La expansión de la inteligencia artificial está redefiniendo el funcionamiento de las economías modernas y transformando la manera en que se organiza el trabajo, se innova y se gestiona el talento. Esta transición tecnológica, si no se gestiona con enfoque inclusivo, corre el riesgo de reproducir o incluso ampliar desigualdades históricas. El acceso desigual de las mujeres a oportunidades dentro del ecosistema de IA plantea un reto estructural que requiere atención inmediata en diferentes niveles: desde la formación inicial hasta la promoción a puestos de liderazgo.
Aunque la proporción de mujeres con habilidades vinculadas a la inteligencia artificial ha crecido en años recientes, persisten brechas en el tipo de ocupaciones que desempeñan, en su permanencia dentro del sector y en su representación en los niveles de toma de decisiones. Datos recientes muestran que las mujeres tienen mayor probabilidad de desempeñar tareas susceptibles de ser desplazadas por la automatización, mientras que su participación en roles con potencial de ser mejorados por la IA sigue siendo limitada. Además, los avances tecnológicos no siempre han estado acompañados por mejoras sustantivas en prácticas de contratación o promoción que eliminen los sesgos históricos.
Uno de los factores que alimenta esta desigualdad es la brecha en la adquisición de habilidades. Aunque existe un aumento en la adopción de capacidades relacionadas con IA entre mujeres, el ritmo sigue siendo más lento que en los hombres. Además, los sectores en los que ellas están sobrerrepresentadas suelen tener menor exposición a herramientas digitales emergentes, lo que limita sus posibilidades de transición hacia roles más resilientes ante los cambios tecnológicos. Esta situación se agrava cuando los procesos de selección automatizados reproducen los sesgos presentes en los datos de entrenamiento, perpetuando patrones discriminatorios en lugar de corregirlos.
En el ámbito de la innovación, las mujeres siguen estando subrepresentadas en la generación de patentes, en la participación en ecosistemas tecnológicos y en la asignación de recursos para investigación y desarrollo. La concentración geográfica y sectorial de la innovación también limita la diversidad del talento disponible, dificultando la incorporación de perspectivas variadas en el diseño de soluciones tecnológicas. Sin embargo, regiones como Asia Oriental han demostrado un avance notable tanto en el número de patentes otorgadas como en la proporción de talento femenino en el sector.
El reto no se limita al acceso inicial al sector tecnológico. También se manifiesta en la transición de mujeres desde la educación STEM hacia empleos relacionados, y en su permanencia dentro de estos campos. La llamada “caída hacia la cima” refleja cómo la representación femenina disminuye a medida que se asciende en la jerarquía profesional. A pesar de una presencia creciente en niveles de entrada, las mujeres continúan encontrando barreras para acceder a cargos ejecutivos.
Ante este panorama, resulta esencial construir una visión transformadora del desarrollo de talento en la era digital. Esto implica no solo fomentar habilidades técnicas en mujeres, sino también revisar los modelos organizacionales, las métricas de desempeño y las políticas de liderazgo. La inteligencia artificial puede ser una herramienta para revalorizar tareas tradicionalmente infravaloradas, mejorar procesos de evaluación y abrir nuevas rutas de desarrollo profesional. Para lograrlo, se requiere un compromiso activo por parte de empresas, gobiernos y entidades formativas, así como una narrativa que posicione la equidad de género como una condición indispensable para una transformación digital exitosa, justa y sostenible.
Para leer más ingrese a:
https://www.weforum.org/publications/gender-parity-in-the-intelligent-age-2025/
https://reports.weforum.org/docs/WEF_Gender_Parity_in_the_Intelligent_Age_2025.pdf