Guinea-Bissau está dotada de una gran riqueza de recursos naturales, con el mayor capital natural per cápita de África Occidental (3.874 dólares por habitante), que podría aprovecharse para un crecimiento sostenible y resiliente. Sin embargo, el país se enfrenta a importantes obstáculos para su desarrollo, como altos índices de pobreza, inestabilidad política y problemas económicos, entre los que destaca una dependencia excesiva del anacardo. La pobreza rural ha aumentado, y los sistemas de infraestructura, educación y sanidad están subdesarrollados. El cambio climático supone una grave amenaza que puede afectar la agricultura, la pesca y las infraestructuras. Sin medidas de adaptación, se prevé que provoque un recorte significativo del PIB real per cápita (menos 7,3 % para 2050) y un aumento de la pobreza, con más de 200.000 personas adicionales en situación de pobreza para 2050, es decir, el 5 % de la población prevista en el peor de los escenarios. Se anticipa un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero del país, debido principalmente a la agricultura y a los cambios en el uso de la tierra, siendo la deforestación uno de los principales factores. Aunque Guinea-Bissau es un país con bajas emisiones, tiene grandes ambiciones de mitigación, con el objetivo de reducir en un 30 % las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030. La Contribución Determinada a Nivel Nacional esboza acciones climáticas significativas, con iniciativas centradas en la conservación de los bosques, la agricultura sostenible y el desarrollo comunitario. Sin embargo, la inestabilidad política, la debilidad institucional y los limitados recursos financieros del país dificultan el cumplimiento de estos compromisos climáticos, que dependen en gran medida de la financiación exterior. El subdesarrollo del sector financiero y su vulnerabilidad a los choques externos limitan su capacidad para apoyar las inversiones verdes, aunque las reformas podrían mejorar su resistencia. Guinea-Bissau debe considerar su financiación climática como financiación del desarrollo y viceversa, involucrando al sector privado e integrando los objetivos climáticos en los planes nacionales de desarrollo para garantizar un futuro sostenible. La financiación climática en condiciones favorables es vital debido al subdesarrollo del sector financiero y a la limitada capacidad de endeudamiento del gobierno.
La Fundación BioGuinea (un fondo fiduciario para la conservación) y las iniciativas de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal ofrecen oportunidades para preservar la biodiversidad y obtener beneficios financieros de la conservación de los bosques, pero es necesario establecer marcos adecuados para las transacciones de financiación del carbono. Abordar la vulnerabilidad de Guinea-Bissau al cambio climático y sus problemas estructurales requiere un enfoque cohesivo que integre las estrategias de desarrollo y climáticas. Esto podría implicar la mejora de la gobernanza, la diversificación de la economía, la protección del capital natural, el desarrollo del capital humano y la inversión en agricultura e infraestructuras sostenibles. La transición hacia una vía de desarrollo más sostenible e integradora que apoye el crecimiento económico es posible, pero requiere centrarse en sectores estratégicos clave, mejorar la capacidad institucional y crear las condiciones necesarias para movilizar la financiación. Como país altamente vulnerable, Guinea-Bissau presenta innumerables necesidades en los diferentes sectores; sin embargo, para ser más eficiente y eficaz, debería priorizar las acciones en unos pocos sectores, especialmente en biodiversidad, agricultura y protección social. El desarrollo con bajas emisiones de carbono, especialmente en los sectores de energía y silvicultura, podría aportar soluciones rentables y atraer financiación para el clima, incluso del sector privado, lo que apoyaría el programa general de desarrollo. Los esfuerzos de reforma tienen más probabilidades de éxito si se basan en los puntos fuertes existentes. Las principales fuentes de resiliencia de Guinea-Bissau emanan de sus activos naturales y sociales: su población joven, su capacidad de coexistencia interreligiosa e interétnica, su próspero mercado informal y la mayor legitimidad concedida a sus instituciones sociales, es decir, sus autoridades tradicionales, asociaciones comunales, líderes religiosos y organizaciones no gubernamentales. Por consiguiente, los esfuerzos para abordar el cambio climático podrían movilizar a una amplia variedad de grupos sociales del país.
La agricultura es uno de los pilares de la economía de Guinea-Bissau y proporciona sustento e ingresos vitales a la mayoría de sus ciudadanos, pero el cambio climático podría afectar su productividad. Las exportaciones de anacardo, que representan el 90 % de los ingresos totales del país por exportaciones, evidencian la fuerte dependencia de la economía de este único producto, una dependencia que expone al sector agrícola y a la economía nacional a riesgos significativos. El aumento previsto de la temperatura y la prolongación de los períodos de sequía podrían afectar gravemente la producción agrícola, especialmente en las regiones del interior, lo que podría reducir el PIB hasta un 4,1 % de aquí a 2050. Para hacer frente a estos retos y apoyar un mayor desarrollo económico, es necesario actuar de inmediato para aplicar prácticas agrícolas climáticamente inteligentes, centrándose en la diversificación de cultivos y el desarrollo de variedades resistentes. A medio plazo, es crucial invertir en la construcción de sistemas de riego y diques, teniendo en cuenta los conocimientos locales y reforzando las estructuras dirigidas por mujeres. La conservación y restauración de los bosques son vitales para el desarrollo sostenible, incluida la retención de agua, la fertilidad del suelo y la reactivación de los ecosistemas. Los bosques proporcionan servicios ecosistémicos críticos y son especialmente importantes para el sustento de las comunidades más empobrecidas. Históricamente, estos bosques han permitido a Guinea-Bissau actuar como un sumidero de carbono. Los manglares, que constituyen el 9 % de la superficie terrestre de Guinea-Bissau, forman parte integral del marco ecológico del país y son cruciales para la resiliencia costera.
Los manglares son importantes para la mitigación del cambio climático, con una capacidad de almacenamiento de más de 300 millones de toneladas equivalentes de CO2, y para la adaptación al clima como solución basada en la naturaleza. Protegen contra la erosión costera y son esenciales para la sostenibilidad de la pesca. Sin embargo, la deforestación de las últimas décadas ha alterado esta dinámica, con una pérdida de casi el 18 % de la cubierta forestal desde 2000, lo que ha provocado la emisión de más de 74,8 millones de toneladas de CO2 desde 2001. Mediante la adopción de mejores prácticas de gestión de la tierra y la inversión para revertir las tendencias actuales de deforestación, Guinea-Bissau podría restablecer su condición de sumidero de carbono, lo que le permitiría obtener créditos de carbono. Este cambio también ayudaría a crear paisajes más resistentes y productivos. A corto plazo, es imperativo promover medios de vida alternativos para reducir la dependencia de actividades como la recolección de leña y la agricultura de tala y quema. La vigilancia forestal y la gobernanza de las zonas protegidas evitarían la sobreexplotación y la tala ilícita de madera. A medio plazo, es esencial desarrollar estrategias globales de gestión del paisaje en las que participen las partes interesadas locales. La preservación del medio ambiente se combinará con el crecimiento socioeconómico, aprovechando el capital natural de Guinea-Bissau para el desarrollo sostenible. El país también debe establecer los marcos jurídicos, institucionales y técnicos necesarios para participar eficazmente en el mercado de carbono.
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