El siguiente informe aborda la valoración de los beneficios
de resiliencia derivados de los programas de renovación de edificios para
servicios públicos. Define la resiliencia como la capacidad de resistir y
recuperarse de interrupciones como los cortes de energía, y señala que las
renovaciones pueden mejorarla mediante la eficiencia energética, la
supervivencia pasiva durante los cortes y una recuperación más rápida del
sistema. Sin embargo, destaca que los beneficios de resiliencia suelen estar
subvalorados o ausentes de las evaluaciones de programas de servicios públicos.
Propone diferentes enfoques para valorar la resiliencia, que van desde
consideraciones cualitativas que la describen como una mejoría en la
confiabilidad o como un beneficio conjunto de evasión de riesgos, hasta métodos
cuantitativos que incluyen cálculos de costos evitados y pruebas de eficacia
económica. Recomienda medidas para que los servicios públicos mejoren la
recolección de datos sobre los impactos de la resiliencia, incluyan la resiliencia
en la planificación y divulgación de programas, y obtengan apoyo regulatorio
para valorarla adecuadamente. Reconocer los beneficios de resiliencia puede
ayudar a diseñar programas más efectivos que proporcionen múltiples flujos de
valor a los clientes, lo que se traduce en comunidades más adaptables a los
impactos climáticos. La discusión se adentra tanto en enfoques cualitativos
como cuantitativos para valorar los beneficios de resiliencia de los proyectos
de eficiencia energética en edificaciones. Los primeros se utilizan con fines
de marketing y describen cómo programas como microredes y almacenamiento de
baterías limitan la duración y la frecuencia de los cortes. Los enfoques
cuantitativos emplean análisis de costos y beneficios, como cálculos de valor
presente neto basados en costos y ahorros de infraestructura resiliente.
Mejorar la resiliencia energética de los edificios mediante programas de
eficiencia energética permite a las personas refugiarse en el lugar durante
eventos climáticos y a las instalaciones críticas operar por más tiempo. Las
tecnologías eficientes como los aislamientos, controles y recursos de energía
distribuida pueden mejorar la capacidad de un edificio para mantener
condiciones habitables durante las interrupciones al retener calor o frío y
proporcionar energía de respaldo. Se discuten enfoques de valoración actuales,
como el marketing cualitativo por parte de los servicios públicos o el análisis
de costos y beneficios cuantitativos, y se recomienda que los servicios públicos
desarrollen la valoración de resiliencia, que los reguladores estandaricen la
cuantificación y que los defensores prioricen la resiliencia para ampliar las
renovaciones. Esto puede ayudar a las comunidades a adaptarse a los impactos
climáticos evitando cortes y facilitando una restauración de servicios más
rápida.
El documento explora diversos enfoques que los servicios
públicos pueden adoptar para valorar los beneficios de resiliencia derivados de
los programas de eficiencia energética en edificios. Se describe cómo
dispositivos conectados como bombas de calor pueden mejorar la regulación de la
temperatura y la resiliencia durante el clima extremo. Además, tecnologías de
generación y almacenamiento distribuido como la energía solar más el
almacenamiento de baterías pueden proporcionar energía de respaldo durante los
cortes. Más adelante, se discute cómo los servicios públicos pueden tener en
cuenta cualitativa o cuantitativamente los beneficios de resiliencia en sus
programas. Cualitativamente, pueden resaltar en materiales de marketing cómo
los programas mejoran la resiliencia. Cuantitativamente, se pueden evaluar las
inversiones en resiliencia mediante análisis de costos y beneficios a nivel de
proyecto, considerando costos, ahorros de facturas y programas de servicios
públicos, y valor de reducción de cortes de energía. Asimismo, métricas simples
como ROI, VPN y período de recuperación que incorporan beneficios de
resiliencia pueden evaluar proyectos. Contabilizar los beneficios de
resiliencia podría fomentar más inversiones en eficiencia y energía
distribuida. Se discuten varios enfoques para cuantificar y valorar los
beneficios de resiliencia de los edificios energéticamente eficientes. Se
resumen métricas y métodos utilizados en el programa de certificación de
edificios verdes LEED, investigación del Departamento de Energía y el Instituto
de Nuevos Edificios, y enfoques de valoración basados en costos de servicios
públicos. Por ejemplo, el crédito de supervivencia pasiva del programa LEED
evalúa la capacidad de los edificios para mantener condiciones interiores seguras
durante cortes de energía, utilizando métricas como la temperatura efectiva
estándar. Adicionalmente, la investigación del DOE y NBI identificó métricas
adicionales para medir la supervivencia pasiva y cuantificar beneficios como la
reducción de daños a ocupantes y propiedades. Por otro lado, los servicios
públicos pueden valorar la resiliencia utilizando enfoques existentes como
costos evitados y valor de carga perdida. El método de costos evitados, por
ejemplo, estima ahorros energéticos durante cortes y aplica costos marginales y
evitados basados en necesidades de energía de respaldo. Los estudios estiman el
valor de resiliencia por kWh ahorrado de medidas de eficiencia mediante este
método. Siendo así, se proporcionan fórmulas y ejemplos de valoración de
resiliencia utilizando enfoques basados en costos de servicios públicos. Por
otra parte, se aborda la valoración de la resiliencia en programas de
renovación de eficiencia energética. Se ofrece contexto sobre el programa de
Georgia Power que instala generadores de respaldo y almacenamiento de energía
para clientes a cambio de respuesta a la demanda durante cortes. Se discuten
diferentes métricas utilizadas para valorar la resiliencia, como el Valor de
Carga Perdida (VOLL), y se define como el valor en dólares por kWh de carga no
servida durante un corte. Además, se describe cómo las pruebas de
coste-eficacia de servicios públicos como la prueba de coste social incluyen
beneficios no energéticos como la resiliencia. Por otro lado, se esbozan
métricas de resiliencia del Manual de Práctica Estándar Nacional para el
Análisis Costo-Beneficio de Recursos de Energía Distribuida que pueden
incluirse en evaluaciones. Se dan ejemplos de jurisdicciones como Minnesota y
Maryland que han considerado la resiliencia como un beneficio no cuantificado o
a través de sumadores de proxys en sus pruebas de coste. Del mismo modo, se
incluyen recomendaciones como medidas que los servicios públicos, reguladores y
otras partes interesadas pueden tomar para valorar mejor e incluir los
beneficios de resiliencia en las evaluaciones de programas.
El documento presenta un análisis sobre la valoración de los
beneficios de resiliencia derivados de los programas de eficiencia energética
en el sector de la energía. Se destaca la importancia de comprender y evaluar
adecuadamente la resiliencia en el contexto de estos programas, considerando su
impacto tanto a nivel de proyecto como de programa. Se ofrecen diversas
estrategias y enfoques prácticos que los servicios públicos pueden emplear para
cuantificar y comunicar los beneficios de resiliencia, enfatizando la necesidad
de una evaluación integral que abarque aspectos cualitativos y cuantitativos.
En este sentido, se subraya la importancia de considerar la resiliencia como un
beneficio adicional de los programas de eficiencia energética, destacando cómo estas
iniciativas pueden contribuir a fortalecer la capacidad de resistencia de
edificios, comunidades y sistemas energéticos ante eventos disruptivos como
cortes de energía. Se exploran diversos métodos de valoración, desde análisis
económicos y evaluaciones de riesgos hasta métricas específicas que permiten
evaluar el impacto de las inversiones en resiliencia. Además, el informe
examina la necesidad de estandarizar las definiciones y metodologías de
valoración de resiliencia, resaltando el papel crucial que juegan los
reguladores, jurisdicciones y otras partes interesadas en este proceso. Se
proporcionan ejemplos de mejores prácticas y recursos disponibles en el sector,
incluyendo trabajos de organizaciones líderes en la materia como ACEEE, DOE,
EPRI, FEMA, IEEE, NARUC y NREL, entre otros. En última instancia, se hace
hincapié en la importancia de comunicar adecuadamente los beneficios de
resiliencia para priorizar inversiones que fortalezcan la capacidad de
resistencia de la infraestructura energética. Se destaca cómo la adopción de
prácticas de valoración estandarizadas y la integración de la resiliencia en la
planificación y ejecución de programas pueden contribuir a un sector energético
más robusto y preparado para hacer frente a futuros desafíos. En resumen, el
informe proporciona una visión integral sobre la valoración de la resiliencia
en el contexto de los programas de eficiencia energética, resaltando su
importancia y ofreciendo orientación práctica para su implementación efectiva.
En contexto, el informe destaca la necesidad crítica de
valorar adecuadamente los beneficios de resiliencia en los programas de
eficiencia energética, tanto a nivel de proyecto como de programa. Proporciona
una amplia gama de estrategias y enfoques prácticos que los servicios públicos
pueden adoptar para evaluar y comunicar estos beneficios, destacando la
importancia de una evaluación integral que abarque tanto aspectos cualitativos
como cuantitativos. Además, resalta la necesidad de estandarizar las definiciones
y metodologías de valoración de resiliencia, y enfatiza el papel clave de los
reguladores, jurisdicciones y otras partes interesadas en este proceso. Al
adoptar prácticas de valoración estandarizadas y comunicar adecuadamente los
beneficios de resiliencia, el sector energético puede fortalecer su capacidad
de resistencia ante eventos disruptivos y garantizar un suministro energético
confiable y sostenible en el futuro. En resumen, el informe ofrece una visión
integral y práctica sobre la valoración de la resiliencia en el contexto de los
programas de eficiencia energética, proporcionando orientación valiosa para la
toma de decisiones informadas y la planificación estratégica en el sector
energético.
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