La reducción de emisiones de metano se presenta como una oportunidad crucial para abordar los desafíos climáticos contemporáneos, en particular en los países en desarrollo donde los sectores de petróleo y gas tienen un papel significativo en la economía y en las emisiones totales de gases de efecto invernadero. El metano, a pesar de ser un componente menos abundante que el dióxido de carbono en la atmósfera, tiene un impacto climático mucho más potente a corto plazo. Este contexto sitúa la mitigación del metano como una acción de alta prioridad para alcanzar metas climáticas globales, especialmente en regiones donde las actividades extractivas de petróleo y gas contribuyen de manera desproporcionada a las emisiones.
Un primer paso esencial para abordar este desafío es construir inventarios nacionales de emisiones que sean precisos y transparentes. Estos inventarios no solo deben incluir estimaciones basadas en modelos y factores de emisión tradicionales, sino que también deben aprovechar tecnologías emergentes como sensores satelitales, drones y monitoreo aéreo. Estas herramientas permiten identificar y cuantificar las emisiones de manera más precisa, incluso en ubicaciones remotas o complejas. A partir de esta información, se pueden desarrollar líneas de base nacionales y establecer objetivos específicos de reducción de metano que estén alineados con las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) bajo el Acuerdo de París. Este proceso no solo facilita la planificación estratégica, sino que también envía señales claras a los inversores y fomenta la movilización de financiamiento climático.
La regulación también desempeña un papel clave en la mitigación de las emisiones de metano. Un enfoque integral incluye la implementación de requisitos estrictos para la medición, monitoreo, reporte y verificación de emisiones en toda la cadena de valor del petróleo y gas. Las normativas deben abordar fugas no intencionadas y emisiones intencionales como la quema y la ventilación, que representan una parte significativa de las emisiones del sector. Por ejemplo, las políticas pueden incluir estándares tecnológicos para equipos que reduzcan las fugas, así como programas regulares de detección y reparación que aseguren que las fuentes de emisión sean rápidamente identificadas y controladas. Además, eliminar la quema y ventilación rutinarias, e imponer límites estrictos en circunstancias excepcionales, es una estrategia necesaria para abordar emisiones evitables.
Un enfoque efectivo no solo depende de las normas prescriptivas, sino también de la creación de sistemas de incentivos y sanciones que promuevan el cumplimiento. Los incentivos pueden incluir financiamiento público directo, mecanismos de recuperación de costos en acuerdos de producción compartida, o créditos comerciales en mercados de carbono. Por otro lado, las sanciones podrían adoptar la forma de impuestos, tarifas o incluso la revocación de licencias de operación en casos de incumplimiento significativo. Este equilibrio entre recompensas y penalizaciones es fundamental para motivar tanto a actores públicos como privados a priorizar la mitigación del metano en sus operaciones.
La integración de estas políticas en etapas tempranas de los proyectos, como la planificación y el licenciamiento, es otro componente crítico. Garantizar que los proyectos petroleros y gasíferos cumplan con estándares de emisiones desde su concepción no solo facilita el cumplimiento regulatorio a largo plazo, sino que también asegura que estas iniciativas estén alineadas con las metas climáticas y energéticas nacionales. Este enfoque proactivo también puede prevenir el bloqueo de carbono y mitigar el riesgo de activos varados, proporcionando una ruta más clara hacia la transición energética.
La implementación de estas medidas a menudo enfrenta barreras financieras, especialmente en los países en desarrollo, donde los recursos públicos y privados pueden ser limitados. En este contexto, los bancos multilaterales de desarrollo y otras instituciones financieras internacionales tienen un papel esencial en proporcionar financiamiento para proyectos de mitigación de metano. Estas instituciones pueden ofrecer préstamos concesionales, garantías o financiamiento mixto que reduzca los riesgos para los inversores privados. Además, mecanismos innovadores como bonos vinculados a la sostenibilidad y swaps de deuda por clima pueden ser herramientas útiles para movilizar recursos adicionales. En paralelo, los gobiernos pueden establecer plataformas nacionales que coordinen las estrategias de mitigación, canalicen el financiamiento y faciliten la asistencia técnica.
Un aspecto importante de estas estrategias es su capacidad de generar beneficios colaterales. Reducir las emisiones de metano no solo contribuye a los objetivos climáticos, sino que también mejora la calidad del aire y la salud pública al disminuir la contaminación atmosférica. Además, la reducción de fugas y emisiones no controladas puede aumentar la eficiencia operativa y recuperar mayores volúmenes de gas, lo que a su vez puede traducirse en beneficios económicos. Estos co-beneficios son particularmente relevantes en contextos donde las comunidades locales se ven afectadas por la proximidad a las operaciones petroleras y gasíferas.
La cooperación internacional también es un componente clave para el éxito de estas iniciativas. Los países productores y consumidores tienen una responsabilidad compartida en la reducción de las emisiones de metano. Las iniciativas globales, como la Asociación Global de Metano y la Hoja de Ruta de Asociaciones de Abatimiento de Metano, destacan la importancia de establecer estándares armonizados para el monitoreo y reporte de emisiones, así como de movilizar recursos financieros y técnicos. Este enfoque colaborativo no solo fomenta la coherencia internacional, sino que también reduce los costos de cumplimiento para las empresas que operan en múltiples jurisdicciones.
La adopción de medidas concretas para mitigar las emisiones de metano representa una oportunidad única para los países en desarrollo. Más allá de su contribución a los objetivos climáticos globales, estas acciones pueden catalizar transformaciones económicas y sociales más amplias, sentando las bases para un desarrollo sostenible e inclusivo. Sin embargo, el éxito de estas estrategias dependerá de la capacidad de integrar esfuerzos regulatorios, financieros y tecnológicos en un marco coherente y adaptado a las necesidades locales.
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https://www.oecd-ilibrary.org/development/methane-abatement-in-developing-countries_f3618a78-en