El mundo se encuentra en un momento verdaderamente crítico. Para América Latina y el Caribe, y en general para el mundo, este es un momento de enorme riesgo pero también de enormes oportunidades. Ante la convergencia de la crisis provocada por la pandemia y el desafío del cambio climático, un gran impulso en la inversión y en la innovación – centrado en la infraestructura sostenible – puede dar propulsión a una fuerte recuperación económica y devolverle el impulso a los objetivos de desarrollo sostenible (ODS). La inversión en infraestructura permitirá que los países logren un crecimiento fuerte, resiliente, sostenible e inclusivo. Esta es la única manera de lograr los objetivos climáticos, pero requiere un enorme aumento en los esfuerzos relacionados con la infraestructura sostenible. Aunque se trata de un gran desafío, es realizable si existe colaboración estrecha entre el sector público, el sector privado y las instituciones internacionales. Efectivamente, la magnitud de la inversión necesaria en los mercados emergentes y los países en desarrollo requiere una estrategia integral de deuda y financiamiento que enfrente las crecientes dificultades de deuda, pero que también unifique todas las fuentes de financiamiento, tanto nacionales como internacionales, públicas como privadas. En este contexto, se necesitara que las instituciones financieras de desarrollo – incluyendo al Banco Interamericano de Desarrollo – estén en el centro de estos esfuerzos. El mundo está en un momento crítico de la historia. Aún antes del CO- VID-19, los mercados emergentes y los países en desarrollo enfrentaban dificultades. Ahora, debido al COVID-19 y a la guerra en Ucrania, los mercados emergentes y los países en desarrollo están bajo una enorme presión. De no hacer nada, se seguirá en la actual trayectoria de bajo crecimiento, baja inversión y gasto público y un aumento de las cargas de los servicios de la deuda en la mayoría, si no en todos, los mercados emergentes. El mundo enfrenta el riesgo significativo de una nueva década perdida para el desarrollo. El mundo está rezagado en prácticamente todos los ODS, y existe el riesgo de no poder cumplir con las transiciones demográfica y de desarrollo que el mundo enfrentará en las próximas tres décadas. Al mismo tiempo, la urgencia y la oportunidad de enfrentar el cambio climático es algo que se presenta con más claridad que nunca. Igualmente importante es el desafío de proteger y restaurar la naturaleza, especialmente en América Latina y el Caribe. Además, hay un dato positivo y es que el mundo ha logrado un cambio significativo en el entendimiento: durante mucho tiempo se piensa en la acción climática como un costo, mientras que ahora se sabe que, en realidad, puede ser una manera de trazar un sendero hacia nuevas y mejores formas de crecimiento.
Todos estos retos son aún más complicados en América Latina y el Caribe que en otras regiones en desarrollo. Primero, debido al legado de baja inversión. La región ha tenido las tasas de inversión más bajas en términos agregados que cualquier otra región, excepto África; y la inversión pública ha sido especialmente baja y volátil. El nivel promedio de formación de capital bruto público en los países de América Latina y el Caribe es de alrededor de 2,8% del PIB. Mientras tanto, los países de Asia invierten en promedio 11,8% del PIB. Es una enorme diferencia, y no sólo es un problema en términos de su capacidad para impulsar el crecimiento sino también como fomento de la competitividad de largo plazo y la capacidad para enfrentar los desafíos futuros, incluyendo al cambio climático.
En segundo lugar, la región es altamente vulnerable al cambio climático. Se ve en las sequías y la escasez de agua; en el aumento de las temperaturas, la variabilidad de las precipitaciones, los riesgos de aumentos en el nivel del mar, etc. Todos estos problemas vienen con una enorme presión de posibles migraciones, tanto internas como externas; y las ciudades mismas, que serán el centro de estas migraciones, no están bien preparadas para el cambio climático. Todo esto significa que América Latina y el Caribe necesita invertir en infraestructura sostenible. Y no es sólo una cuestión de más infraestructura, sino también de mejor infraestructura. La región debe trazar un sendero que le permita atender el acceso y la calidad de los servicios, base de la competitividad, el suministro de servicios sociales y, muy importante, la sostenibilidad, de modo que la infraestructura se ajuste al mundo del cambio climático.
El informe identifica los principales obstáculos para el desarrollo de infraestructuras sostenibles en ALC. Entre estos obstáculos se encuentran la falta de marcos normativos adecuados, la insuficiencia de financiamiento, la falta de capacidad técnica y la necesidad de mejorar la gobernanza en el sector de la infraestructura. Para abordar estos desafíos, el informe ofrece recomendaciones tanto para los bancos multilaterales de desarrollo como para los países de ALC. Algunas de estas recomendaciones incluyen fortalecer los marcos regulatorios y de gobernanza, mejorar la planificación y la gestión de proyectos, promover la participación del sector privado, impulsar la inversión en infraestructura sostenible y fortalecer la capacidad técnica de los países. En resumen, el informe destaca la importancia de la infraestructura sostenible en la región de ALC y el papel fundamental que desempeñan los bancos multilaterales de desarrollo en su promoción. Identifica los desafíos clave que enfrenta la región en este ámbito y ofrece recomendaciones para superarlos. El informe subraya la necesidad de una acción coordinada y colaborativa entre los actores involucrados para impulsar el desarrollo de infraestructuras sostenibles en ALC.
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