Microgrid Industry Update RE+ Microgrids 2025

La transición hacia un sistema eléctrico más resiliente, flexible y asequible está estrechamente ligada al desarrollo de microrredes. Estas configuraciones energéticas permiten que comunidades, industrias y servicios públicos mantengan el suministro durante emergencias, gestionen el crecimiento de la demanda y fomenten la integración de energías renovables. Su expansión en Estados Unidos ha estado acompañada de avances tecnológicos y regulatorios, aunque todavía enfrenta obstáculos derivados de la falta de marcos normativos coherentes, una valoración incompleta de sus beneficios y una comprensión desigual entre los distintos actores del sector energético. En los últimos años, el número de microrredes operativas ha crecido significativamente. Más de nueve gigavatios de capacidad instalada y miles de proyectos distribuidos evidencian que esta tecnología ya no es una promesa futura, sino una realidad tangible. Sin embargo, el mercado sigue dominado por clientes comerciales e industriales que pueden financiar soluciones propias, mientras que las comunidades vulnerables, la infraestructura crítica y los municipios dependen de subsidios o iniciativas públicas para acceder a ellas. De ahí surge la necesidad de integrar la equidad y la resiliencia comunitaria dentro de los procesos de planificación energética.

Los debates recientes han subrayado que el verdadero desafío no radica en la tecnología, sino en los marcos institucionales y económicos que determinan cómo se planifican y compensan los beneficios de las microrredes. A menudo, las evaluaciones de costo-beneficio ignoran atributos como la continuidad del servicio durante desastres, la estabilidad de voltaje o la capacidad de diferir costosas inversiones en transmisión y distribución. En consecuencia, la falta de metodologías uniformes impide comparar de forma justa las microrredes con las soluciones convencionales. Asimismo, las políticas estatales y federales presentan una diversidad de criterios que obstaculiza la expansión coordinada. En muchos casos, las leyes de franquicia limitan los modelos de propiedad compartida, las normas de interconexión son ambiguas y los cargos de respaldo desalientan la participación de terceros. Para revertir esta situación, se requiere una armonización regulatoria que facilite la inclusión de proyectos multiusuario y permita esquemas mixtos entre empresas, municipios y operadores privados. Al mismo tiempo, las microrredes están siendo consideradas como alternativas a las inversiones tradicionales en infraestructura eléctrica. En vez de construir nuevas líneas o reforzar redes sobrecargadas, los planificadores comienzan a analizar dónde la instalación de sistemas locales puede resultar más económica y sostenible. Este cambio de enfoque impulsa modelos como el Microgrid-as-a-Service y el Resilience-as-a-Service, que eliminan la necesidad de inversión inicial para los usuarios y amplían el acceso a la resiliencia energética.

La colaboración entre entidades públicas, empresas de servicios, desarrolladores tecnológicos y comunidades locales está emergiendo como un factor decisivo para acelerar la adopción de estas soluciones. En lugares como Nueva Orleans, la creación de centros de resiliencia comunitaria ha mostrado cómo la energía distribuida puede servir tanto a objetivos sociales como a la estabilidad del sistema eléctrico. Por otro lado, alianzas entre corporaciones tecnológicas y compañías eléctricas, como la de Bloom Energy, Amazon Web Services y AEP Ohio, demuestran la viabilidad de modelos modulares y despachables que responden a necesidades de capacidad inmediata sin comprometer la planificación a largo plazo. Varios estados han comenzado a integrar de manera sistemática la resiliencia en sus planes de distribución y recursos, incorporando métricas de vulnerabilidad y riesgo climático, así como tarifas específicas para microrredes. Esta tendencia apunta hacia un marco más coherente, donde la planificación, la regulación y las inversiones converjan en torno a metas compartidas: reducir emisiones, garantizar la continuidad del suministro y asegurar que los beneficios lleguen a toda la población. La expansión de las microrredes, por tanto, no depende únicamente de innovaciones tecnológicas, sino de una visión integrada que conecte la política energética, la regulación económica y la justicia social. A medida que los actores del sector coordinan esfuerzos, se perfila un escenario en el que estas redes locales pueden convertirse en una pieza estructural del sistema eléctrico del futuro, contribuyendo a su robustez, sostenibilidad y equidad.

Para leer más ingrese a:

https://sepapower.org/resource/microgrids-industry-update-2025/

https://s3.us-east-1.amazonaws.com/fonteva-customer-media/00Do0000000Yi66EAC/cWKMmmpn_Microgrid_Industry_Update_RE_Microgrids_2025_Final_pdf

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