WORLD ENERGY TRILEMMA 2024: EVOLVING WITH RESILIENCE AND JUSTICE

WORLD ENERGY TRILEMMA 2024: EVOLVING WITH RESILIENCE AND JUSTICE

El informe resalta la complejidad interconectada de las transiciones energéticas, trascendiendo más allá de simples avances tecnológicos y sustitución de combustibles. Estas transiciones representan una reorientación fundamental de nuestra relación con la energía, requiriendo cambios significativos en las estructuras organizativas y operativas de los sistemas energéticos. La importancia de involucrar a comunidades diversas en la comprensión de sus roles y opciones para moldear los sistemas energéticos del futuro se destaca como un punto a considerar. El informe, basado en entrevistas con expertos, analiza las implicaciones de la recuperación post-pandémica y la guerra en Ucrania en los sistemas energéticos de diferentes regiones, identificando desafíos, oportunidades y respuestas estratégicas a las recientes crisis. Se enfoca en gestionar los compromisos entre seguridad energética, equidad y sostenibilidad, las tres dimensiones del marco del Trilema Energético Mundial. Si bien los países europeos siguen entre los mejores en los índices generales, las entrevistas revelan desafíos debido a un nuevo tipo de shock energético impulsado por la demanda, exacerbado por la guerra en Ucrania. Esto ha llevado a una re-priorización de la seguridad energética y la asequibilidad sobre la sostenibilidad a corto plazo, aunque el compromiso a largo plazo con la descarbonización permanece fuerte. El informe subraya la necesidad de caminos de transición energética diversos e inclusivos, reconociendo que no hay una solución única para todos. Destaca la importancia de catalizar transiciones energéticas más justas, rápidas y amplias involucrando a más personas y comunidades en la comprensión de sus roles y opciones. 

En cuanto a los desafíos energéticos enfrentados por diferentes regiones del mundo y sus esfuerzos por equilibrar el Trilema Energético de seguridad, equidad y sostenibilidad, se observan dinámicas variadas. Europa experimentó un shock energético impulsado por la demanda tras la invasión de Ucrania y tuvo que reevaluar sus fuentes de energía, centrando la atención en la diversificación y las energías renovables, pero también enfrentando tensiones entre necesidades inmediatas y objetivos ambientales a largo plazo. América del Norte aborda el trilema a través de la resiliencia de infraestructuras, la equidad energética impulsada por la comunidad y la sostenibilidad ambiental, gracias a políticas como la Ley de Reducción de la Inflación. América Latina y el Caribe enfrentan desafíos complejos en el equilibrio entre seguridad, equidad y sostenibilidad en medio de cambios climáticos y políticos, confiando en subsidios para la asequibilidad mientras exploran fuentes de energía diversas y sostenibles. Asia busca la independencia energética, explorando energías renovables mientras lidia con la dependencia del carbón, y equilibrando el crecimiento económico con transiciones hacia energías limpias. Oriente Medio y los Estados del Golfo están transitando de la dominancia tradicional en petróleo y gas hacia energías renovables y nucleares, invirtiendo en fuentes energéticas diversas e iniciativas globales. África enfrenta una demanda creciente, desafíos de seguridad y una transición hacia energías más limpias, con esfuerzos hacia la adopción de energías renovables e integración regional. El informe resalta el Índice del Trilema Energético Mundial, que mide el desempeño del sistema energético integrado, y lo compara con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Índice de Transición Energética del Foro Económico Mundial, mostrando el desempeño consistente de los países nórdicos en todos los índices. Enfatiza la importancia del Marco del Trilema Energético Mundial como una herramienta de navegación para líderes energéticos en la gestión de demandas competidoras y el seguimiento del progreso.

El informe del Consejo Mundial de Energía sobre el Trilema Energético en 2024 destaca la profunda e interconectada naturaleza de las transiciones energéticas, que van más allá de los avances tecnológicos y la sustitución de combustibles. Estas transiciones representan una reorientación fundamental de nuestra relación con la energía, requiriendo cambios significativos en las estructuras organizativas y operativas de los sistemas energéticos. El informe subraya la importancia de involucrar a diversas comunidades en la comprensión de sus roles y opciones para moldear los sistemas energéticos del futuro. Se basa en entrevistas con expertos para discutir las implicaciones de la recuperación pospandémica y la guerra en Ucrania en los sistemas energéticos de diferentes regiones. Identifica desafíos, oportunidades y respuestas estratégicas a las recientes crisis, con un enfoque en gestionar los trade-offs entre seguridad energética, equidad y sostenibilidad, las tres dimensiones del marco del Trilema Energético Mundial. Europa enfrentó un shock energético impulsado por la demanda tras la invasión de Ucrania y tuvo que reevaluar sus fuentes energéticas, centrándose en la diversificación y las energías renovables, pero también en tensiones entre necesidades inmediatas y metas ambientales a largo plazo. América del Norte aborda el trilema a través de la resiliencia de la infraestructura, la equidad energética impulsada por la comunidad y la sostenibilidad ambiental, impulsada por políticas como la Ley de Reducción de la Inflación. América Latina y el Caribe enfrentan desafíos complejos en el equilibrio entre seguridad, equidad y sostenibilidad en medio de cambios climáticos y políticos, dependiendo de subsidios para la asequibilidad mientras exploran fuentes de energía diversas y sostenibles. Asia busca la independencia energética, explorando energías renovables mientras lidia con la dependencia del carbón, y equilibrando el crecimiento económico con las transiciones hacia energías limpias. El Medio Oriente y los Estados del Golfo están pasando de la dominancia tradicional del petróleo y el gas a energías renovables y nucleares, invirtiendo en fuentes energéticas diversas e iniciativas globales. África enfrenta una demanda creciente, desafíos de seguridad y una transición hacia energías más limpias, con esfuerzos hacia la adopción de energías renovables e integración regional.

El informe aborda diferentes aspectos de la transición energética en África y Asia, resaltando los desafíos y oportunidades en estas regiones. En África, están cobrando importancia los enfoques descentralizados y locales, con instituciones locales desempeñando un papel fundamental en la creación de mercados para nuevas tecnologías adaptadas a las necesidades regionales. La aprobación social es decisiva, especialmente para la eliminación del carbón. Sudáfrica ha tomado medidas para apoyar a los trabajadores afectados por el cierre de plantas de carbón. Se observan señales positivas como políticas de apoyo, creciente demanda, reducciones de costos en energías renovables y acceso a financiamiento, impulsando un mayor financiamiento del sector privado e inversión en la transición energética de África. Sudáfrica ha aumentado los umbrales de capacidad y flexibilizado los requisitos de licencias, lo que ha llevado a un aumento en los proyectos de energías renovables. África está demostrando un creciente compromiso con la cooperación regional y la diplomacia energética a través de iniciativas como el Pool de Energía de África Austral y los esfuerzos de la Comisión de la Unión Africana y AUDA-NEPAD para crear cohesión institucional y un mercado eléctrico único. La competencia geopolítica también está dando forma al panorama energético de África, con las inversiones de China superando las de los países occidentales. Sin embargo, existen planes del Banco Africano de Desarrollo, la UE y los EE. UU. para invertir en un corredor estratégico para competir con el acceso de China a minerales clave. En Asia, la seguridad energética es una fuerza impulsora, con países buscando independencia energética y abordando desafíos de infraestructura envejecida. El cambio climático representa una amenaza para la seguridad energética, lo que lleva a una mayor demanda de refrigeración y la necesidad de futurizar la infraestructura. La geopolítica global también impulsa la cooperación regional. La equidad energética es otro foco, con muchos países asiáticos al alcance de la electrificación universal. Los subsidios energéticos se ven como la base de la equidad, y los mercados energéticos interconectados y las respuestas de gestión de demanda local son elementos fundamentales. La sostenibilidad ambiental es una prioridad, con la gobernanza climática global manteniendo la visión a largo plazo en foco. La implementación de vehículos eléctricos y el auge del hidrógeno se están acelerando. Gestionar el Trilema Energético Mundial en Asia requiere abordar el contexto humano, garantizando la estabilidad política y social a través del crecimiento económico. El notable desarrollo económico de la región en la última década ha estado estrechamente ligado a su crecimiento sin precedentes en el consumo de energía, sacando a millones de la pobreza e impulsando el crecimiento industrial.

El informe analiza los desafíos que enfrenta la región de América Latina y el Caribe en la gestión del trilema energético de seguridad, equidad y sostenibilidad ambiental. La crisis de Ucrania ha reforzado el enfoque de la región en los combustibles fósiles para la seguridad energética, lo que ha llevado a un aumento en la exploración de petróleo y gas, incluso cuando los impactos del cambio climático como las sequías plantean riesgos para la alta dependencia de la región en la energía hidroeléctrica. El sector minero de la región está bien posicionado para capitalizar la demanda global de minerales críticos como el litio y el cobre, fundamentales para la transición energética. La equidad energética sigue siendo una preocupación clave, con los subsidios siendo un mecanismo primario para mantener la asequibilidad en medio de la inestabilidad política y económica. La sostenibilidad ambiental se destaca por la alta participación de renovables en la región, especialmente la hidroeléctrica, pero el cambio climático plantea desafíos. El surgimiento de bonos vinculados a la sostenibilidad y ESG está desbloqueando financiamiento para transiciones energéticas sostenibles, respaldado por marcos para guiar las inversiones. Gestionar el trilema implica fomentar asociaciones público-privadas, adoptar visiones a largo plazo resilientes a los cambios políticos y mejorar la capacidad institucional, mientras se navega la creciente influencia de la sociedad civil en proyectos energéticos.

El Medio Oriente y los Estados del Golfo (MEGS) están enfrentando activamente el dilema energético, equilibrando la seguridad energética, la equidad y la sostenibilidad ambiental. Los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) han propuesto establecer un centro regional de captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS) para lograr la neutralidad de carbono en la producción de combustibles fósiles. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos se han comprometido a lograr emisiones netas cero en sus compañías petroleras nacionales para 2050. En Líbano se ha introducido una ley transformadora de Energía Renovable Distribuida, permitiendo al sector privado producir y vender electricidad, facilitando el comercio entre pares y aprovechando el potencial solar del país en medio de desafíos económicos. Mientras que iniciativas como proyectos nucleares y colaboraciones internacionales muestran avances positivos, desafíos como la corrupción, problemas de gobernanza y diversas prioridades de desarrollo requieren soluciones flexibles y contextualizadas. Los Emiratos Árabes Unidos están equilibrando la seguridad energética y la sostenibilidad ambiental mediante proyectos nucleares, esfuerzos para lograr emisiones netas cero en las compañías petroleras nacionales para 2050, objetivos ambiciosos en renovables, proyectos de hidrógeno y eficiencia energética. El compromiso de los Emiratos con la sostenibilidad ambiental se extiende a la conservación de la biodiversidad y la diversificación económica a través de iniciativas como la Estrategia Nacional de Biodiversidad y el sector minero. La región de Medio Oriente enfrenta complejos desafíos climáticos, como la desertificación, tormentas de polvo y cambios en los patrones de precipitación, exacerbando la escasez de agua y poniendo a prueba la infraestructura. Se están considerando soluciones basadas en la naturaleza, como la plantación de manglares y el uso de agua de mar para riego. Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar reconocen la necesidad de responder a los impactos del cambio climático mientras diversifican sus economías dependientes del petróleo. La Visión 2030 de Arabia Saudita, la Iniciativa Verde Saudita y proyectos como NEOM y el Proyecto del Mar Rojo contribuyen a la diversificación económica y un futuro energético sostenible. El Reino de Arabia Saudita ha puesto su transición energética en el centro de su agenda de diversificación económica, lanzando más de 23 GW de proyectos de energía renovable, con objetivos ambiciosos para la generación de electricidad renovable y almacenamiento de energía. El Reino también está invirtiendo en tecnologías de captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS), esfuerzos de reforestación y fabricación de vehículos eléctricos. A medida que el mundo se aleja de los combustibles fósiles, los países del Golfo están considerando su potencial en elementos de tierras raras y el sector minero para estimular el crecimiento económico más allá de los hidrocarburos. El equilibrio del dilema energético en la región de MEGS requiere un enfoque matizado que considere la diversificación económica, la sostenibilidad ambiental y la transformación social, reconociendo la necesidad de cooperación internacional, transferencia de tecnología y un enfoque en las dinámicas y condiciones ambientales únicas de la región. 

El dilema energético de seguridad energética, equidad energética y sostenibilidad ambiental en América del Norte destaca los desafíos para la seguridad energética debido a la infraestructura envejecida, eventos climáticos extremos y la transición a energías renovables. La región está abordando la equidad energética al apoyar a los usuarios de energía de bajos ingresos y alejarse de industrias dependientes del carbón, especialmente para comunidades indígenas como la Nación Navajo. Los esfuerzos para promover la sostenibilidad ambiental incluyen un crecimiento significativo en tecnologías de energía limpia como vehículos eléctricos, energía solar, eólica e hidroeléctrica. Estados Unidos, Canadá y México están adoptando políticas e incentivos para reducir las emisiones de carbono y avanzar hacia un futuro de emisiones netas cero, aunque persisten desafíos en términos de asequibilidad, permisos, problemas de cadena de suministro y factores políticos. México se compromete a agregar 30 GW de capacidad de energía renovable para 2030, invirtiendo alrededor de $48 mil millones para duplicar sus capacidades renovables. Este esfuerzo, anunciado junto con nuevos objetivos climáticos con Estados Unidos, representa un impulso significativo hacia la reducción de emisiones y el fortalecimiento de la sostenibilidad en la región. La Ley de Reducción de Inflación de Estados Unidos (IRA) tiene como objetivo tener un impacto profundamente positivo en la sostenibilidad ambiental al fomentar el crecimiento de energía renovable, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y fortalecer la eficiencia energética a través de incentivos financieros y mecanismos de apoyo. La IRA extiende créditos fiscales para mejoras de eficiencia energética, introduce rebajas para electrodomésticos y reformas de hogares de alta eficiencia, y proporciona incentivos atractivos para iniciativas de energía solar y almacenamiento de baterías. La IRA también introdujo un crédito fiscal de producción para instalaciones nucleares existentes para apoyar su generación de electricidad de cero emisiones e incentivos para tecnologías nucleares avanzadas. Sin embargo, persisten desafíos en cuanto a la gestión de desechos nucleares, altos costos, complejidad operativa y seguridad. 

Las colaboraciones comunitarias, como las de la región carbonífera de Appalachia, están impulsando inversiones en proyectos de energía renovable y programas de reciclaje para trabajadores carboníferos desplazados, abordando aspectos ambientales, sociales y económicos de la transición energética. Un obstáculo significativo en Estados Unidos es la falta de inversión suficiente en infraestructura de transmisión para distribuir energía renovable en vastas distancias. Aunque la IRA busca abordar esto, su dependencia de agencias federales para la implementación corre el riesgo de enfrentar dificultades burocráticas y retrasos regulatorios. El éxito de los mecanismos de mercado de la IRA depende de esfuerzos paralelos para cambiar el comportamiento del consumidor hacia hábitos energéticamente eficientes. El enfoque de la IRA en energías renovables y modernización de infraestructuras podría mejorar la seguridad energética de Estados Unidos mediante la diversificación, pero también podría introducir nuevas vulnerabilidades, como distorsiones en el mercado, desestabilización de las cadenas de suministro energético y distribución desigual de beneficios entre diferentes grupos sociales y regiones. Además, la dependencia de soluciones de menor costo en el sector energético podría obstaculizar la adopción de infraestructuras de transmisión más costosas pero necesarias. La vulnerabilidad de la IRA ante la política electoral, con opiniones divergentes sobre sus posibles impactos en los costos energéticos, la confiabilidad de la red y la dependencia de otras naciones para minerales, plantea desafíos. Las vulnerabilidades en la cadena de suministro tecnológico, especialmente para paneles solares, transformadores y minerales críticos para la electrónica, son un desafío clave para la transición energética. Gobiernos, servicios públicos, fabricantes y desarrolladores se centran en abordar estos problemas a través de estrategias, créditos fiscales, fondos de inversión y acuerdos de cooperación internacional.

El Índice del Trilema Energético Mundial es un informe anual publicado por el Consejo Mundial de la Energía que mide el desempeño de los sistemas energéticos de 126 países en tres dimensiones: Seguridad Energética, Equidad Energética y Sostenibilidad Ambiental. La Seguridad Energética refleja la capacidad de un país para satisfacer de manera confiable las demandas energéticas actuales y futuras, recuperarse rápidamente de interrupciones y mantener suministros energéticos estables. La Equidad Energética incluye la accesibilidad, asequibilidad y abundancia de energía para todos los ciudadanos. La Sostenibilidad Ambiental se centra en minimizar el daño ambiental y los impactos del cambio climático, reflejando esfuerzos hacia la descarbonización y la mejora de la calidad del aire. El Índice sirve como un recurso para los formuladores de políticas, líderes energéticos y sectores financieros, destacando oportunidades de mejora y facilitando comparaciones del desempeño energético a lo largo del tiempo y entre países. Permite el benchmarking frente a prácticas líderes, evaluar la efectividad de políticas energéticas, priorizar entre necesidades energéticas competidoras, examinar los impactos de estrategias cambiantes y fomentar discusiones sobre innovación política. El Índice proporciona un ranking general y rankings individuales para cada dimensión, así como calificaciones de dimensión de A (más alta) a D (más baja). También incluye un índice histórico para cada dimensión desde 2000, permitiendo análisis de tendencias de desempeño. Aunque eventos o transiciones recientes del mundo pueden no estar completamente capturados debido a retrasos en datos, las tendencias de datos a largo plazo subyacentes proporcionan información valiosa para países que buscan un futuro energético seguro, equitativo y sostenible. De igual forma, el informe proporciona una descripción general de la metodología del Índice del Trilema Energético Mundial, que clasifica a los países según su desempeño en tres dimensiones: seguridad energética, equidad energética y sostenibilidad ambiental. También incluye una dimensión de contexto nacional. El Índice se calcula utilizando 32 indicadores subyacentes en 11 categorías, con datos obtenidos de organizaciones reputadas como la AIE, Banco Mundial y ONU. El Índice busca capturar el efecto agregado de políticas energéticas implementadas a lo largo del tiempo, proporcionando ideas sobre la eficacia de políticas y decisiones energéticas. Los países pueden subir o bajar en los rankings según cambios en su desempeño energético relativo a otros países, incluso si sus datos subyacentes permanecen iguales. La metodología ha sido revisada para permitir la comparación directa del desempeño de un país año tras año. El Índice está ponderado hacia las dimensiones de desempeño energético, por lo que los cambios en esas áreas tienen un mayor impacto en el ranking de un país que los cambios en el contexto nacional. Las políticas pueden afectar múltiples indicadores a través de las dimensiones, lo que dificulta identificar el impacto de una sola política. El Índice se esfuerza por proporcionar una evaluación equilibrada y contextualmente sensible de las situaciones energéticas de los países.

 

En general, el informe ofrece una visión integral de los desafíos y oportunidades que enfrenta el panorama energético global. Destaca la interconexión entre seguridad energética, equidad y sostenibilidad ambiental como elementos clave para abordar la complejidad de las transiciones energéticas en diferentes regiones del mundo. En este contexto, se analiza el impacto de crisis y eventos geopolíticos recientes, como el conflicto en Ucrania y la pandemia de COVID-19, que han generado cambios significativos en los patrones de consumo, la demanda energética y la percepción de riesgos en la seguridad energética. El informe subraya la importancia de políticas y estrategias que fomenten la diversificación de fuentes energéticas, la eficiencia energética y el uso responsable de recursos, así como la necesidad de impulsar la innovación y la colaboración internacional para alcanzar objetivos de desarrollo sostenible en el ámbito energético. En este sentido, se destacan iniciativas y proyectos emblemáticos que están marcando pauta en la transición hacia sistemas energéticos más limpios, inclusivos y resilientes, evidenciando la relevancia de abordar el trilema energético de manera integral y adaptativa a las realidades y desafíos específicos de cada región.  

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