El rápido avance de las tecnologías, la caída de los costos de la digitalización y la creciente conectividad de la sociedad está produciendo una profunda transformación en todo el mundo, y tanto el sector eléctrico, como los agentes que lo configuran, forman parte de esta transformación. Los beneficios esperados en los sistemas eléctricos a partir de la incorporación de nuevas tecnologías, que permitan una mayor digitalización y conectividad de éstos, son muy relevantes. Los beneficios potenciales abarcan aspectos tan diversos como incrementos en la eficiencia energética, la reducción de los costos asociados con nuevas inversiones en redes, la optimización de la operación y mantenimiento de las redes, la reducción de pérdidas eléctricas, la mejora en la calidad del servicio o el desarrollo de novedosos modelos de negocio, en torno a nuevos ecosistemas como el autoconsumo, la movilidad eléctrica, el almacenamiento o la gestión de la demanda, entre otros, además de contribuir de forma notable a la descarbonización de los sistemas eléctricos y al empoderamiento de los consumidores, posibilitando una participación más activa en el sistema eléctrico por parte de éstos. Para llegar a este nuevo modelo energético, los sistemas de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica deberán integrar mecanismos de comunicación e intercambios de información (a través de la digitalización, la descentralización y, donde sea posible, la automatización de procesos) entre todos los agentes que participan en el mercado eléctrico y entre los propios elementos que forman la cadena de valor del sector eléctrico. En definitiva, el cambio del sistema eléctrico tradicional hacia las nuevas redes inteligentes permitirá además de una generación, transmisión y distribución de la electricidad más eficiente, ofrecer nuevos productos y servicios innovadores a los diferentes usuarios de las redes eléctricas. Ante esta necesidad, cobra especial relevancia establecer políticas y regulaciones que incentiven la inversión en tecnologías que permitan la integración de los nuevos agentes así como las relaciones en el consumo de energía que están emergiendo, atendiendo al contexto de cada país y sus necesidades particulares. Consecuentemente, esta situación supone un gran reto para los reguladores y para las instituciones gubernamentales de los países. Los costos asociados a la digitalización de las redes eléctricas pueden ser pequeños de forma aislada, pero las redes eléctricas de cada país son muy extensas. Es por ello, por lo que la digitalización debe ser analizada en su conjunto y, considerando las distintas tecnologías que permitirían la recogida de datos útiles, su tratamiento y su aplicación efectiva en un sistema eléctrico conectado. La digitalización permite habitualmente habilitar la obtención de beneficios tangibles para el sistema eléctrico y la sociedad.
El objetivo general de este informe es identificar el estado del arte en relación con el des- pliegue de la medición inteligente (MI) en la región de América Latina y el Caribe (ALC) con objeto de realizar una serie de recomendaciones que puedan ser utilizadas por los regulado- res energéticos en ALC, que permitan incentivar su despliegue de forma consistente con las necesidades específicas de cada país. Por ello, el informe identifica algunas de las mejores prácticas regulatorias en la materia, así como lecciones aprendidas que podrían ser utiliza- das por los reguladores de los países de ALC.
Para leer más ingrese a: