2025 International Energy Efficiency Scorecard

La eficiencia energética se ha convertido en un pilar esencial para enfrentar la crisis climática global y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El análisis comparativo de los países con mayor consumo energético del mundo muestra avances moderados, aunque desiguales, en materia de eficiencia en los sectores de edificios, industria y transporte. A través de indicadores de desempeño y políticas nacionales, se evalúa cómo las estrategias implementadas logran traducirse en menores niveles de intensidad energética y en un uso más racional de los recursos.

Los países europeos mantienen un liderazgo sostenido en la gestión de la energía, resultado de políticas integradas que combinan regulación, inversión y metas ambientales. Francia y Alemania destacan por su capacidad para vincular la eficiencia con la competitividad industrial, la rehabilitación de edificaciones y la modernización del transporte. La aplicación del Pacto Verde Europeo y la Directiva de Eficiencia Energética ha favorecido la reducción de emisiones mediante estándares comunes para equipos, motores, edificaciones y vehículos. A ello se suma una política de incentivos financieros y fiscales que estimula la renovación de edificios existentes y promueve la inclusión social a través de programas de eficiencia en hogares de bajos ingresos. En Asia oriental, la trayectoria de China, Japón y Corea del Sur demuestra un dinamismo notable. El fortalecimiento de la normativa para la industria, el impulso a los vehículos eléctricos y la expansión del transporte público han mejorado el rendimiento energético de la región. China se distingue por combinar crecimiento económico con disminución de la intensidad energética, al tiempo que amplía su infraestructura eléctrica y desarrolla mecanismos de crédito e incentivos para promover la innovación tecnológica. Estas medidas han impulsado la electrificación industrial, la mejora en motores y ventiladores eficientes y la consolidación de acuerdos voluntarios con fabricantes.

Por otro lado, los países de América del Norte y Oceanía muestran avances significativos pero con retos persistentes. Estados Unidos presenta reducciones notables en su intensidad energética y destina recursos importantes a la investigación, la innovación y la eficiencia en sectores de bajos ingresos. Sin embargo, su progreso en transporte continúa rezagado, con elevados niveles de movilidad en vehículos privados y una limitada expansión del transporte masivo. Australia, en cambio, ha reducido pérdidas en la transmisión eléctrica y ha reforzado su política de edificaciones sostenibles, aunque aún enfrenta desafíos en la industria pesada. En contraste, regiones como África y Medio Oriente reflejan un avance más limitado. Egipto, Arabia Saudita y Sudáfrica han mejorado sus marcos regulatorios y sus códigos de construcción, pero aún dependen en gran medida de los combustibles fósiles y de infraestructuras menos eficientes. La falta de datos consistentes y de mecanismos de seguimiento dificulta medir con precisión los progresos, lo que evidencia la necesidad de fortalecer las capacidades institucionales.

El transporte continúa siendo el sector más rezagado a nivel global. La mayor parte de los países aún mantiene altas tasas de uso de vehículos personales, con escasos incentivos para la movilidad activa y el transporte público. Solo unos pocos, como Italia, Francia y el Reino Unido, destinan mayores inversiones a infraestructura ferroviaria que a carreteras. Mientras tanto, China avanza con rapidez en la electrificación del transporte, logrando que casi la mitad de los automóviles vendidos sean eléctricos, un avance muy superior al promedio mundial. A su vez, se resalta la importancia de los edificios en la reducción del consumo energético. Las políticas de rehabilitación y los estándares de construcción eficientes no solo reducen emisiones, sino que mejoran la calidad de vida y la resiliencia ante temperaturas extremas. En los países donde existen códigos obligatorios para edificaciones residenciales y comerciales, se han logrado reducciones significativas en el uso de energía y en los costos asociados.

Los resultados reflejan que la eficiencia energética no depende exclusivamente del nivel de desarrollo económico, sino de la coherencia entre políticas públicas, incentivos y planificación a largo plazo. La convergencia entre innovación tecnológica, voluntad política y participación ciudadana es la vía más efectiva para consolidar una transición energética justa y sostenible. A medida que las economías buscan adaptarse a las exigencias del Acuerdo de París, la eficiencia se reafirma como una estrategia transversal capaz de reducir emisiones, fortalecer la seguridad energética y mejorar la resiliencia frente a los desafíos del cambio climático.

Para leer más ingrese a:

https://www.aceee.org/research-report/i2502

https://www.aceee.org/sites/default/files/pdfs/i2502.pdf

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