La transición energética global exige un rediseño de los procesos de planeación, en el que la inclusión de actores diversos se convierte en un elemento indispensable para lograr una transformación justa y socialmente aceptada. Las estrategias de planeación energética a largo plazo buscan anticipar cambios en la demanda, promover tecnologías bajas en carbono y garantizar la resiliencia de los sistemas. Para lograrlo, se requiere un enfoque que combine análisis técnico con participación de los sectores que serán impactados. Los procesos participativos permiten traducir metas climáticas y de desarrollo en escenarios coherentes, generando espacios de deliberación donde se identifican riesgos, oportunidades y compromisos.
La participación de múltiples actores enriquece el diseño de los escenarios energéticos, puesto que incorpora perspectivas que los modelos puramente técnicos no capturan. Por ejemplo, las comunidades locales aportan información sobre aceptación social y posibles barreras territoriales, mientras que la industria y el sector financiero pueden señalar viabilidad económica y necesidades de inversión. De esta forma, los escenarios resultantes reflejan no solo trayectorias tecnológicas sino también las realidades sociales y políticas que condicionan su implementación. Este enfoque colaborativo también promueve la confianza, dado que los involucrados pueden ver cómo sus aportes se integran en los planes nacionales. Para que estos procesos sean efectivos, es necesario estructurarlos en etapas claras. La recopilación de conocimiento inicial ayuda a alinear expectativas y definir prioridades. Posteriormente, las actividades de co-creación facilitan el desarrollo conjunto de escenarios y políticas, mientras que la fase de diseminación asegura que los resultados lleguen a un público amplio y sean comprensibles. Herramientas como entrevistas, talleres, encuestas en línea y audiencias públicas se emplean de manera combinada según los objetivos de cada fase. La experiencia internacional demuestra que el uso de metodologías interactivas, como los ejercicios de “World Café” o plataformas digitales para consultas, mejora la calidad de los insumos y fomenta la apropiación de los resultados.
Asimismo, la diversidad de actores involucrados requiere un mapeo estratégico. Identificar a los responsables de la formulación de políticas, operadores de red, representantes de la industria, organizaciones civiles, instituciones científicas y comunidades locales permite diseñar mecanismos de participación ajustados a sus capacidades y expectativas. Países como Colombia han avanzado en enfoques territoriales que buscan integrar a comunidades históricamente marginadas, incorporando variables sociales y ambientales en los modelos energéticos y pasando de un enfoque centrado en costos a otro que valora beneficios regionales. En Panamá, extensas consultas con comunidades e indígenas han permitido generar aceptación social para la expansión de redes y el despliegue de renovables. Sin embargo, el diseño de estos procesos también enfrenta desafíos. La falta de retroalimentación sobre cómo se utilizan los aportes puede disminuir la motivación de los participantes. Además, existe el riesgo de que la participación se convierta en un simple requisito formal sin impacto real en las decisiones. Superar estos obstáculos implica adoptar mecanismos de comunicación bidireccional, garantizar transparencia y establecer indicadores para evaluar la efectividad de la participación. El uso de tecnologías emergentes como inteligencia artificial y procesamiento de lenguaje natural podría mejorar el análisis de comentarios y priorización de propuestas.
La implementación de procesos participativos en la planeación energética no solo optimiza los resultados técnicos, sino que fortalece la legitimidad de las políticas y aumenta la probabilidad de éxito en su ejecución. Al integrar perspectivas técnicas, económicas y sociales, los países pueden desarrollar hojas de ruta más realistas, equitativas y sostenibles, impulsando una transición que responda a las necesidades de toda la sociedad.
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