La seguridad energética en Ucrania enfrenta desafíos persistentes mientras se aproxima una nueva temporada invernal en medio del conflicto armado. A pesar de los avances logrados durante la primavera y el verano en la reconstrucción de infraestructura energética, el sistema continúa expuesto a interrupciones severas. Los ataques rusos, cada vez más sofisticados y frecuentes, han afectado plantas térmicas, redes de calefacción y sistemas de generación eléctrica, lo que ha intensificado la vulnerabilidad del suministro energético.
Desde 2022, la capacidad de generación despachable ha sufrido una reducción significativa. Aunque se han recuperado algunos gigavatios, la dependencia de las plantas nucleares en el oeste y centro del país sigue siendo elevada. Esta concentración geográfica genera desequilibrios, especialmente cuando las regiones cercanas al frente de batalla enfrentan déficits energéticos. La interconexión con la red europea ha permitido importar electricidad en momentos críticos, pero las limitaciones de infraestructura y la congestión de redes dificultan una distribución equitativa. En paralelo, se ha impulsado la descentralización del sistema eléctrico mediante la incorporación de generación distribuida, almacenamiento energético y proyectos eólicos. Esta estrategia busca diversificar las fuentes y reducir la exposición a ataques dirigidos. La instalación de baterías y generadores en hogares y empresas ha contribuido a estabilizar el suministro, mientras que el desarrollo de parques eólicos en zonas costeras avanza con apoyo internacional.
El sector del gas también ha sido objeto de ataques constantes. Durante 2025, la producción sufrió una caída del 40%, lo que obligó a aumentar las importaciones y recurrir a préstamos internacionales para adquirir gas natural licuado. Aunque se logró alcanzar los niveles de almacenamiento previstos, nuevos bombardeos en octubre afectaron gravemente instalaciones en las regiones de Járkov y Poltava, dejando fuera de operación más de la mitad de la capacidad productiva. Esta situación podría agravarse si las temperaturas bajan más de lo esperado, lo que elevaría la demanda y profundizaría el déficit. Frente a este panorama, se han propuesto seis acciones para reforzar la seguridad energética. En primer lugar, se recomienda fortalecer la protección de infraestructuras críticas mediante defensas pasivas y activas, así como mejorar las cadenas de suministro de equipos. En segundo lugar, se plantea continuar con la descentralización del sistema eléctrico, promoviendo inversiones privadas en generación distribuida y almacenamiento. En tercer lugar, se sugiere optimizar el uso de las conexiones eléctricas con Europa, manteniendo la estabilidad regulatoria para atraer inversiones.
Además, se destaca la importancia de diversificar las importaciones de gas y reforzar la infraestructura de calefacción. La instalación de sistemas alternativos como estufas de leña, calentadores de gas licuado y bombas de calor puede ofrecer soluciones temporales en zonas rurales y del este del país. Se enfatiza la necesidad de mantener una coordinación estrecha entre Ucrania y sus aliados internacionales para responder con rapidez a las necesidades emergentes. La combinación de medidas defensivas, descentralización energética, cooperación internacional y planificación estratégica permite enfrentar los riesgos actuales y preparar el terreno para una mayor resiliencia. Aunque el contexto sigue siendo incierto, la capacidad de adaptación y la voluntad de reconstrucción continúan siendo pilares para sostener el acceso a energía durante el invierno.
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