El hidrógeno verde, producido exclusivamente a partir de energías renovables, está ganando importancia rápidamente como factor potencial en la transición hacia una economía mundial neta cero. Ofrece una solución para descarbonizar las aplicaciones energéticas en las que el uso directo de electricidad o combustibles renovables no es una solución técnicamente viable o rentable, como la industria pesada, el transporte marítimo, la aviación y el almacenamiento estacional de energía. El hidrógeno verde podría desempeñar un papel clave en la consecución de los objetivos del Acuerdo de París para mediados de siglo, es decir, proseguir los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura media mundial a 1,5 °C, y a bastante menos de 2 °C, por encima de los niveles preindustriales. En la actualidad, la producción de hidrógeno es un importante contribuyente neto al cambio climático, más que a la descarbonización, porque los métodos actuales de producción de hidrógeno son intensivos en carbono. Por lo tanto, para llegar a un mundo neto cero, el panorama de la producción y el consumo de hidrógeno tendrá que cambiar drásticamente. Para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, los usos actuales del hidrógeno (por ejemplo, para producir fertilizantes u otros productos químicos) tendrán que abastecerse de hidrógeno limpio. Además, el suministro de hidrógeno en general tendrá que multiplicarse por más de cinco para 2050, hasta más de 500 MT/año, si se quiere que sirva para una gama más amplia de usos y descarbonice los sectores intensivos en carbono. Dado que la electricidad renovable es necesaria para producir hidrógeno verde, el cumplimiento de este escenario requerirá, paralelamente, una expansión masiva de la generación de energía renovable. La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) estima que el potencial técnico mundial para producir hidrógeno verde es hasta veinte veces superior a la demanda mundial total de energía primaria en 2050. El acceso a una generación de energía renovable abundante y de alta calidad será un factor de costo crucial, puesto que será un impulsor clave de la competitividad relativa de determinadas regiones en la producción de hidrógeno o en la producción de materias primas comercializables utilizando hidrógeno. El hidrógeno verde y las materias primas derivadas, como el amoníaco verde, permiten producir energía renovable en zonas con un importante potencial de energías renovables y transportarla a regiones con una importante demanda de hidrógeno pero un suministro de energías renovables insuficiente o más costoso.
El comercio internacional podría desempeñar un papel importante en la adecuación de la oferta y la demanda de hidrógeno verde y sus derivados, dado que el potencial de producción nacional de algunas economías y regiones puede no ser suficiente para satisfacer su demanda interna, y para algunas economías puede resultar más barato importar hidrógeno verde de lugares con costes de producción más bajos. Los análisis de IRENA sugieren que en 2050 aproximadamente una cuarta parte de la demanda mundial total de hidrógeno podría satisfacerse a través del comercio internacional. La dinámica comercial del hidrógeno verde y sus derivados en un escenario neto cero será muy diferente de la de los actuales mercados internacionales de combustibles fósiles. La distribución geográfica del potencial de producción de hidrógeno verde está muy extendida -puesto que está vinculada al suministro de energía solar y eólica- y hay pocos importadores potenciales importantes. En cambio, en los mercados actuales del petróleo y el gas, un puñado de actores controla una gran proporción del suministro mundial, para un número mucho mayor de importadores. Las características físicas del hidrógeno hacen que su transporte a largas distancias sea técnicamente difícil y económicamente costoso. Por esta razón, es probable que el comercio de hidrógeno verde se materialice en gran medida como comercio de productos básicos producidos mediante el uso de hidrógeno, como amoníaco, metanol, combustibles sintéticos o hierro. La perspectiva de una producción de hidrógeno verde competitiva en costes en regiones con abundante energía renovable de alta calidad podría impulsar la deslocalización de algunas industrias de alto consumo energético y la aparición de nuevos flujos comerciales de materias primas. Además de aumentar el comercio de hidrógeno y sus productos derivados, la ampliación de la producción de hidrógeno verde con fines de descarbonización dará lugar a un aumento significativo de los flujos comerciales de las tecnologías y servicios necesarios para su producción, como electrolizadores, compresores, tuberías y válvulas. En la actualidad, más de 30 economías de todo el mundo cuentan ya con estrategias nacionales para el hidrógeno bajo en carbono. Por lo tanto, ya es fundamental empezar a prever las condiciones propicias para facilitar este comercio, en términos de desarrollo de infraestructuras, diseño de mercados y normativas, y políticas comerciales propicias. Una serie de vías podrían contribuir a que las políticas comerciales fueran más abiertas, predecibles, coherentes e integradoras, para avanzar en su papel de fomento y configuración del desarrollo de las cadenas de suministro de hidrógeno verde.
El informe aborda la intersección crucial entre el comercio internacional y la creciente importancia del hidrógeno verde en la transición hacia una economía más sostenible. El documento destaca el papel fundamental que desempeña el comercio internacional en la expansión y la viabilidad del mercado de hidrógeno verde, que se ha identificado como una de las fuentes de energía clave para reducir las emisiones de carbono y abordar el cambio climático. El informe analiza cómo el comercio internacional puede facilitar el intercambio de tecnologías, conocimientos y recursos necesarios para la producción, distribución y utilización eficiente del hidrógeno verde a escala global. Además, se profundiza en las políticas comerciales y acuerdos internacionales que podrían fomentar el crecimiento de esta industria emergente, eliminando barreras y promoviendo la colaboración entre países. Se destacan los beneficios económicos, medioambientales y sociales del hidrógeno verde, señalando su potencial para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, crear empleos en el sector de las energías renovables y mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero. Asimismo, el informe subraya la necesidad de inversiones significativas, tanto públicas como privadas, en infraestructuras y tecnologías para maximizar el potencial del hidrógeno verde en la transición hacia una economía baja en carbono. Finalmente, se plantean recomendaciones clave para los responsables de políticas, las empresas y los organismos internacionales con el objetivo de promover un entorno propicio para el comercio internacional de hidrógeno verde, lo que incluye la armonización de estándares, la incentivación de la innovación y el establecimiento de marcos regulatorios que impulsen su producción, almacenamiento y transporte a nivel global.
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