Con el fin de explorar todas las opciones posibles para el desarrollo sostenible de la bioenergía en diversas regiones, IRENA ha llevado a cabo una serie de estudios centrados en diferentes materias primas, desde los cultivos energéticos hasta los residuos agrícolas. Cada estudio aporta soluciones basadas en hechos y adaptadas a diferentes contextos regionales, siendo la sostenibilidad la consideración primordial para garantizar que el desarrollo de la bioenergía se ajusta a las funciones ecológicas y a los objetivos socioeconómicos. Los responsables de la toma de decisiones deben ser especialmente conscientes de las limitaciones de las estimaciones proporcionadas, puesto que se requiere un análisis más profundo que tenga en cuenta los contextos ecológicos y socioeconómicos locales para lograr un equilibrio entre la maximización de la productividad y la preservación de los esfuerzos de conservación ecológica. En los seis países evaluados, la superficie que podría dedicarse a la producción sostenible de cultivos bioenergéticos (teniendo en cuenta las restricciones legales y las directrices medioambientales) se estimó en 2,15 millones de hectáreas en 2019. La mayor parte se encuentra en tres países -Cuba (68,7%), República Dominicana (12,8%) y Haití (12%)- y representa una fracción de la superficie terrestre de cada país (14,2% en Cuba, 5,7% en República Dominicana y 9,3% en Haití). Para la evaluación del potencial de producción de bioenergía en los países considerados en este estudio, se adoptó sólo una parte de esta superficie potencial. La producción potencial anual de caña de azúcar y palma aceitera -así como su conversión en biocombustibles (etanol y biodiesel) y bioelectricidad- se evaluó asumiendo desempeños medios en cuatro escenarios tecnológicos, además del uso del suelo. Para el etanol, considerando la disponibilidad actual de melaza (destilerías anexas a ingenios), la producción total de etanol en las islas estudiadas se estimó en 303 millones de litros, de los cuales Cuba aporta el 67,4% y República Dominicana el 19,4%. Al considerar una expansión de las áreas cultivadas con caña de azúcar y un proceso de conversión de última generación en un escenario mejorado (destilerías autónomas, producción de caña de azúcar mejorada), la producción potencial total de etanol aumenta a 13.900 millones de litros, de los cuales 64,9% corresponde a Cuba y 16,5% a Haití. El biodiésel a partir de aceite de palma se estimó entre 843 y 1 386 millones de litros; sin embargo, es importante señalar que estas estimaciones preliminares presentan incertidumbres vinculadas a las limitaciones hídricas y a la calidad del suelo, entre otros factores, que podrían dar lugar a reducciones considerables de los potenciales estimados en este informe. Estos niveles de producción de biocombustibles, con las excepciones de Trinidad y Tobago y Jamaica, superan ampliamente la demanda interna de combustibles fósiles en los países considerados. La generación de bioelectricidad se evaluó considerando esquemas de cogeneración, en el caso de la caña de azúcar y la palma aceitera, y el uso de residuos sólidos urbanos (RSU) como fuente de biomasa para la generación de bioenergía. Las centrales térmicas que queman bagazo de caña de azúcar y paja, junto con el aprovechamiento de los residuos sólidos del aceite de palma y el biogás procedente del tratamiento anaeróbico de los residuos líquidos de la extracción del aceite de palma, pueden generar unos 20,6 teravatios hora (TWh) y 2,4 TWh de energía, gran parte de ellos en Cuba y la República Dominicana.
La disponibilidad de RSU depende de la densidad de población y de factores como la composición de los residuos y los procesos de recogida. En este estudio, se estimó que el biogás procedente de la conversión anaeróbica de los RSU en vertederos sanitarios y la quema directa de combustible procedente de los RSU podrían generar 791 y 1 860 gigavatios hora (GWh) de electricidad al año, respectivamente. El enfoque integral de IRENA para el desarrollo sostenible de la bioenergía incluye una serie de estudios que profundizan en diversas opciones de materias primas en varias regiones. Estos estudios analizan meticulosamente un espectro de fuentes, que van desde los cultivos energéticos específicos hasta los residuos agrícolas. El objetivo es ofrecer una comprensión matizada de las posibilidades de desarrollo de la bioenergía adaptada a contextos regionales específicos (especialmente en distintos continentes) y también a usos finales. En particular, los estudios se basan en análisis científicos basados en datos y pruebas objetivas. Al examinar diferentes tipos de materias primas, estos estudios ofrecen una visión polifacética de las posibles fuentes de bioenergía, teniendo en cuenta su disponibilidad, viabilidad e impacto sobre el medio ambiente. Especialmente, el énfasis en la sostenibilidad dentro de estos estudios es primordial. Recientemente se ha publicado un informe con un análisis y un debate exhaustivos sobre los aspectos de sostenibilidad de la bioenergía. La atención se centra en garantizar que el desarrollo de la bioenergía se ajuste tanto a las funciones ecológicas como a los objetivos socioeconómicos, contribuyendo al mismo tiempo a los objetivos climáticos. Estos resultados pretenden dotar a los responsables de la toma de decisiones de la información necesaria para aplicar estrategias de desarrollo de la bioenergía en diversas regiones de todo el mundo. Este informe en particular ofrece una evaluación preliminar del potencial técnico de la bioenergía en seis Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) del Caribe: Cuba, República Dominicana, Haití, Jamaica, Trinidad y Tobago y Guyana. Estos países corresponden aproximadamente al 94% de la superficie total de esta región y al 93% de la población total. Tres fuentes de materia prima, caña de azúcar, palma aceitera y residuos sólidos urbanos (RSU) fueron consideradas para la producción de bioenergía, considerando biocombustibles líquidos (etanol y biodiesel) y bioelectricidad. El resto de la sección ofrece información básica sobre los seis pequeños estados insulares en desarrollo (PEID) cuyo potencial bioenergético sostenible actual y prospectivo fue evaluado. La situación actual de estos países se describe brevemente basándose en sus indicadores socioeconómicos y energéticos y en la situación actual del uso de la tierra. Aunque los PEID difieren significativamente en cuanto a extensión territorial, sistemas de gobierno, desarrollo económico y características geográficas, comparten varias particularidades; esto llevó a las Naciones Unidas a reconocerlos como un grupo con características propias, entre ellas la dependencia de los combustibles fósiles, una actividad industrial restringida y economías de proporción limitadas. Los PEID del Caribe son un conglomerado diferenciado de 26 países en desarrollo que se enfrentan a retos de desarrollo sostenible similares, entre los que se incluyen, por ejemplo, el aumento de la población, la restricción de recursos, la distancia, la vulnerabilidad a los fenómenos naturales, la fragilidad frente a los choques externos, la dependencia desproporcionada del comercio internacional y un medio ambiente frágil.
Este estudio de IRENA sobre la bioenergía sostenible en el Caribe proporciona una visión holística del potencial de bioenergía en seis pequeños estados insulares en desarrollo en la región del Caribe: Cuba, República Dominicana, Haití, Jamaica, Trinidad y Tobago y Guyana. El informe evalúa el potencial de utilizar diversas materias primas, como la caña de azúcar, la palma aceitera y los residuos sólidos municipales, para producir bioenergía, teniendo en cuenta el equilibrio crucial entre la salud ecológica y los beneficios socioeconómicos en estos estados. El informe analiza la viabilidad y el potencial de la bioenergía sostenible en los pequeños estados insulares en desarrollo del Caribe (SIDS, por sus siglas en inglés). Se centra en identificar fuentes de biomasa y tecnologías de conversión de energía que puedan ser adecuadas para estas naciones, teniendo en cuenta sus limitaciones geográficas y económicas. Se destaca que los SIDS del Caribe tienen un gran potencial para el desarrollo de la bioenergía debido a su abundancia de recursos naturales, como la biomasa agrícola y forestal, así como el alto nivel de radiación solar. Sin embargo, se señala que la falta de infraestructura y la limitada capacidad técnica y financiera son desafíos significativos para la implementación de proyectos de bioenergía a gran escala en la región. El informe también aborda la importancia de garantizar que la bioenergía se produzca de manera sostenible, minimizando los impactos negativos en el medio ambiente y en las comunidades locales. Se sugiere la adopción de prácticas agrícolas sostenibles, como la producción de cultivos energéticos en tierras degradadas o marginales, y el uso eficiente de los residuos agrícolas y forestales para la producción de energía. En resumen, el informe destaca el potencial de la bioenergía sostenible para contribuir a la seguridad energética y al desarrollo económico de los SIDS del Caribe, pero subraya la importancia de abordar los desafíos técnicos, financieros y ambientales para lograr una implementación exitosa.
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