Las perspectivas de desarrollo de Mongolia se ven especialmente amenazadas por los efectos del cambio climático y la transición mundial hacia una economía con bajas emisiones de carbono. Los hogares mongoles son muy vulnerables a catástrofes naturales, como los dzuds (nevadas intensas y frío extremo) y las inundaciones. Se prevé que estos fenómenos aumenten en frecuencia e intensidad, poniendo en peligro los logros del desarrollo. Además, a medida que el mundo adopta cada vez más prácticas de bajo carbono y disminuye la demanda de carbón de Mongolia, especialmente por parte de China, se intensifica la urgencia de que la economía deje de depender de este recurso. Es fundamental que el país diversifique su economía y refuerce su resistencia al cambio climático para evitar importantes repercusiones negativas en el crecimiento económico, los ingresos públicos, las exportaciones y, lo que es más importante, en los esfuerzos por reducir la pobreza. Los esfuerzos de Mongolia hacia la descarbonización plantean retos significativos, dada la alta intensidad de emisiones estructural de su economía. Aunque el país no es un contribuyente significativo a las emisiones globales, su economía es la más intensiva en gases de efecto invernadero (GEI) a nivel mundial y tiene la novena mayor emisión per cápita de GEI.
El objetivo incondicional de la Contribución Determinada a Nivel Nacional (CDN) de Mongolia es reducir las emisiones de GEI en un 22,7 por ciento en comparación con un caso de referencia para 2030, lo que aún representaría un aumento del 122 por ciento en las emisiones de GEI desde 2010. Además, Mongolia fijó un objetivo condicional de la NDC ligeramente superior (27,2% de reducción respecto a la base de referencia) si se dispone de tecnologías de captura de carbono o de conversión de residuos en energía. Si se tienen en cuenta los bosques, el objetivo aumenta aún más, alcanzando hasta el 44,9% respecto a la base de referencia. De momento, Mongolia aún no ha fijado un objetivo de emisiones netas cero. Aunque es un desafío, la acción climática también ofrece al país la oportunidad de lograr importantes beneficios para el desarrollo. Al perseguir simultáneamente la descarbonización y la mejora de la resiliencia climática, Mongolia puede hacer frente a los riesgos climáticos y asegurar avances en el desarrollo. Una estrategia de desarrollo compatible con el cambio climático requiere esfuerzos específicos para reducir la dependencia del carbón como fuente de energía, disminuir el tamaño de los rebaños de ganado extensivo y gestionar mejor la tierra y los recursos hídricos. La aplicación de estas estrategias podría reportar beneficios considerables, como la reducción de la contaminación atmosférica, crucial para mejorar la salud pública, y una industria ganadera más sostenible que preserve el estilo de vida nómada tradicional de los pastores. Además, hay potencial para implementar políticas que orienten la economía hacia una senda más sostenible, aprovechando el cambio mundial hacia prácticas ecológicas para fomentar la diversificación económica, por ejemplo, hacia la extracción de minerales ecológicos.
Los efectos de los riesgos climáticos y la transición del carbón tendrán repercusiones diversas en las distintas regiones, comunidades y niveles socioeconómicos. Los desafíos relacionados con el clima intensifican las condiciones ya vulnerables de los pastores y los mineros del carbón, quienes se encontrarán con importantes obstáculos para encontrar un nuevo empleo a medida que la atención se desplace hacia métodos ganaderos sostenibles y se deje de depender del carbón. Además, los habitantes de los distritos rurales y del Ger de Ulán Bator (UB) corren un mayor riesgo de sufrir las consecuencias de la mayor frecuencia de dzuds e inundaciones. Por lo tanto, es crucial emplear un enfoque centrado en las personas, con conciencia espacial y basado en el lugar, a la hora de analizar los obstáculos de la transición ecológica y en la posterior elaboración de políticas eficaces. El informe evalúa las interconexiones críticas entre las ambiciones de desarrollo de Mongolia y la acción contra el cambio climático, e identifica formas de transición hacia una vía de desarrollo más diversificada económicamente, inclusiva y resiliente. El informe destaca los principales riesgos climáticos y de transición que afectan al futuro desarrollo de Mongolia y propone una vía para mejorar la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo. Se emplean diversas técnicas y enfoques de modelización para evaluar el grado de exposición de Mongolia al cambio climático, así como las repercusiones sociales y económicas y los riesgos de transición asociados. Estos resultados informan las opciones políticas sectoriales y económicas para reducir la dependencia económica del carbón, la generación de energía intensiva en carbono y gestionar mejor los recursos hídricos y agrícolas.
El informe también aboga por reforzar las políticas para aumentar la resistencia al cambio climático y garantizar una transición justa, especialmente para los más vulnerables. Reconociendo que la transición verde tendrá un costo, el informe identifica las necesidades de inversión de los sectores público y privado, así como las limitaciones y oportunidades de financiación para una vía de crecimiento resiliente al clima y con bajas emisiones de carbono. El informe se estructura de la siguiente manera: La Sección 2 profundiza en los vínculos entre desarrollo y clima en Mongolia y presenta conclusiones basadas en modelos sobre los impactos económicos y de pobreza del cambio climático en diferentes escenarios. La Sección 3 abarca cuatro análisis sectoriales en profundidad. Los dos primeros se centran principalmente en la adaptación al cambio climático en los sectores de la agricultura y el agua. El tercero considera las perspectivas del sector extractivo, mientras que el cuarto análisis sectorial se centra en la descarbonización de la generación de electricidad y calor. La Sección 4 se enfoca en cómo el gobierno puede aumentar la resiliencia de las poblaciones vulnerables al clima. La Sección 5 esboza las opciones para movilizar la financiación privada y pública y las inversiones privadas en apoyo de la transición verde. La Sección 6 examina la estructura institucional y de gobernanza existente para la acción climática y propone recomendaciones para mejorar su eficacia, y la Sección 7 concluye con un marco para priorizar las acciones políticas esbozadas en este informe.
La urgencia de la crisis climática requiere una acción política decisiva y estratégica que equilibre eficazmente las preocupaciones climáticas con los objetivos de desarrollo económico. Abordar este reto polifacético requiere un planteamiento global que integre soluciones climáticas tanto sectoriales como intersectoriales para satisfacer las necesidades inmediatas, al tiempo que se abordan los problemas estructurales subyacentes a medio y largo plazo. La CCDR propone un conjunto de políticas diseñadas para alinear y complementar la actual agenda climática y de desarrollo del Gobierno. El progreso depende de un enfoque colaborativo de todo el gobierno que ya ha comenzado, aunque con dificultades, a sentar las bases para la acción climática y la transición hacia una economía más sostenible y resistente. Esta sección resume las principales recomendaciones del informe, clasificándolas por grado de urgencia e impacto sobre el clima y el desarrollo, y propone un organismo gubernamental responsable de su aplicación. La CCDR adopta un enfoque mesurado y pragmático de las recomendaciones políticas, equilibrando la viabilidad y la urgencia, al tiempo que reconoce la relevancia de aquellas acciones beneficiosas para el propio desarrollo de Mongolia.
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