La combinación de materias primas fósiles subvencionadas con mercados laborales de bajos salarios ha permitido la producción en masa de textiles baratos para satisfacer la creciente demanda de los consumidores. La producción masiva de textiles, tanto sintéticos como de origen biológico, también ha planteado importantes costos externos, como el 2%-7% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y el 20% de la contaminación anual de las aguas residuales industriales. Este informe se centra en el segmento de la confección como principal impulsor del crecimiento del mercado textil y principal responsable del impacto social y medioambiental de la producción textil actual. Las fibras plásticas son el principal componente de la demanda petroquímica del sector textil. este mercado ha superado a todas las demás aplicaciones finales del plástico en las últimas décadas. Reducir la demanda de textiles sintéticos basados en plásticos es un elemento importante del esfuerzo por reducir la demanda de productos petrolíferos. Entre los diversos materiales e impactos asociados de la industria textil actual, un material de fibra lleva la delantera: el poliéster. El poliéster, la forma fibrosa del polímero tereftalato de polietileno (PET, código de resina nº 1), constituye casi el 84% de la producción mundial de fibras sintéticas, una demanda mayor por un amplio margen que la de otras fibras derivadas de la petroquímica de esta categoría, como el nailon, el elastano y los acrílicos. En las dos últimas décadas, la producción de poliéster ha crecido cinco veces más rápido que la de algodón y ha duplicado la producción mundial de fibras. En la actualidad, el poliéster virgen procedente de combustibles fósiles representa más de la mitad del mercado total de fibras en peso. La producción de poliéster, al igual que otros sectores plásticos básicos como el de los envases, depende de la extracción de recursos no renovables y de una fabricación intensiva en emisiones, y crea legados de residuos de larga duración. En el segmento de la producción, el poliéster requiere dos insumos principales, tradicionalmente basados en combustibles fósiles -el monoetilenglicol (MEG) y el ácido tereftálico purificado (PTA)- e incurre en el uso de varios aditivos químicos y metalúrgicos nocivos. Estos componentes básicos del PET proceden de distintos puntos de la cadena de valor del petróleo y el gas, y para sintetizarlos ambos requieren procesos de alto consumo energético con subproductos tóxicos: El PTA se basa en el procesamiento de la nafta de las refinerías de petróleo crudo, y el MEG requiere el craqueo al vapor del etileno, y ambos generan subproductos de benceno. El uso y la eliminación del poliéster también plantean riesgos de contaminación del agua y daños ecológicos por la liberación de microplásticos procedentes del lavado y el deterioro de las prendas.
Sin embargo, el uso de productos petroquímicos en la industria de la confección no se limita al poliéster, ni siquiera a las fibras sintéticas. La producción de algodón puede utilizar productos petroquímicos en forma de fertilizantes y pesticidas durante el cultivo, y tintes sintéticos durante el procesamiento de la fibra y el tejido. Más allá del carbono incorporado y de la huella química de los textiles de confección, la consecuencia más grave se produce en la fase posterior al uso, en la que se calcula que el 73% de la ropa desechada acaba en vertederos o incinerada. Además, la exportación de residuos textiles a los países en desarrollo plantea problemas de justicia medioambiental. A diferencia de lo que ocurre en los sectores de los envases y la construcción, los consumidores tienen un gran poder de negociación a la hora de comprar prendas de vestir. Como resultado, una amplia gama de preferencias personales -como el estilo, la comodidad y la identidad- se unen a los factores diferenciadores más comunes de los bienes de consumo, como la calidad, la durabilidad y el precio, en el proceso de toma de decisiones de compra. Las tendencias de la moda son un motor especialmente importante del impacto social y medioambiental de la industria de la confección. La moda rápida ha sido la tendencia predominante en el mercado de la confección desde la década de 1990, y se caracteriza por una aceleración de los plazos de producción y venta, un elevado número de ciclos de tendencias y cambios de catálogo de productos, una disminución de la calidad de fabricación de las prendas, precios bajos y un intenso trabajo de marca y marketing para vender el último estilo de moda. El auge de la moda rápida ha creado ciclos de consumo y desecho muy acelerados, convirtiendo en desechables productos que antes se fabricaban de forma duradera, con un camión de basura de textil tirado en el vertedero o incinerado cada segundo. Las tendencias crean sus propios contra-movimientos, y en la industria de la confección los principios de la moda lenta están surgiendo pisándole los talones a la moda rápida. Las compras conscientes de la sostenibilidad son diferentes según las generaciones, las geografías y las personalidades. Los consumidores de la Generación Z están especialmente influidos por las preocupaciones medioambientales y sociales. Nueve de cada diez de estos consumidores creen que las empresas tienen la responsabilidad de abordar las cuestiones medioambientales y sociales. Además, se inclinan por marcas que apoyan valores compartidos como los derechos de los trabajadores, la acción por el clima y la equidad ejecutiva.
El informe destaca la posibilidad y la importancia de reducir el uso de productos petroquímicos en la industria textil. Se resalta la relevancia de esta reducción debido a los efectos negativos que los derivados del petróleo tienen en el medio ambiente, así como en la salud humana. El informe proporciona un análisis detallado de cómo la industria textil depende en gran medida de los productos petroquímicos para la fabricación de fibras sintéticas como el poliéster, nailon y otros materiales plásticos utilizados en la confección de prendas de vestir. Se señala que, a pesar de la conveniencia y versatilidad de los materiales derivados del petróleo en la industria textil, existen alternativas sostenibles y ecológicas. El informe destaca avances tecnológicos y materiales innovadores, como las fibras de origen natural, como el algodón orgánico, el cáñamo, el lino, la lana y la seda, que pueden reemplazar parcial o completamente a las fibras sintéticas. Además, el informe subraya la importancia de la concienciación y la adopción de prácticas sostenibles en toda la cadena de suministro textil, desde el diseño y la producción hasta el consumo y el reciclaje. Se hace hincapié en la necesidad de políticas gubernamentales que fomenten la transición hacia una industria textil más sostenible, así como en el papel fundamental de los consumidores en exigir y apoyar productos textiles fabricados de manera más ecológica y amigable con el medio ambiente. En resumen, el informe ofrece un panorama detallado sobre cómo reducir y eventualmente eliminar el uso de productos petroquímicos en la industria textil, promoviendo alternativas sostenibles y resaltando la importancia de un enfoque colectivo para lograr un cambio significativo en beneficio del medio ambiente y la salud humana.
Para leer más ingrese a:
https://rmi.org/insight/we-can-cut-petrochemicals-use-today-textiles/
https://rmi.org/insight/we-can-cut-petrochemicals-use-today-textiles/#download-form