Las empresas nacionales de petróleo desempeñan un rol fundamental en la gestión y mitigación de emisiones de metano, debido a que controlan cerca del 60% de las reservas mundiales y representan aproximadamente la mitad de la producción global de petróleo y gas. Esta posición privilegiada otorga a estas empresas una responsabilidad significativa y la oportunidad de influir en la disminución de gases de efecto invernadero provenientes del sector hidrocarburos. Aunque en los últimos años muchas naciones han reconocido el impacto ambiental del metano y se han comprometido a reducir sus emisiones, en la práctica, la adopción de estrategias efectivas aún presenta desafíos que requieren atención y acción coordinada.
Diversas prácticas han demostrado ser efectivas para reducir emisiones de metano, entre las que se encuentran limitar las operaciones de quema en antorcha y ventilación, mejorar los sistemas de detección y reparación de fugas, y adoptar tecnologías y equipos que generan bajas emisiones. Estas medidas, además de su contribución ambiental, ofrecen ventajas económicas de no requerir altos niveles de inversión y ayudan a optimizar el uso de los recursos existentes. Por ejemplo, el control de fugas y emisiones en instalaciones de producción puede reducir pérdidas que, en muchos casos, equivalen a recursos valiosos y que, de no recuperarse, se pierden en el ambiente. La recuperación de estos recursos puede traducirse en mayores ingresos o en ahorros operativos, así como en un mayor aprovechamiento de los recursos nacionales de hidrocarburos. A pesar de estos beneficios, la implementación de las mejores prácticas no siempre resulta sencilla. La falta de datos precisos sobre las emisiones es uno de los obstáculos principales, dado que sin mediciones confiables resulta difícil identificar y priorizar las acciones que tienen mayor impacto. Además, muchas empresas nacionales enfrentan limitaciones relacionadas con infraestructura envejecida, recursos técnicos insuficientes, y en algunos casos, restricciones financieras que limitan la adquisición de tecnologías más avanzadas. La marginación de recursos para la gestión ambiental en los presupuestos operativos, junto con estructuras regulatorias que no siempre incentivan la innovación, contribuyen a que la adopción de estas prácticas avance lentamente en ciertos contextos.
No obstante, la comunidad internacional ha desarrollado múltiples iniciativas y programas que ofrecen apoyo técnico, financiero y de capacitación para facilitar el cambio en las prácticas del sector. Organizaciones como el Banco Mundial, las Agencias Ambientales y diversos foros sectoriales trabajan en colaboración con las compañías de petróleo y gas para ofrecer recursos y herramientas que permitan reducir las barreras existentes. La cooperación internacional, además de promover la transferencia de tecnología, fomenta el intercambio de experiencias y conocimientos entre empresas de diferentes países, generando un impacto positivo en la adopción de prácticas más sostenibles. La integración de la gestión del metano en la planificación operacional y estratégica es un elemento que puede facilitar la identificación de oportunidades para reducir las emisiones. La incorporación de metas específicas relacionadas con el control de metano en los planes de negocio, junto con la asignación de recursos dedicados, ayuda a institucionalizar estos esfuerzos. La implementación de sistemas de monitoreo y reporte, basados en mediciones precisas y confiables, fortalece la capacidad de las empresas para evaluar su desempeño, demostrar avances y cumplir con regulaciones nacionales e internacionales. Por ejemplo, los sistemas de verificación basados en datos permiten no solo monitorear en tiempo real, sino también justificar inversiones, disminuir riesgos asociados y atraer financiamiento con criterios de sostenibilidad.
Otra estrategia efectiva consiste en colaborar con los gobiernos para promover marcos regulatorios que incentiven la reducción de emisiones, establezcan estándares claros y fomenten el uso de tecnologías innovadoras. La coordinación con instituciones públicas ayuda a diseñar políticas que alineen los intereses económicos y ambientales, y a aprovechar programas gubernamentales de apoyo o incentivos que facilitan la adopción de buenas prácticas. En muchos países, las regulaciones están comenzando a incluir requisitos específicos para la medición y reporte de metano, lo que empuja a las empresas a avanzar en sus programas de gestión. La reducción del quema en antorcha y la ventilación no solo disminuyen las emisiones, sino que también desbloquean recursos que podrían mantenerse en uso o exportarse, promoviendo una economía más circular y eficiente. En algunos casos, se puede aprovechar la infraestructura existente para integrar sistemas de recuperación y conducción de gas, disminuyendo tanto las pérdidas como la contaminación atmosférica. En regiones donde la infraestructura de gas no está bien desarrollada, las alianzas con actores del sector energético y de servicios públicos pueden facilitar la conexión a redes de distribución, lo que a su vez generará mayores beneficios económicos y ambientales.
La cooperación regional y la creación de redes entre empresas y organizaciones permiten potenciar los esfuerzos mediante el intercambio de mejores prácticas y el desarrollo conjunto de soluciones tecnológicas. La participación en foros internacionales y la adopción de estándares reconocidos, como los establecidos por programas como el OGMP 2.0 o el OGDC, ayudan a mantener la coherencia y la transparencia en las actividades de gestión de emisiones. La transparencia y el compromiso con la mejora continua también generan confianza en los inversionistas y mercados, contribuyendo a que las empresas puedan acceder a financiamiento sostenible para potenciar sus acciones. De esta manera, incorporar estas prácticas y alianzas en la gestión diaria de las operaciones de las empresas nacionales de petróleo genera beneficios ambientales, económicos y sociales, consolidando una visión más sostenible y responsable del sector de hidrocarburos en los próximos años.
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