Playbook on Digital Social Protection Delivery Systems: Towards Dynamic Inclusion and Interoperability

Playbook on Digital Social Protection Delivery Systems: Towards Dynamic Inclusion and Interoperability

Los tiempos actuales se definen por una policrisis y desafíos globales a largo plazo. La pandemia de COVID-19, el cambio climático, los conflictos, las presiones inflacionistas, la inseguridad alimentaria y una gobernanza deficiente siguen presagiando retrocesos en el capital humano y la inversión de los descensos de la pobreza, con consecuencias para la productividad y el crecimiento económico. En el ecuador de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, la asombrosa cifra de 670 millones de personas sigue padeciendo pobreza extrema. Aunque la protección social se amplió en respuesta a la crisis de COVID-19, 4.000 millones de personas siguen careciendo de cualquier forma de protección social. A pesar de estas pruebas, este es un momento de grandes posibilidades para hacer las cosas de forma diferente en los programas de protección social, para adaptarse y cambiar de marcha. El concepto de inclusión dinámica y de coordinación de los distintos actores se ha vuelto más importante que nunca para que las personas puedan gestionar los riesgos de su ciclo vital y para que los gobiernos puedan anticiparse a los choques y responder a una crisis en expansión. Cuando los sistemas de protección social son dinámicos, inclusivos y facilitan la coordinación de diversos actores, contribuyen a situar a las personas vulnerables en el centro de la ejecución de los programas sociales. Desarrollar un marco dinámico e interoperable que permita la coordinación y articulación de las medidas de protección social es primordial para maximizar su impacto de forma inclusiva. El panorama tecnológico actual -y el del futuro- ofrece nuevas posibilidades a los gobiernos para prestar servicios sociales a la población, especialmente a los pobres, los habitantes de zonas rurales, los que viven en zonas remotas y los vulnerables. El crecimiento acelerado de la tecnología presenta una oportunidad única para resolver retos de desarrollo insolubles, sin dejar de ser conscientes de los riesgos e incógnitas asociados. El aprovechamiento de las nuevas fuentes de datos y tecnologías, como la inteligencia artificial (IA), tiene que ir más allá de lo «digital», ayudando a limitar la exclusión en la ejecución de los programas sociales -especialmente para los pobres y vulnerables, los rezagados y los que tienen un acceso limitado o nulo a Internet- al tiempo que se garantiza la protección y la privacidad de los datos. La ejecución de programas de protección social en un mundo cada vez más digital exige un planteamiento global y sistémico para crear infraestructuras compartidas que funcionen de forma integral para todo el gobierno, incluso cuando los puntos de partida procedan de iniciativas fragmentadas. No se trata en absoluto de un concepto nuevo. El enfoque de la infraestructura pública digital (IPD) esbozado por el G20 ofrece una continuidad moderna a esa conceptualización de todo el gobierno. Los programas de protección social en general se beneficiarían de aprovechar el enfoque de pensamiento de sistemas compartidos sin dejar de operar dentro de sus realidades contextuales específicas y las limitaciones de trabajar con personas necesitadas. 

Aunque los sistemas digitales de prestación de servicios se presentan aquí en el contexto de la protección social, esto no debe interpretarse como un servicio a intereses sectoriales estrechos. Los sectores tienen un papel fundamental en la creación de DPI y bienes públicos digitales (DPG) nacionales, sobre los que otras estructuras (públicas y privadas) deberían poder seguir construyendo. Esta visión es necesaria desde la perspectiva de la prestación de protección social, pero también se deriva de la naturaleza de los intercambios de datos entre estructuras organizativas y políticas, y de la aspiración de proporcionar una protección social adecuada, integral y sostenible a todos los miembros de la sociedad. El diseño de sistemas de prestación digitales para ampliar los programas sociales abarca las políticas, los datos, los procesos, la gobernanza, la tecnología y los criterios de desempeño necesarios para la prestación de protección social. Con este fin, los denominados «sistemas digitales de prestación de protección social» (DSPDS, por sus siglas en inglés) personifican un enfoque de DPI para programas sociales con inversiones entrelazadas en múltiples plataformas de servicios públicos, incluidos sistemas de identificación únicos, registros sociales dinámicos (dSR, por sus siglas en inglés), sistemas de gestión de operaciones de beneficiarios (BOMS, por sus siglas en inglés), pagos multiprograma-multiproveedor y registros integrados de beneficiarios (IBR, por sus siglas en inglés), todos ellos diseñados para ser interoperables entre sí desde su concepción. Los DSPDS también utilizan sistemas geoespaciales, de gestión de casos, de reparación de agravios y de quejas y recursos, así como una serie de fuentes multisectoriales administrativas y de macrodatos. Los DSPDS encarnan la noción de «motores invisibles» que facultan a los programas para ofrecer resultados de los gobiernos a las personas, repercutiendo en los hogares de múltiples maneras. Construir DSPDS para que sean interoperables en todo el gobierno permite la ejecución articulada de las políticas de protección social, aprovechando las complementariedades y reduciendo las redundancias entre los diferentes programas. Los sistemas de prestación de protección social son el entorno operativo para la aplicación de las prestaciones y los servicios de protección social, tendiendo puentes entre las personas y las instituciones a lo largo de toda la cadena de prestación. Los DSPDS hacen referencia a un conjunto de sistemas interoperables que intercambian información sin fisuras para facilitar la inclusión dinámica de las personas, así como la coordinación y la prestación eficaz de los programas sociales. Aportan nuevas capacidades, así como nuevos riesgos y responsabilidades con profundas implicaciones para la relación de confianza entre los gobiernos y las personas. El desempeño de estos sistemas son los «datos» recogidos de múltiples fuentes, curados, compartidos a través del consentimiento informado de individuos y hogares, y analizados para tomar decisiones políticas a través de un esfuerzo sistemático de todo el gobierno. Para los responsables de las políticas de protección social y los profesionales que trabajan en países de renta baja y media. Por un lado, la Nota de orientación establece un marco con visión de futuro para abordar las características fundamentales de los DSPDS que se extienden a los datos, los procesos, las tecnologías, las instituciones y los criterios de desempeño que intervienen en el diseño, la aplicación y la gobernanza de dichos sistemas. 

Por otro lado, la Herramienta de Evaluación está pensada para hacer balance de los sistemas existentes a partir de la Nota Orientativa. Mientras que ciertos sistemas de componentes reciben mayor atención y constituyen el foco del Libro de Recurso (por ejemplo, dSR), no profundiza en otros componentes clave, como la identificación única y los pagos, dado que existen herramientas ISPA para dichos. En consonancia con la Junta de Cooperación Interinstitucional de Protección Social, la protección social se define como «el conjunto de políticas y programas destinados a prevenir o proteger a todas las personas contra la pobreza, la vulnerabilidad y la exclusión social a lo largo de su ciclo vital, haciendo especial hincapié en los grupos vulnerables.» El Libro de Escenarios se centra sobre todo en los programas de protección social no contributivos, pero los principios básicos de este informe pueden extrapolarse a los regímenes contributivos. A medida que los países avanzan hacia la protección social universal, es crucial dar prioridad al apoyo a los más pobres y vulnerables, y la asistencia social debe desempeñar un papel central. Los DSPDS no pueden funcionar en un vacío político: estos sistemas de información son un medio para alcanzar un fin, no el fin en sí mismo. Cada vez más gobiernos han adoptado políticas nacionales de protección social para establecer los objetivos estratégicos y a medio y largo plazo de los programas de protección social. Los sistemas digitales de prestación de servicios son instrumentos habilitadores para alcanzar esos objetivos políticos. Creer que una «maquinaria» más avanzada para la prestación eficiente de protección social es un fin en sí mismo podría tentar a los gobiernos y a otras partes interesadas a crear sistemas de prestación digitales muy sofisticados que aprovechen las últimas tecnologías disponibles. Sin embargo, si bien es cierto que estos sistemas pueden reportar grandes beneficios, también existen riesgos, conocidos y desconocidos, que merecen una cuidadosa atención. Las inversiones en DSPDS deben estar firmemente ancladas en sólidos marcos jurídicos y políticos que informen su diseño y proporcionen las salvaguardias necesarias para garantizar que se utilicen eficazmente para los fines previstos y estén sujetas a disposiciones generales de buena gobernanza, incluidas las disposiciones de protección de datos y ciberseguridad. Cuando se articulan con las políticas de protección social adecuadas, los sistemas de prestación pueden constituir un potente entorno operativo para la ejecución de programas. Los sistemas de prestación de protección social desempeñan diferentes funciones a lo largo de las fases de ejecución de una cadena de prestación. Estas fases son comunes a la mayoría de los programas de protección social e incluyen la evaluación (divulgación, admisión y registro, y evaluación de las necesidades y condiciones), la inscripción (determinación de la elegibilidad, inscripción y decisiones sobre el paquete de prestaciones y servicios, e incorporación), la provisión (pagos de prestaciones y prestación de servicios) y la gestión (gestión de las operaciones de los beneficiarios, incluido su cumplimiento, actualizaciones de datos, reclamaciones, salidas y resultados de los casos). 

 

Los principales agentes interactúan a lo largo de toda la cadena de prestación: por un lado, las personas (solicitantes o beneficiarios) y, por otro, las instituciones (centrales y locales). Estas interacciones se ven facilitadas por las comunicaciones, la tecnología y la infraestructura de datos. La integración de las funciones de prestación a través de múltiples programas reduce la fragmentación, mejora la coordinación y promueve la armonización entre los programas de protección social y más allá, generando sinergias y eficiencias fiscales muy necesarias, pero lo más importante, garantizando que las personas estén efectivamente protegidas en diferentes momentos de su ciclo de vida. La creación de DSPDS requiere una orientación hacia los procesos empresariales y un enfoque de arquitectura de sistemas abierto e interoperable que permita el intercambio de datos para lograr una mayor funcionalidad, producir resultados analíticos más ricos y optimizar los costos. Un enfoque orientado a los procesos y a la cadena de suministro para crear sistemas interoperables garantiza la racionalización de los procesos de los programas de protección social y la generación, el almacenamiento, la gestión y el análisis de datos de alta calidad. El informe aborda de manera exhaustiva la importancia de implementar sistemas digitales en la entrega de protección social para lograr una inclusión dinámica y una mayor interoperabilidad. Se destaca la necesidad de adoptar tecnologías digitales para mejorar la eficiencia y efectividad de los programas de protección social, permitiendo una mayor cobertura y una distribución más equitativa de los recursos. A través de la integración de sistemas digitales, se busca facilitar el acceso de los beneficiarios a los servicios, reducir la carga administrativa y optimizar la gestión de datos para una toma de decisiones más informada. El informe resalta la importancia de armonizar cuestionarios socioeconómicos para simplificar la recopilación de datos y mejorar la gestión de la información en los registros sociales. Al consolidar múltiples cuestionarios en uno solo, se logra una mayor eficiencia en la recolección de datos, reduciendo la carga de información para los hogares y optimizando los procesos de gestión de datos en los registros sociales. Esta armonización permite la creación de cuestionarios robustos pero extensos, adaptados a las necesidades de múltiples programas, aunque la longitud de los cuestionarios puede generar fatiga en los encuestados y afectar la calidad de los datos recopilados. Además, se analiza el caso de Chile, que ha implementado diversos instrumentos de focalización para priorizar los beneficios y servicios sociales desde la década de 1980. Se mencionan instrumentos como la Ficha CAS, la Ficha de Protección Social y el Registro Social de Hogares, cada uno con enfoques metodológicos específicos para clasificar a los hogares según sus necesidades y vulnerabilidades socioeconómicas. Se destaca la evolución hacia un enfoque de vulnerabilidad en la focalización de beneficios, con la incorporación de variables como la capacidad generadora de ingresos y la verificación de datos a través de sistemas administrativos. Este caso ejemplifica la importancia de adaptar los sistemas de protección social a las necesidades cambiantes de la población y mejorar la calidad de la información mediante el uso de datos administrativos.

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