El telón de fondo de la economía mundial se caracteriza por un crecimiento débil, una geoeconomía compleja y una creciente incertidumbre política. La cuestión ya no es si el panorama económico va a evolucionar, sino cómo los responsables de la toma de decisiones pueden responder a estos cambios. La oportunidad radica en aprovechar esta ola de transformación para construir economías y empresas más innovadoras, inclusivas, sostenibles y resistentes. Para ayudar a los responsables de la toma de decisiones a comprender y anticipar el cambio, el Foro Económico Mundial y Accenture han lanzado una nueva serie de publicaciones titulada Global Economic Futures. Esta serie emplea el análisis de escenarios como herramienta para comprender las tendencias, vulnerabilidades y oportunidades futuras, así como para identificar estrategias que puedan dar forma a mejores resultados.
En la primera edición, el tema central es el futuro de la productividad, una cuestión crucial en el contexto de los retos para impulsar el crecimiento económico y mejorar los niveles de vida. El documento presenta cuatro escenarios que exploran la interacción de dos motores fundamentales de la productividad: la tecnología y el capital humano. Además, ofrece una evaluación basada en datos sobre cómo podrían verse afectadas las empresas de distintos sectores. El objetivo no es predecir el futuro exacto para 2030, sino incitar a los líderes a pensar de forma crítica, creativa y decidida sobre el futuro, impulsando la acción en las cuestiones clave. A través de este enfoque, el documento proporciona estrategias prácticas que pueden ayudar tanto a empresas como a gobiernos a no solo adaptarse al cambio, sino a influir activamente en él. Históricamente, la productividad ha sido un motor esencial del crecimiento mundial, el aumento del nivel de vida y el dinamismo económico. Sin embargo, el crecimiento de la productividad ha mostrado una desaceleración en las últimas décadas. De hecho, más de la mitad de la desaceleración del crecimiento económico mundial desde 2008 se puede atribuir a esta ralentización. Aunque existen diferentes puntos de vista sobre el ritmo de crecimiento de la productividad en los próximos años, diversos factores influirán en su evolución, como la tecnología, las competencias, los mercados laborales, la demografía, las finanzas, la regulación, las infraestructuras y la geoeconomía.
Por ejemplo, la comercialización de tecnologías disruptivas tiene el potencial de transformar la productividad, aunque el ritmo de adopción y el impacto de estas tecnologías siguen siendo inciertos. En el caso de la inteligencia artificial (IA), los ejecutivos de empresas de economías de renta alta valoran su uso para aumentar la productividad casi un 40% más que sus homólogos de economías de renta baja. Los sectores que se prevé aprovecharán mejor la IA en los próximos años son los servicios de información y tecnología, los servicios financieros y la tecnología energética. El desarrollo del capital humano también será crucial para revertir la desaceleración de la productividad, dado que desempeña un papel fundamental en desbloquear los avances tecnológicos. De hecho, casi la mitad de los ejecutivos de empresas a nivel mundial señalan la falta de competencias en la mano de obra y el liderazgo visionario como los principales obstáculos para la adopción de la IA.
El análisis de escenarios proporciona un proceso estructurado para explorar y comprender la incertidumbre. El objetivo de este análisis no es predecir el futuro, sino incitar a los responsables de la toma de decisiones a reflexionar de manera crítica y creativa sobre los posibles caminos del futuro. Cada uno de estos futuros podría reconfigurar sectores y generar disrupciones en empresas individuales. En 12 sectores, se identifican cuatro grandes grupos, basados en el análisis de diferentes factores que afectan la producción y la rentabilidad de las empresas. Estos sectores incluyen tecnología de la información y comunicaciones digitales, servicios financieros, profesionales e inmobiliarios, industria manufacturera, energía y materiales, y educación. La productividad no es solo una estadística económica abstracta. Para las empresas, determina la rentabilidad y viabilidad del mercado. Para las economías, es una medida clave de la salud económica, el crecimiento a largo plazo y la mejora del nivel de vida. Las diferencias en productividad explican por qué países con recursos similares pueden tener resultados económicos muy distintos. Por ejemplo, más de la mitad de las disparidades del PIB per cápita en el mundo pueden atribuirse a los distintos niveles de productividad entre países.
El crecimiento de la productividad refleja la capacidad de generar más con menos, gracias a la innovación y la capacidad del capital humano para aprovechar el progreso tecnológico. Sin una mejora en la productividad, el crecimiento económico dependería únicamente del aumento de la mano de obra y el capital, lo que sería insostenible en un mundo limitado por problemas medioambientales, la disminución de la fuerza laboral y la escasez de recursos financieros. Este documento analiza la evolución futura de la productividad para 2030, evalúa la exposición de diversos sectores a la dinámica cambiante de la productividad e identifica una serie de recomendaciones estratégicas para empresas y gobiernos. Históricamente, la productividad ha seguido patrones de auges y desaceleraciones, impulsados por eventos como la industrialización, la electrificación masiva y el rápido desarrollo de infraestructuras. No obstante, en los últimos años, a pesar del avance tecnológico, el crecimiento de la productividad ha permanecido lento en muchas economías, lo que se conoce como la «paradoja de la productividad». Las nuevas tecnologías han impulsado la productividad en empresas punteras, pero su impacto general ha sido limitado.
A nivel mundial, la productividad total de los factores (PTF), que mide la eficacia con la que se combinan los insumos económicos, se ha ralentizado del 1,6% anual a principios de la década de 2000 a solo un 0,6% después de la crisis financiera global. Este descenso ha sido particularmente marcado en las economías avanzadas y en las economías de renta media y baja. La divergencia en la productividad también se refleja en las regiones del mundo, donde las más productivas como América del Norte, Europa y Asia Oriental son significativamente más productivas que las regiones con menores índices de productividad. Sin embargo, desde 2010, algunas economías de Asia han experimentado un crecimiento superior en productividad en comparación con otras regiones. El futuro de la productividad dependerá de una serie de eventos globales clave, como los avances tecnológicos, la demografía, la política y la geopolítica. La comercialización de tecnologías disruptivas, como la inteligencia artificial, puede redefinir la productividad mundial, y su impacto dependerá de la rapidez y efectividad con que las empresas integren estas tecnologías en sus modelos de negocio.
La forma en que los responsables de la toma de decisiones respondan a estos cambios será crucial para determinar si estas dinámicas impulsan la innovación, el estancamiento o la disrupción. Para ayudar a gobiernos y empresas a prepararse para una variedad de posibles futuros de productividad, se presentan consideraciones clave basadas en cómo la interacción entre los avances tecnológicos y el capital humano puede dar forma a los patrones de productividad, rentabilidad, prosperidad y bienestar. Las estrategias que se presentan buscan maximizar las oportunidades, mitigar los riesgos y aprovechar el potencial de estos dos motores fundamentales del cambio.
Para leer más ingrese a:
https://www.weforum.org/publications/global-economic-futures-productivity-in-2030/
https://reports.weforum.org/docs/WEF_Global_Economic_Futures_Productivity_in_2030_2025.pdf