Las empresas de servicios públicos se enfrentan a un reto sin precedentes en lo que respecta a la participación de los clientes, debido que promueven la adopción de activos de energía distribuida entre las distintas clases de clientes, modernizan la red para cumplir los objetivos de reducción de carbono y gestionan las presiones sobre las tarifas de los clientes. A medida que los servicios públicos trabajan para reducir las emisiones de carbono, deben centrarse en la equidad energética para llegar mejor a los clientes y mejorar las relaciones con las comunidades a las que sirven. Las inversiones en el sistema de energía eléctrica seguirán afectando de manera desproporcionada a las comunidades de color y a las comunidades con bajos ingresos, a menos que las empresas de servicios públicos den prioridad a las comunidades históricamente sobrecargadas en sus operaciones e integren la equidad en todas sus iniciativas de transformación. A medida que las empresas de servicios públicos tratan de descarbonizar y transformar las operaciones, se encuentran en una encrucijada fundamental para remodelar las relaciones con los clientes. Durante décadas, los servicios públicos se han centrado en suministrar energía segura, fiable y asequible. Estas prioridades se mantienen hoy en día. Las empresas de servicios públicos pueden desplegar herramientas para promover la asequibilidad, incluida la gestión de tarifas minoristas, la asistencia en el pago de facturas de energía y los programas de ahorro de energía para clientes. A pesar de estos esfuerzos, las cargas del sistema de energía eléctrica han afectado históricamente, y siguen haciéndolo, de forma desproporcionada a las comunidades de color y de bajos ingresos, y el acceso a la energía y a la tecnología de ahorro de costos sigue siendo desigual a nivel nacional. En la actualidad, las empresas de servicios públicos dan cada vez más prioridad a la equidad y a la gestión de las presiones al alza de las tarifas, al tiempo que reducen las emisiones de carbono en todas sus operaciones.
Incorporar la equidad en las primeras fases de la planificación de la reducción de carbono ayuda a promover un futuro energético asequible, equitativo e inclusivo. Con muchas vías potenciales para reducir las emisiones, las empresas de servicios públicos, los reguladores y las comunidades se encuentran en una posición clave para seleccionar aquellas que beneficien a los clientes. Los esfuerzos por reducir las emisiones de carbono no están exentos de costos adicionales, y la transición hacia una energía limpia puede incrementar aún más unas tarifas eléctricas ya de por sí elevadas. Sin una planificación intencionada y la participación de las partes interesadas, las comunidades históricamente desatendidas seguirán enfrentándose a impactos negativos desproporcionados como parte de la transición hacia una energía libre de carbono. Aunque la mayoría de las empresas de servicios públicos ya abordan algunos elementos de la equidad, como la asequibilidad, los programas de gestión de la demanda para clientes con bajos ingresos, el servicio al cliente u otros, muchas carecen de la estrategia integral necesaria para tener éxito.
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