Getting on track for a circular economy: How the government can avoid mistakes of the past

La economía circular se presenta como una solución transformadora para enfrentar los desafíos actuales relacionados con la gestión de recursos y residuos. En un contexto marcado por un modelo lineal de producción y consumo que promueve el “usar y desechar”, se hace evidente la necesidad de repensar cómo se gestionan los materiales para minimizar el desperdicio y maximizar la reutilización. Este enfoque no solo responde a las demandas de sostenibilidad ambiental, sino que también ofrece oportunidades significativas para el crecimiento económico, la creación de empleos y la mejora de la calidad de vida. Sin embargo, el progreso hacia una economía circular enfrenta obstáculos considerables, entre ellos la falta de comprensión generalizada del concepto, el predominio de intereses particulares y la priorización de enfoques simplistas como el reciclaje por encima de estrategias más complejas, como la prevención de residuos y el diseño sostenible.

La evolución de las políticas relacionadas con los recursos y los residuos ha sido inconsistente, con muchos objetivos ambiciosos que no se han cumplido debido a retrasos en su implementación o a la falta de apoyo político y social. Por ejemplo, iniciativas como la responsabilidad ampliada del productor o los sistemas de devolución de depósitos, aunque prometen un impacto positivo, han enfrentado desafíos significativos en su ejecución, quedando pospuestas durante años. Además, la falta de alineación con estándares internacionales de ecodiseño ha colocado a ciertos países en desventaja competitiva, especialmente en un entorno global donde la durabilidad y la reparabilidad de los productos están ganando protagonismo. Este estancamiento no solo refleja una inercia institucional, sino también una desconexión entre los responsables de las políticas y las necesidades reales de los consumidores y empresas.

Uno de los factores más destacados que dificultan la transición hacia una economía circular es la falta de consenso sobre su definición y objetivos. Mientras que algunos actores consideran que su principal meta es maximizar el reciclaje, otros enfatizan la necesidad de reducir el consumo y eliminar los residuos desde la fuente. Esta falta de claridad se traduce en políticas fragmentadas y en una narrativa que no logra captar el interés ni de los responsables de las decisiones ni del público en general. La percepción limitada de la economía circular como un tema meramente relacionado con el manejo de residuos perpetúa enfoques tradicionales que no abordan las raíces del problema, como los modelos de negocio insostenibles y las altas tasas de extracción de recursos.

El enfoque predominantemente reactivo de las políticas actuales se refleja en la priorización de soluciones que abordan los síntomas en lugar de las causas subyacentes. Por ejemplo, la atención desproporcionada al reciclaje responde a su tangibilidad y familiaridad para el público, pero descuida estrategias más efectivas como el diseño para la reutilización o la prevención de residuos. Esta tendencia también se ve influida por la percepción pública y la presión de los medios, que han llevado a priorizar problemas visibles como la contaminación por plásticos, mientras que otras áreas críticas, como la reducción del consumo de materiales, permanecen fuera del radar político. A pesar de que estos enfoques reactivos pueden generar beneficios inmediatos, limitan el potencial transformador de una economía circular al no promover cambios estructurales profundos.

El análisis de los avances en economías descentralizadas como Gales y Escocia ofrece lecciones valiosas sobre cómo superar estas barreras. En Gales, la implementación de una estrategia integral de reciclaje ha logrado tasas de recuperación significativamente más altas que en otras regiones, gracias a la inversión en infraestructura y a la creación de un marco normativo claro. Sin embargo, incluso con estos logros, persiste la necesidad de avanzar hacia un enfoque más holístico que integre objetivos de reutilización y reducción de residuos. En Escocia, la aprobación de una ley de economía circular marca un hito importante al establecer metas específicas para reducir el consumo de materiales, aunque el desafío radica en traducir estas metas en acciones concretas. Estas experiencias subrayan la importancia de combinar visión política, colaboración intersectorial y participación ciudadana para impulsar cambios sostenibles.

Además de los desafíos institucionales, la influencia de actores externos como los lobbies de la industria de residuos y la falta de un liderazgo político sólido han limitado el alcance de las iniciativas circulares. Los intereses creados en torno a modelos lineales han perpetuado un statu quo que dificulta la adopción de enfoques innovadores. La ausencia de defensores consistentes y bien informados dentro de los parlamentos y gobiernos también ha contribuido a la falta de impulso para implementar políticas ambiciosas. En este sentido, resulta crucial cultivar una red de campeones tanto en el ámbito político como en el empresarial, quienes puedan abogar por los beneficios económicos, sociales y ambientales de la economía circular de manera convincente.

Otro aspecto clave es la necesidad de conectar la economía circular con las preocupaciones diarias de las personas. Al igual que el reciclaje se ha convertido en una práctica común gracias a su relación directa con la vida cotidiana, las políticas circulares deben enmarcarse en términos que resuenen con el público, como la reducción de costos, la mejora de la calidad de los productos y el alivio de las frustraciones asociadas con la obsolescencia programada. Este enfoque no solo facilitará la aceptación pública, sino que también ayudará a contrarrestar la narrativa de que la economía circular es compleja o inaccesible.

También se destaca la importancia de adoptar un enfoque equilibrado que combine victorias rápidas con una planificación a largo plazo. Si bien los logros inmediatos son esenciales para generar confianza y apoyo, deben integrarse en un marco estratégico más amplio que establezca metas claras y alineadas con los límites planetarios. Este equilibrio entre acción inmediata y visión a largo plazo será crucial para garantizar que la economía circular no solo se quede en promesas, sino que se traduzca en un cambio real y duradero hacia un modelo económico más justo y sostenible.

Para leer más ingrese a:

https://green-alliance.org.uk/publication/getting-on-track-for-a-circular-economy-how-the-government-can-avoid-mistakes-of-the-past/ 

https://green-alliance.org.uk/wp-content/uploads/2024/11/Getting-on-track-for-a-circular-economy.pdf 

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