El crecimiento del sector solar en Europa ha sido constante en los últimos años. Sin embargo, en 2024, la expansión perdió dinamismo. A pesar de haber alcanzado una capacidad fotovoltaica instalada de 65,5 GW, la tasa de crecimiento anual cayó al 4,4%, lo que contrasta con el 41-53% registrado entre 2021 y 2023. Esta desaceleración responde a varios factores, entre ellos la estabilización de los precios de la electricidad tras la crisis energética y la persistencia de obstáculos estructurales que dificultan la instalación de nuevos proyectos.
En primer lugar, la red eléctrica no ha evolucionado al mismo ritmo que la generación de energía solar. Dado que la infraestructura de almacenamiento y transmisión sigue siendo insuficiente, cada vez más proyectos enfrentan restricciones para conectarse al sistema. Como resultado, en algunos mercados se han registrado precios negativos de electricidad con mayor frecuencia. Si esta situación persiste, la rentabilidad de las instalaciones solares podría verse afectada, lo que desincentivaría nuevas inversiones en el sector. Por otro lado, la distribución del crecimiento ha sido desigual. Mientras que las instalaciones a gran escala han logrado expandirse, las instalaciones residenciales y comerciales han reducido su ritmo en varios países. En mercados como Francia e Italia, las políticas de apoyo y los incentivos financieros han permitido sostener el crecimiento del sector. No obstante, en España y los Países Bajos, la incertidumbre regulatoria y la falta de incentivos adecuados han limitado el desarrollo de nuevos proyectos.
Otro factor que ha influido en la desaceleración es la disminución en la inversión. En comparación con 2023, el financiamiento en proyectos solares cayó un 13%. Aunque la reducción en el costo de los módulos solares podría facilitar su adopción, la falta de certidumbre en el mercado genera preocupación entre inversionistas. Si no se implementan medidas que garanticen estabilidad y rentabilidad a largo plazo, es posible que el sector continúe enfrentando dificultades para atraer capital. Asimismo, la capacidad de generación instalada hasta la fecha podría no ser suficiente para alcanzar los objetivos climáticos de la Unión Europea. De acuerdo con las estimaciones, sería necesario instalar un promedio de 69 GW anuales hasta 2030 para cumplir con el plan REPowerEU. Sin embargo, si la tendencia actual se mantiene, la capacidad instalada al final de la década podría quedar 100 GW por debajo de la meta. Esta brecha subraya la urgencia de adoptar medidas que aceleren la transición energética y eviten una desaceleración prolongada en el sector.
Siendo así, revertir esta tendencia, se deben implementar políticas que faciliten la expansión de la energía solar. En este sentido, la simplificación de los procesos administrativos y la mejora en la infraestructura de transmisión permitirían reducir los obstáculos actuales. Al mismo tiempo, el desarrollo de soluciones de almacenamiento energético contribuiría a optimizar el uso de la energía generada, evitando sobrecargas en la red y mejorando la estabilidad del sistema. Asimismo, la digitalización de los sistemas de gestión energética representa una oportunidad para optimizar la distribución de la electricidad. Mediante tecnologías avanzadas, es posible prever la demanda y ajustar la oferta de manera más eficiente, lo que permitiría maximizar el aprovechamiento de la energía solar.
El sector solar en Europa atraviesa un momento de transformación. Aunque la capacidad instalada continúa en aumento, la desaceleración del crecimiento, la incertidumbre en el financiamiento y las limitaciones en la infraestructura eléctrica podrían afectar su evolución en los próximos años. Sin embargo, mediante la implementación de políticas adecuadas y la adopción de soluciones tecnológicas innovadoras, es posible consolidar la energía solar como un pilar de la transición energética en Europa.
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