Esta publicación es una de una serie de cinco monografías producidas por el Banco Interamericano de Desarrollo para hacer un balance de las lecciones aprendidas de las evaluaciones de impacto de las inversiones apoyadas por el Grupo BID durante más de una década en una amplia gama de sectores de desarrollo económico y social. El objetivo de las evaluaciones y de estas cinco monografías consiste en identificar políticas y programas que funcionen, mejorar el uso de evidencia rigurosa en la toma de decisiones y, eventualmente, mejorar las vidas de las personas en América Latina y el Caribe. La cobertura de las evaluaciones de impacto del Grupo BID abordadas en las cinco monografías no pretende ser exhaustiva de todas las evaluaciones apoyadas por el Grupo, sino resumir lecciones sobre temas con múltiples evaluaciones completadas sobre una intervención o resultado común. A medida que el interés regional en la mitigación y adaptación al cambio climático sigue aumentando, se observa una demanda creciente para identificar políticas efectivas con el fin de (1) frenar la deforestación, (2) promover el crecimiento con sostenibilidad y (3) mejorar la resiliencia climática de las poblaciones afectadas. Se estima que el 17% de las emisiones globales de CO2 se deben a la deforestación y a la degradación de los bosques. Al mismo tiempo, los bosques juegan un rol crucial en la mitigación del cambio climático y para mantener las funciones de los ecosistemas esenciales para la supervivencia y el bienestar humano. Por lo tanto, se presta una atención cada vez mayor a la preservación de los bosques tropicales y al aumento del financiamiento disponible para apoyar dichas iniciativas. Por ejemplo, Noruega está invirtiendo aproximadamente USD 500 millones anuales en conservación. En el mismo sentido, con el objetivo de reducir la deforestación tropical en un 50% hacia 2020 y completamente hacia 2030, unas 190 entidades firmaron la Declaración de Nueva York Sobre los Bosques en 2014. Entre los signatarios hay gobiernos, empresas y organizaciones no gubernamentales. Esta amplia participación señala la importancia que se otorga a los bosques como parte de una solución internacional al cambio climático. Poner freno a la pérdida del bosque tropical y fortalecer la recuperación de estos bosques podría proporcionar más de una cuarta parte de la reducción de emisiones necesarias hacia 2030 para evitar los impactos catastróficos del cambio climático. Cerca del 35% de todos los bosques en el planeta se encuentran en América Latina y el Caribe. Las reservas de carbono de los bosques de la región representan casi el 50% del total de carbono a nivel de la superficie en los trópicos en todo el mundo. Desafortunadamente, la región ha experimentado un rápido proceso de pérdida de bosques entre 2000 y 2017 que representa cerca del 22% del total de la pérdida global de bosques. El documento revisa las evaluaciones que pretenden identificar políticas efectivas para frenar la pérdida de bosques y los cambios en los usos del suelo. Estas políticas pueden clasificarse en términos amplios como centralizadas (mediante la creación de áreas protegidas); descentralizadas (otorgando a los grupos indígenas y comunidades locales títulos formales de propiedad de la tierra); y basadas en el mercado (mediante sistemas de certificación). A pesar del ritmo acelerado de la inversión para reducir las emisiones causadas por la deforestación y la degradación de los bosques, los responsables de las políticas de conservación forestal en la región siguen teniendo recursos limitados.
Por lo tanto, es más importante que nunca tener iniciativas efectivas, lo que a su vez requiere evaluaciones objetivas y rigurosas que analicen en qué medida las políticas de conservación de los bosques logran sus objetivos. Hasta hace relativamente poco, esas evaluaciones rigurosas no eran habituales debido principalmente a dos factores. En primer lugar, los científicos y los profesionales de la conservación han dependido históricamente de la intuición y de anécdotas para orientar el diseño de las inversiones de conservación, de modo que la demanda de evaluaciones rigurosas de la política de conservación de los bosques era limitada. En segundo lugar, recopilar y analizar los datos requeridos ha demostrado ser prohibitivamente caro, dado que las evaluaciones de las políticas de conservación de los bosques se basaban en costosas mediciones en el terreno. Sin embargo, a lo largo de las dos últimas décadas los costos de evaluación se han reducido drásticamente a medida que los datos de alta resolución por sensor remoto (satélite) sobre la deforestación y la degradación se han hecho públicamente disponibles, se han desarrollado programas de sistemas de información geográfica (GIS) y ha aumentado la capacidad necesaria para analizar los datos. Estos avances han creado nuevas e importantes oportunidades para mejorar nuestra comprensión de la efectividad de la política de conservación de los bosques. Conscientes de los costos políticos, la escasez de financiamiento y la falta de apoyo institucional que afectan la creación y la eficacia de las áreas protegidas, los países en vías de desarrollo están descentralizando cada vez más la gestión de los bosques otorgando a las comunidades indígenas títulos formales y legales de propiedad de la tierra. Casi una tercera parte de los bosques en el mundo en vías de desarrollo está actualmente gestionada por las comunidades locales, más del doble del porcentaje de bosques actualmente situados en áreas protegidas. Sin embargo, se sabe poco acerca de los efectos de los títulos de propiedad en la tala y alteración de los bosques, ambas de las cuales siguen siendo problemas urgentes. Se sugiere que los enfoques descentralizados, que incluyen la concesión de títulos o la transferencia de la gestión de los bosques a las comunidades indígenas, pueden contribuir a combatir la deforestación, la degradación y el cambio climático. Sin embargo, el efecto de la gestión descentralizada de los bosques en general y la concesión de títulos a las comunidades locales en particular depende de las condiciones locales.
El informe analiza exhaustivamente diversas estrategias y enfoques exitosos para promover la conservación forestal, la sostenibilidad medioambiental y la resiliencia frente al cambio climático, centrándose en identificar qué acciones y políticas han demostrado ser efectivas para mejorar vidas y proteger los recursos naturales. El informe destaca el papel fundamental de la colaboración entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales y comunidades locales en la implementación de programas de conservación forestal. Se enfatiza la importancia de involucrar a las comunidades que dependen de los recursos forestales, brindándoles voz y poder de decisión en la gestión sostenible de los bosques. Estas iniciativas participativas no solo fomentan la conservación de los bosques, sino que también promueven el bienestar de las poblaciones locales al garantizar su acceso a recursos forestales de manera sostenible. Además, el informe resalta la eficacia de los incentivos económicos y programas de pagos por servicios ambientales para la conservación de bosques. Estos mecanismos proporcionan compensaciones financieras a quienes contribuyen a la protección y restauración de los ecosistemas forestales, lo que motiva a las comunidades y propietarios de tierras a adoptar prácticas sostenibles y reducir la deforestación. En cuanto a la sostenibilidad medioambiental, se subraya la importancia de la adopción de tecnologías limpias y la transición hacia fuentes de energía renovable. La implementación de políticas que promuevan la eficiencia energética y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero es crucial para mitigar el cambio climático y preservar el medio ambiente a largo plazo. Por último, el informe hace hincapié en la necesidad de fortalecer la resiliencia de las comunidades frente al cambio climático. Esto incluye la implementación de estrategias de adaptación que ayuden a las comunidades a enfrentar los impactos adversos del cambio climático, como inundaciones, sequías o eventos climáticos extremos. Estas estrategias pueden incluir la diversificación de medios de vida, la implementación de sistemas de alerta temprana y la infraestructura resistente al clima. En resumen, el informe destaca que la combinación de enfoques participativos, incentivos económicos, tecnologías sostenibles y estrategias de adaptación son fundamentales para promover la conservación forestal, la sostenibilidad medioambiental y la resiliencia ante el cambio climático, contribuyendo así a mejorar la calidad de vida de las personas y proteger el planeta.
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