Las mujeres agricultoras desempeñan un papel crucial en la seguridad alimentaria mundial. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), las mujeres representan cerca del 43% de la mano de obra agrícola mundial y producen entre el 60% y el 80% de los alimentos en los países en desarrollo. Con el aumento de la migración estacional o anual de los hombres de las zonas rurales a las urbanas, las mujeres asumen una mayor responsabilidad en las actividades agrícolas. A pesar de su significativa contribución, su trabajo a menudo pasa desapercibido. Diversas barreras estructurales, como el acceso limitado a la tierra, el crédito, la educación y la tecnología, restringen su productividad y su potencial de crecimiento. Además, las normas sociales y culturales tienden a profundizar las desigualdades de género dentro del sector agrícola. En este contexto, el sector enfrenta retos interrelacionados, como garantizar la seguridad alimentaria, abordar el cambio climático y reducir las desigualdades socioeconómicas.
Las soluciones tecnológicas actuales en la agricultura, conocidas como agritech, no han logrado atender las necesidades específicas de las mujeres agricultoras. Sin embargo, la adopción de tecnologías digitales tiene el potencial de transformar el sector, especialmente si los desarrolladores de estas herramientas consideran los retos y las necesidades particulares de las mujeres. Las soluciones diseñadas con perspectiva de género pueden aportar beneficios significativos, mejorando la productividad y fortaleciendo la seguridad alimentaria en las cadenas de valor agrícolas. Históricamente, la integración de la perspectiva de género en la tecnología agrícola se ha abordado desde un enfoque social. En los últimos años, el sector privado ha reconocido que priorizar a las mujeres agricultoras puede generar ventajas económicas y estratégicas. En India, por ejemplo, el empoderamiento político de las mujeres ha creado un entorno favorable para la adopción de soluciones agrotecnológicas lideradas por ellas. La legislación que garantiza que al menos un tercio de los representantes en los órganos de autogobierno local sean mujeres ha permitido a muchas asumir roles de liderazgo en sus comunidades. Además, los grupos de autoayuda femeninos han promovido el desarrollo de microempresas lideradas por mujeres, un fenómeno que también se observa en otros países en desarrollo.
Estos avances han facilitado que las mujeres agricultoras se involucren en la agrotecnología, permitiéndoles convertirse en empresarias agrícolas apoyadas por herramientas como la inteligencia artificial. Por su parte, las organizaciones que priorizan la inclusión de género en sus productos y servicios pueden capitalizar mayores oportunidades de negocio, destacar en mercados competitivos y fortalecer su reputación, al tiempo que contribuyen a la equidad social y los objetivos de desarrollo sostenible. El informe analiza el impacto social, económico y empresarial de la agrotecnología inclusiva de género. Asimismo, hace un llamado a los gobiernos, al sector privado, a las organizaciones agrícolas y a la sociedad civil a colaborar en la creación de modelos de agrotecnología que integren la perspectiva de género y puedan replicarse globalmente. Esta colaboración tiene el potencial de abrir nuevas oportunidades de mercado, promover la equidad social y estimular el desarrollo agrícola sostenible.
A pesar de su rol fundamental en la agricultura, las mujeres enfrentan numerosos retos que limitan su participación plena en el sector. La doble carga de responsabilidades domésticas y laborales restringe su tiempo y productividad. Además, las normas sociales les impiden acceder a recursos clave como tierra, insumos, formación, mercados, igualdad salarial y crédito formal. Estas limitaciones reducen la capacidad del sector agrícola para alcanzar su pleno potencial. La agrotecnología ha demostrado ser una herramienta transformadora, capaz de mejorar la eficiencia de las cadenas de suministro y de generar un impacto socioeconómico positivo. Tecnologías basadas en inteligencia artificial, blockchain e internet de las cosas han permitido a los agricultores tomar decisiones informadas al proporcionar datos en tiempo real sobre condiciones del suelo, plagas, salud de los cultivos y patrones climáticos, entre otros factores.
A nivel agrícola, estas innovaciones permiten optimizar el desempeño, reducir las pérdidas, aumentar los ingresos y fortalecer la resiliencia frente al cambio climático. Un ejemplo destacado es el programa Saagu Baagu, implementado en Telangana, India. Este proyecto demostró que el uso de tecnologías digitales permitió aumentar el desempeño de los cultivos, reducir el uso de pesticidas y fertilizantes, y mejorar los ingresos de los agricultores. A nivel macroeconómico, estudios indican que la implementación adecuada de tecnologías agrícolas digitales podría incrementar el producto interno bruto agrícola de países de renta baja y media hasta en 500.000 millones de dólares. Este potencial subraya la importancia de invertir en soluciones tecnológicas inclusivas que consideren las necesidades de las mujeres agricultoras y fomenten su participación plena en el desarrollo del sector.
A medida que evoluciona el sector agrícola, es importante garantizar que las agricultoras, que constituyen casi la mitad de la mano de obra agrícola, reciban un acceso equitativo a los recursos, incluida la tecnología. Además de impulsar la seguridad alimentaria y la igualdad de género, estas tecnologías agrícolas inclusivas también impulsarán el negocio de los proveedores de servicios agrotecnológicos. Por lo tanto, existe un inmenso potencial para que los pioneros aprovechen esta oportunidad. Al comprometerse con la inclusión de género en el diseño y la entrega de tecnología, los proveedores de servicios pueden impulsar un crecimiento significativo al tiempo que contribuyen al desarrollo sostenible, logrando así un impacto duradero en el sector. Aunque las empresas pueden progresar con esfuerzos individuales, el camino hacia la inclusión y la igualdad de género a escala no puede lograrse de forma aislada. Es necesario un compromiso de colaboración entre los sectores público y privado para ofrecer soluciones eficaces a las agricultoras.
Los gobiernos deben asumir el papel de facilitadores abordando problemas sistémicos como la limitada alfabetización digital, los prejuicios de género predominantes y las restricciones a la propiedad de la tierra. Al mismo tiempo, las empresas de tecnología agrícola deben centrarse en el desarrollo de soluciones innovadoras que aborden las necesidades específicas de las mujeres y explorar la colaboración a un nivel precompetitivo para construir la infraestructura necesaria para servir mejor a las agricultoras. Como ponen de relieve las investigaciones, con un acceso similar a los recursos productivos en la agricultura, la producción de alimentos en los países en desarrollo podría aumentar entre un 20 % y un 30 %. Esto demuestra que invertir en tecnologías agrícolas que tengan en cuenta las cuestiones de género es necesario no solo para crear empresas más resistentes, sino también para garantizar la seguridad alimentaria de una población cada vez mayor que se enfrenta a amenazas climáticas.
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https://reports.weforum.org/docs/WEF_Agritech_for_Women_Farmers_2024.pdf