A pesar de los esfuerzos globales por movilizar financiamiento para enfrentar el cambio climático, la cantidad de recursos destinados a proyectos en los mercados emergentes y en desarrollo todavía resulta insuficiente y presenta varias dificultades para ser efectivos. La financiación privada, en particular, permanece concentrada en algunos sectores y países específicos, dejando de lado muchas áreas donde la inversión sería necesaria para impulsar la transición hacia economías bajas en carbono y resilientes frente a los impactos climáticos. En este contexto, es importante entender que no solo hace falta ampliar los flujos internacionales de capital, sino también aprovechar el potencial de ahorros y fondos domésticos que existen en estas economías. De hecho, en los últimos años, los flujos privados hacia estas regiones han mostrado un aumento significativo, especialmente provenientes de fuentes internas. Solo entre 2021 y 2023, el financiamiento privado total para clima en estos países casi se duplica, pasando de aproximadamente 95 mil millones de dólares a 187 mil millones. Dentro de estos datos, la mayor parte proviene de recursos nacionales, con unos 151 mil millones en 2023, mientras que la inversión extranjera pública y privada aún representa una fracción menor, del 19%.
De este modo, comprender la dinámica de estos flujos financieros resulta necesario para definir estrategias que puedan potenciar aún más el aporte del sector privado. Sin embargo, se enfrentan obstáculos que limitan la movilización de recursos y que, en ocasiones, generan costos adicionales o complicaciones en la estructuración de proyectos. La falta de información sobre proyectos con potencial de inversión, junto con la descoordinación entre los diferentes actores, contribuyen a una percepción de riesgo elevada por parte de los inversores. Además, los mercados financieros en los países en desarrollo suelen ser poco profundos y fragmentados, lo cual reduce la escala y la eficiencia de las operaciones de financiamiento. Frente a estos problemas, las soluciones planteadas enfatizan en la necesidad de fortalecer los acoplamientos entre diferentes actores a nivel nacional e internacional, promoviendo instrumentos financieros innovadores, como garantías de crédito que puedan movilizar recursos internos y disminuir riesgos percibidos. También resaltan la importancia de mejorar la calidad de los datos y la transparencia en la información sobre oportunidades de inversión, debido a que esto ayuda a reducir asimetrías y a construir confianza en los mercados locales.
Otra medida relevante consiste en la implementación de plataformas digitales que faciliten el acceso a mecanismos de mitigación y financiamiento, simplificando la interacción entre inversores y desarrolladores de proyectos. En ese sentido, mejorar y estandarizar los mecanismos de compartición de riesgos, como los esquemas de financiación combinada o de primer riesgo, puede ampliar el acceso a financiamiento en condiciones más favorables. Además, para que el financiamiento tenga un impacto duradero, es necesario fortalecer los marcos regulatorios y establecer políticas que sean estables y predecibles, ofreciendo a los inversores la seguridad de que sus recursos serán utilizados en proyectos alineados con metas nacionales e internacionales, como las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC). La movilización de inversión en equidad también participa en la estrategia, puesto que los fondos de desarrollo y los fondos filantrópicos pueden activar catalizadores que atraigan aún más recursos. La unión de pequeños proyectos fragmentados en carteras de inversión, a través de vehículos específicos, puede facilitar que los inversionistas institucionales participen de forma escalable y sostenible.
Para transformar estos acuerdos en resultados concretos, las instituciones, los gobiernos y los actores privados deben trabajar con mayor coordinación, apoyándose en una serie de acciones que permitan superar los obstáculos actuales. Es importante que las políticas públicas puedan traducir los compromisos internacionales en líneas de acción sectorizadas y con implementación práctica, garantizando que las metas relacionadas con la reducción de emisiones y adaptación se conviertan en oportunidades claras para el sector privado. En definitiva, el camino hacia una mayor movilización de financiamiento privado en los mercados emergentes requiere de estrategias integradas y de la adopción de herramientas innovadoras que reduzcan las incertidumbres, aumenten la transparencia y fortalezcan los mercados internos, aprovechando así el potencial latente para transformar el cambio climático en una fuente de crecimiento inclusivo y resiliente.
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