En un contexto donde las amenazas cibernéticas contra infraestructuras críticas son cada vez más sofisticadas, las empresas de servicios públicos se enfrentan al desafío de proteger sus sistemas operacionales con recursos limitados. Este fue el caso de una empresa municipal encargada del suministro de electricidad y agua, que tuvo que responder rápidamente a una intrusión persistente en su red tecnológica. A pesar de su tamaño reducido y sus restricciones presupuestarias, la entidad logró articular una respuesta efectiva mediante la colaboración con una organización especializada en ciberseguridad industrial.
El incidente fue provocado por un grupo avanzado que había accedido a la red de tecnología operativa (OT) con el objetivo de recolectar información sensible. Este hecho obligó a acelerar la implementación de soluciones que ya estaban en proceso de adopción. A través de una plataforma diseñada específicamente para entornos OT, se logró identificar los vectores de ataque utilizados, como movimientos laterales mediante protocolos de escritorio remoto y técnicas de evasión de seguridad. La respuesta oportuna permitió detener la intrusión antes de que se comprometiera información sensible de los clientes o se afectaran las operaciones esenciales del sistema. Antes de este incidente, la organización enfrentaba limitaciones en la visibilidad de sus activos, dificultades para gestionar vulnerabilidades y una sobrecarga de alertas de seguridad difíciles de priorizar. Además, la coexistencia de tráfico IT y OT en la misma red dificultaba la segmentación adecuada, lo que aumentaba la exposición a riesgos. La incorporación de una herramienta especializada permitió automatizar el inventario de activos, mejorar la detección de amenazas, priorizar vulnerabilidades según su impacto real y generar recomendaciones para una mejor segmentación del tráfico.
El proceso de fortalecimiento de la seguridad fue posible gracias a la colaboración con programas de apoyo diseñados para mejorar la protección cibernética en empresas de servicio público. Esta iniciativa permitió acceder no solo a tecnología avanzada, sino también a asistencia técnica y experiencia estratégica. El enfoque no se limitó a resolver el incidente puntual, sino que se orientó hacia el desarrollo de una postura de seguridad continua, basada en la supervisión activa, la mejora de la arquitectura de red y la capacitación del personal. Un aspecto distintivo fue la incorporación de servicios de monitoreo externo que, en coordinación con el equipo interno, ayudaron a mantener una vigilancia constante sobre posibles comportamientos anómalos. Esta interacción potenció la capacidad de respuesta y facilitó una evaluación más precisa del estado de la red. Además, la disponibilidad de inteligencia sobre amenazas específicas permitió anticiparse a comportamientos similares en el futuro.
Más allá de los aspectos técnicos, el proceso generó un cambio en la cultura organizacional, al integrar la ciberseguridad como una dimensión transversal a la operación diaria. La mejora en la visibilidad permitió optimizar también procesos operativos, reducir el tiempo de diagnóstico ante fallos y tomar decisiones informadas sobre la configuración de sistemas críticos. Esta transformación reflejó la importancia de contar con herramientas adaptadas a las necesidades particulares del sector OT y con el acompañamiento adecuado para implementarlas de forma efectiva. En conjunto, la experiencia demostró que incluso organizaciones pequeñas pueden elevar su nivel de protección si cuentan con soluciones bien diseñadas, apoyo especializado y una visión proactiva. La combinación de tecnología, conocimiento experto y compromiso institucional permitió no solo resolver una situación urgente, sino avanzar hacia un modelo de ciberseguridad más robusto, resiliente y alineado con los desafíos actuales del entorno digital industrial.
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