emergencia educativa sin precedentes en la historia reciente. Según UNICEF (2021) y UNESCO (2021), más del 90 % de los estudiantes en todo el mundo se vieron afectados por el cierre de las escuelas en el año 2020 y parte de 2021, lo que equivale a más de 168 millones de niños, niñas y adolescentes. Las medidas tomadas por los países para prevenir la propagación del virus llevaron al cierre de los centros educativos y a la suspensión de las clases presenciales. En comparación con otras regiones del mundo, América Latina y el Caribe fue una de las más afectadas, con un promedio de 158 días de cierre de los centros educativos de marzo de 2020 a febrero de 2021. Como resultado, las oportunidades de aprendizaje de los niños, niñas y adolescentes, especialmente los más vulnerables, se vieron gravemente afectadas. Para enfrentar estos desafíos, la región requiere de programas y herramientas innovadoras para los educadores, las cuales les permitan crear experiencias de aprendizaje más interactivas e interesantes para los estudiantes, transformando las formas de aprender y enseñar. En el Transforming Education Summit de las Naciones Unidas celebrado en septiembre de 2022, se destacó, justamente, el potencial del uso de tecnología en la educación para mejorar la calidad de esta en todo el mundo. En lugar de ser una mera adición a la educación tradicional, la tecnología educativa puesta al servicio de los aprendizajes puede ayudar a abordar algunos de los mayores desafíos que enfrenta la educación, como la falta de acceso, la desigualdad en el acceso a los recursos educativos y la necesidad de una educación más personalizada. Sin embargo, el aprovechamiento de la tecnología en el aprendizaje está intrínsicamente ligado con la capacidad de los docentes para complementar la enseñanza con este tipo de herramientas. América Latina y el Caribe es una región muy heterogénea en la que coexisten situaciones muy dispares entre instituciones educativas y docentes, incluso dentro de un mismo país. Para trabajar en busca de una educación de calidad, la tecnología puede ofrecer una oportunidad muy importante. Para esto es fundamental conocer el momento en el que se encuentra cada sistema educativo en relación con la adopción de tecnologías y el grado de desarrollo de las competencias digitales de sus principales actores. Contar con un buen diagnóstico permitirá abordar una verdadera transformación digital educativa en relación con las necesidades y características de cada sistema educativo. El objetivo final no es el uso de la tecnología per se, sino dilucidar cómo aprovechar sus ventajas comparativas para poder ofrecer una educación de calidad, inclusiva y flexible que responda a las necesidades de una sociedad en constante cambio y evolución. Esto se concibe como una Educación 4.0, la cual se basa en una serie de principios que buscan generar igualdad de oportunidades de aprendizaje para alcanzar así a todos los estudiantes de un modo equitativo.
Para ello, el uso de la tecnología debe permitir centrar el aprendizaje en el estudiante y viabilizar el aprender a aprender; ofrecer un aprendizaje personalizado, relevante y atractivo que permita acelerar, amplificar e involucrar a los estudiantes en el aprendizaje; contar con docentes que impulsen el aprendizaje con prácticas pedagógicas innovadoras; provocar un cambio en la cultura escolar y de los roles de los actores en la enseñanza-aprendizaje; y apostar por una gestión eficiente de procesos y generación de información estratégica para monitoreo y toma de decisiones. Antes de la pandemia, los niveles de dominio de competencias digitales en América Latina ya eran bajos. Según un estudio de CAF, realizado a partir de los datos del Programa de Evaluación de Competencias de Adultos (PIAAC) de la OECD, aplicado en Chile, Ecuador, México y Perú entre los años 2014 y 2017, se estimó que el 40 % de docentes de la región alcanzaban el nivel 1 (de 3 en total) en el ámbito de la resolución de problemas en entornos digitales. Este nivel incluye tareas que requieren el uso de aplicaciones tecnológicas básicas y comunes, tales como el correo electrónico o navegadores web, sin necesidad de conocimientos específicos y que se resuelven en pocos pasos con un mínimo de funciones. Más aún, otro 39 % de los docentes se ubicó por debajo del nivel 1 y un 7 % ni siquiera demostró contar con las habilidades necesarias para completar la encuesta por no tener experiencia previa en el uso de computadores o no disponer de habilidades básicas como cliquear o teclear. Sólo el 13 % restante alcanzó los niveles 2 y 3, demostrando así un uso de aplicaciones tecnológicas más específicas. En comparación, alrededor del 50 % de los maestros en los países de la OECD se ubicó en los niveles 2 y 3. Por lo tanto, es esencial apoyar a los países en identificar el nivel de competencias digitales y aprovechamiento de la tecnología por parte de sus docentes, así como en el desarrollo de sus habilidades digitales. Es por esto por lo que el Banco Interamericano de Desarrollo (en adelante, el BID), ha disponibilizado una herramienta de diagnóstico que permite conocer, desde una perspectiva pedagógica, el nivel de madurez de los sistemas educativos de la región en cuanto a la adopción de tecnologías digitales y su incorporación a los procesos de enseñanza y aprendizaje. Así mismo, el BID brinda apoyo técnico en relación con la planificación y su uso para abordar el proceso de toma de decisiones. A lo largo del documento se repasa la visión del BID respecto de la transformación digital educativa y sobre cómo la correcta medición de las competencias digitales docentes contribuye a esa transformación. Después, se presenta la Guía Edutec y los instrumentos de medición que la componen (para docentes, escuelas y sistemas educativos).
Finalmente, se concluye con unas reflexiones acerca del potencial de uso que tiene la herramienta a la hora de informar los procesos de toma de decisiones relativos al fortalecimiento de las competencias digitales de los docentes, así como a la mejor integración de las tecnologías en el seno de los centros educativos. El proceso de transformación digital educativa parte de un marco institucional que comunica el cambio deseado y crea una visión compartida junto con la comunidad escolar, logrando definir adonde quieren ir y qué recursos son necesarios (financieros y humanos) para presentar una planificación estratégica y establecer una gobernanza que lidere el proceso. Además, se requieren cambios normativos que regulen aspectos como la ética, la privacidad de datos y la ciberseguridad. La gestión del cambio es un desafío importante que puede afectar a la distribución de recursos, la evaluación del progreso de los estudiantes y las prácticas pedagógicas. Es necesario conocer cuál es el estado de situación de cada sistema educativo para poder saber en qué insumos priorizar la inversión o fortalecer con diversas acciones. Los diagnósticos son fundamentales para desarrollar un plan de transformación digital adecuado para cada contexto. Estos permiten obtener una comprensión clara de la situación actual, en donde se puede identificar no solo las necesidades y oportunidades de mejora, sino también los posibles obstáculos y limitaciones que se pueden presentar en el proceso de implementación de un plan de transformación digital educativa. Además, el diagnóstico brinda una base sólida para la planificación y ejecución de intervenciones adecuadas y efectivas, tanto en términos de recursos como de estrategias. Por ejemplo, el autodiagnóstico de competencias digitales docentes permite sentar la base para el diseño de planes de desarrollo profesional docente adaptados a las necesidades y oportunidades del equipo de profesores de un país o región.
El informe presenta un marco conceptual para guiar la integración efectiva de tecnologías digitales en los sistemas educativos de la región. El documento destaca la importancia de esta integración para mejorar la calidad de la educación y cerrar brechas en el acceso y la equidad educativa. El marco conceptual se basa en tres dimensiones fundamentales: pedagógica, institucional y tecnológica. En la dimensión pedagógica, se enfatiza la importancia de diseñar estrategias de enseñanza que integren las tecnologías de manera efectiva, aprovechando sus ventajas para promover un aprendizaje más activo, colaborativo y personalizado. También se destaca la importancia de desarrollar competencias digitales en docentes y estudiantes para aprovechar al máximo el potencial de las tecnologías digitales en el proceso de enseñanza-aprendizaje. En la dimensión institucional, se resalta la necesidad de contar con políticas y estrategias claras que promuevan la integración de tecnologías digitales en los sistemas educativos, así como con infraestructura y recursos adecuados para su implementación. También se menciona la importancia de fomentar una cultura organizacional que promueva la innovación y la experimentación en el uso de tecnologías digitales en la educación. En la dimensión tecnológica, se aborda la importancia de seleccionar y utilizar las tecnologías digitales de manera adecuada, considerando aspectos como la accesibilidad, la interoperabilidad y la seguridad. También se destaca la importancia de promover el desarrollo de tecnologías educativas innovadoras que se adapten a las necesidades específicas de los contextos educativos de la región. En resumen, el marco conceptual presentado en el informe ofrece una guía integral para la integración efectiva de tecnologías digitales en los sistemas educativos de América Latina y el Caribe, con el objetivo de mejorar la calidad de la educación y promover la equidad educativa en la región.