El documento, es un extracto de una actualización económica del Banco Mundial sobre Benín, centrado en la adaptación al cambio climático para un crecimiento económico sostenible y resiliente. Este informe abarca los desarrollos económicos recientes, perspectivas futuras y estrategias de adaptación climática. A pesar de un contexto de incertidumbre regional y desaceleración global en 2023, el crecimiento económico de Benín se mantuvo robusto, apoyado por una política monetaria estricta para controlar la inflación y fomentar el consumo y la reducción de la pobreza. En 2023, Benín inició una consolidación fiscal basada en ingresos tras responder a crisis recientes. Aunque las perspectivas económicas son estables, existen riesgos derivados de problemas de seguridad regional, el cambio climático y la incertidumbre comercial. El informe destaca el alto costo macroeconómico de la inacción frente al cambio climático y subraya la importancia de las estrategias de adaptación. Las áreas clave de adaptación incluyen la agricultura sostenible y la gestión del agua, la adaptación urbana y la gestión costera, la infraestructura de transporte resiliente y la infraestructura digital, así como la protección del capital humano frente a los impactos climáticos. A su vez, se abordan la situación económica de Benín y sus perspectivas futuras, con un crecimiento económico que mostró resiliencia en 2023, alcanzando un 6.4% a pesar de diversos desafíos como condiciones climáticas adversas y cierres fronterizos. El crecimiento fue impulsado por los sectores agrícola y de servicios, con la inversión como principal motor en el lado de la demanda. Se proyecta que el crecimiento del PIB se estabilice en un 6.2% entre 2024 y 2026, impulsado por la inversión y la expansión de zonas industriales. La inflación aumentó al 2.8% en 2023, pero se mantuvo dentro del rango objetivo de la UEMOA de 1-3%. La tasa nacional de pobreza en 2021-22 fue del 36.2%, con disparidades regionales persistentes a pesar de la mejora general. Los esfuerzos de consolidación fiscal en 2023 lograron reducir el déficit fiscal al 4.1% del PIB, el más bajo desde 2019, gracias al aumento de los ingresos y la disminución de los gastos públicos. El gobierno implementó diversas medidas fiscales, incluyendo la racionalización tributaria, el fortalecimiento de la gestión aduanera y la implementación de soluciones digitales para el pago de impuestos. El informe destaca la resiliencia y el crecimiento económico de Benín a pesar de los desafíos, y señala los esfuerzos continuos para mejorar la gestión fiscal y reducir la pobreza, enfatizando la necesidad de inversión temprana en medidas de resiliencia y adaptación para mitigar posibles pérdidas del PIB y reducir la pobreza extrema para 2050.
El desempeño económico de Benín ha mostrado signos positivos y desafíos significativos en los últimos años. El crecimiento del sector secundario, impulsado principalmente por la manufactura y la construcción, ha aumentado un 70% en comparación con los niveles previos a la pandemia, siendo la inversión el principal motor del crecimiento económico, contribuyendo con 4.9 puntos porcentuales. Las inversiones privadas mejoraron notablemente, mientras que las inversiones públicas contribuyeron a través de la finalización de proyectos e iniciativas nuevas. Sin embargo, la contribución del consumo al crecimiento se desaceleró, y la del sector externo permaneció sin cambios. A pesar de que la inflación se duplicó hasta el 2.8% en 2023, se mantuvo dentro del rango objetivo de la UEMOA, gracias a las medidas gubernamentales y al impacto limitado de los precios internacionales de la energía. La política monetaria se mantuvo estricta, ayudando a controlar la inflación y respaldar el consumo. La tasa nacional de pobreza en 2021-22 fue del 36.2%, más baja que en 2018-19, aunque aún rezagada en comparación con países pares. Las áreas rurales experimentaron una reducción más significativa de la pobreza, aunque las disparidades regionales persisten, con tasas más altas en las regiones del norte que en las del sur. La desigualdad disminuyó entre 2018-19 y 2021-22, con el coeficiente de Gini bajando de 34.7 a 32.6, siendo más pronunciada en áreas urbanas fuera de Cotonú y en áreas rurales. A pesar de las mejoras, Benín sigue enfrentando desafíos en la reducción de la pobreza y las disparidades regionales en comparación con países aspiracionales. En términos de tendencias económicas y políticas fiscales, Benín implementó una consolidación fiscal basada en ingresos en 2023, reduciendo el déficit fiscal del 5.5% del PIB en 2022 al 4.1% en 2023. Los ingresos fiscales aumentaron del 11% del PIB en 2021 al 12.9% en 2023, impulsados por mayores impuestos sobre bienes y servicios, impuestos directos y sobre el comercio internacional. El gobierno está comprometido con aumentar la movilización de ingresos internos y asegurar la sostenibilidad de la deuda, respaldado por programas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Los gastos públicos disminuyeron al 19.2% del PIB en 2023, con reducciones en los gastos de capital y corrientes. La deuda pública aumentó ligeramente al 54.5% del PIB en 2023, pero la tasa de acumulación de deuda se desaceleró debido a la consolidación fiscal y la gestión prudente de la deuda. Entre 2014 y 2023, los niveles de deuda de Benín aumentaron en 32.2 puntos porcentuales del PIB, con 13.4 puntos porcentuales desde 2020. A pesar de estos esfuerzos, el espacio fiscal limitado y la baja movilización de ingresos representan desafíos para la sostenibilidad de la deuda. En cuanto a la balanza comercial, el déficit de cuenta corriente disminuyó ligeramente al 6.0% en 2023, con un crecimiento en las exportaciones de anacardos y aceite de palma que compensó las caídas en las exportaciones de algodón. El crecimiento de las importaciones se desaceleró debido a la consolidación fiscal y la disminución del consumo privado. El sector financiero mostró mejoras, con una reducción en los préstamos no productivos al 4.8% en 2023 y un sector bancario bien capitalizado. A pesar de estos avances, el crédito al sector privado sigue siendo bajo, representando solo el 18.7% del PIB. El crecimiento de la financiación digital ha sido significativo, y las perspectivas económicas indican un crecimiento del PIB que podría alcanzar el 6.3% en 2024 y estabilizarse en torno al 6.2% para 2025-2026. Los principales impulsores de este crecimiento incluyen la inversión en infraestructura pública, la inversión privada y el desarrollo de la zona industrial GDIZ. Sin embargo, el país enfrenta desafíos como la falta de acceso al financiamiento, la provisión de electricidad, la conectividad, el entorno empresarial y las habilidades de la fuerza laboral, siendo crucial acelerar la inversión para mejorar la productividad y sostener el crecimiento. Benín se enfrenta a desafíos significativos derivados del cambio climático, especialmente en sectores clave como la agricultura y la silvicultura, que representan el 27.1% del PIB del país. Las proyecciones climáticas advierten que sin medidas de adaptación, la pobreza extrema podría aumentar considerablemente para 2050. La agricultura, vital para la economía nacional, se ve amenazada con una posible disminución de hasta un tercio en los rendimientos de cultivos debido a diferentes escenarios climáticos que afectarán de manera desigual a diversos cultivos. La gestión del agua también enfrentará estrés intenso, afectando tanto la agricultura como el uso doméstico y ganadero del agua. Además, la deforestación persistente agrava los impactos del cambio climático, exacerbando la erosión del suelo y la regulación del agua.
Para construir una economía resiliente, Benín debe invertir en agricultura sostenible, adaptación urbana e infraestructura resiliente. Esto incluye estrategias de agricultura inteligente frente al clima y la restauración forestal, como los planes para rehabilitar bosques degradados y promover la agroforestería. La protección y restauración de los bosques no solo reduce la vulnerabilidad al cambio climático, sino que también preserva el capital natural y mejora las oportunidades de ingresos. Es crucial fortalecer la gobernanza forestal e implementar políticas de sostenibilidad para reducir la deforestación e integrar las preocupaciones ambientales en los planes nacionales de desarrollo. La urgencia de adoptar medidas de adaptación en agricultura y silvicultura es evidente para asegurar el crecimiento económico sostenible de Benín y enfrentar los impactos del cambio climático de manera efectiva. En cuanto a las estrategias de adaptación al cambio climático en Benín, se enfocan en sectores críticos como la agricultura, gestión del agua, desarrollo urbano y protección costera. La agricultura, representando una parte significativa de la economía, requiere políticas que apunten a la deforestación cero, monitoreo de terceros, sistemas geoespaciales y esquemas de certificación para mantener su sostenibilidad frente al cambio climático. La gestión del agua, crucial para la seguridad alimentaria y energética, demanda inversiones en infraestructura hidráulica y gestión integrada de recursos hídricos, incluyendo la protección de áreas de captación y el acceso al agua potable. El desarrollo urbano enfrenta riesgos crecientes por la urbanización rápida, especialmente en ciudades principales vulnerables al aumento del nivel del mar, inundaciones y olas de calor extremo. El planeamiento urbano debe considerar estos riesgos climáticos y promover un desarrollo compacto y coordinado. La gestión costera es otro frente crítico, dado que la costa de Benín es altamente vulnerable a la erosión y el aumento del nivel del mar, con costos significativos para el PIB del país. Se recomienda una combinación de infraestructura dura y soluciones basadas en la naturaleza para una protección costera sostenible. Los desastres relacionados con el clima causan pérdidas económicas significativas en Benín, afectando la infraestructura esencial y los servicios industriales. Se insta a actualizar documentos de planificación urbana, implementar planificación urbana inteligente frente al clima, desarrollar mecanismos de financiamiento sostenibles para gobiernos locales y combinar intervenciones duras y blandas para la protección costera. La próxima década será crucial para determinar la productividad, resiliencia y sostenibilidad a largo plazo de las ciudades de Benín, dada la naturaleza irreversible del desarrollo espacial y las altas tasas de crecimiento. En resumen, las estrategias de adaptación al cambio climático y los desafíos asociados en Benín requieren un enfoque integral que integre el desarrollo de infraestructura, tecnologías digitales y el desarrollo del capital humano para asegurar la resiliencia a largo plazo y el crecimiento económico del país.
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