El informe aborda las transiciones tanto del sector industrial como de las ciudades, subrayando la importancia de los riesgos relacionados con la naturaleza. Identifica los impactos y las dependencias de la economía y la sociedad respecto a la naturaleza, al tiempo que ofrece directrices para que los líderes urbanos y empresariales emprendan acciones clave que aceleren una transición positiva hacia la naturaleza. En un contexto de crecimiento urbano sin precedentes y desafíos medioambientales de gran magnitud, el informe destaca la urgencia de soluciones innovadoras. Según sus conclusiones, movilizar nuevas oportunidades financieras para un desarrollo urbano sostenible resulta esencial, especialmente en un momento en el que la integración de la naturaleza en las ciudades es crucial para su viabilidad futura. El documento resalta cómo las ciudades, principales motores del crecimiento económico mundial, enfrentan crecientes presiones relacionadas con el aumento poblacional, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. En este sentido, se enfatiza que la integración de soluciones basadas en la naturaleza en la planificación urbana no debe considerarse opcional, sino imprescindible, para fortalecer la resiliencia, mejorar la salud pública y garantizar el bienestar de las generaciones futuras. Este análisis hace un llamado a los gobiernos, instituciones financieras, empresas privadas y la sociedad civil para que reconozcan el enorme potencial de invertir en naturaleza urbana. Aunque esta agenda aún está en desarrollo, los beneficios asociados son claros y contundentes.
El informe presenta ejemplos de prácticas exitosas y pone de relieve los beneficios económicos, sociales y medioambientales derivados de estas inversiones, lo que facilita un camino hacia una transformación en la manera en que las ciudades enfrentan el desarrollo. Asimismo, establece como objetivo la promoción de un enfoque colaborativo entre las partes interesadas para financiar iniciativas positivas para la naturaleza. En vista de un futuro en el que la naturaleza estará plenamente integrada en la gobernanza urbana, el documento subraya la importancia de establecer un ecosistema financiero sólido que movilice recursos y fomente asociaciones público-privadas. De esta forma, se busca que la agenda emergente en torno a la naturaleza se convierta en un pilar del desarrollo urbano sostenible. El texto también aborda la creciente urbanización a nivel mundial y el impacto de este fenómeno en las infraestructuras y recursos. Actualmente, las ciudades generan el 80 % del producto interior bruto (PIB) global, pero casi el 44 % de esa contribución está en riesgo debido a la pérdida de naturaleza. Este desafío pone de manifiesto la importancia de conservar la biodiversidad y los ecosistemas para proteger tanto a las ciudades como a sus habitantes. A pesar de ello, solo el 0,3 % del gasto global en infraestructuras urbanas se destina actualmente a soluciones basadas en la naturaleza. Además, menos del 10 % del presupuesto aprobado por los bancos multilaterales de desarrollo entre 2018 y 2023 fue asignado a proyectos relacionados con naturaleza urbana.
El informe advierte que la falta de inversión no refleja los valores que la naturaleza aporta a la sociedad, tales como aire limpio, agua, regulación climática y biodiversidad, así como beneficios culturales y recreativos esenciales para el bienestar humano y la estabilidad económica. Si bien aumentar la inversión en naturaleza es esencial, esto no será suficiente si no se abordan simultáneamente las prácticas perjudiciales para el medio ambiente. Según el análisis, anualmente se invierten alrededor de 7 billones de dólares en actividades con impacto negativo sobre la naturaleza. Este patrón, de no revertirse, podría comprometer las ventajas ambientales, sociales y económicas que la naturaleza ofrece a largo plazo. En el texto se identifican oportunidades para ampliar las acciones positivas hacia la naturaleza más allá de los modelos tradicionales de financiamiento, como los bonos verdes. Se sugiere explorar nuevas fuentes de capital y transformar las estructuras financieras para fomentar inversiones sostenibles en biodiversidad. A medida que las ciudades continúan desarrollándose, se enfatiza la necesidad de integrar la naturaleza en las políticas de gobernanza e invertir directamente en la conservación de ecosistemas. Actualmente, las fuentes públicas representan el 83 % del financiamiento global para biodiversidad, mientras que el sector privado contribuye con el 17 %. Esta distribución resalta el potencial de incrementar la participación privada en iniciativas de desarrollo urbano sostenible.
A medida que los centros urbanos continúan expandiéndose, enfrentan el doble desafío de fomentar el crecimiento económico mientras protegen la biodiversidad y los hábitats naturales del planeta. La expansión urbana descontrolada no solo amenaza estos ecosistemas vitales, sino que también incrementa la demanda de materias primas y recursos naturales esenciales para el desarrollo de infraestructuras. Para abordar este panorama complejo, es fundamental que los líderes urbanos integren la naturaleza en las políticas de desarrollo urbano y la incluyan como un eje central en todas las decisiones de inversión. Este enfoque no solo mejora la sostenibilidad ambiental, sino que también genera importantes beneficios socioeconómicos, refuerza la resiliencia y mejora las estrategias de gestión de riesgos en las ciudades. Actualmente, el impulso global hacia una financiación positiva para la naturaleza en las ciudades está lejos de ser suficiente para cumplir con los objetivos de las Convenciones de Río: acuerdos internacionales destinados a conservar la biodiversidad, mitigar el cambio climático y combatir la desertificación. Solo el 0,3 % del gasto mundial en infraestructura urbana se destina a soluciones basadas en la naturaleza, y únicamente el 37 % de las 500 ciudades más pobladas del mundo cuentan con estrategias específicas para gestionar y proteger la naturaleza de manera sostenible. Además, solo el 20 % de esas 500 ciudades tienen solvencia crediticia, lo que significa que, independientemente de su compromiso con la naturaleza, enfrentan dificultades sistemáticas para financiar su transición hacia un modelo de desarrollo positivo para la naturaleza.
El llamado global para un desarrollo urbano en armonía con la naturaleza sigue creciendo a medida que los riesgos climáticos se vuelven más frecuentes y se evidencian las conexiones entre las contribuciones de la naturaleza y una vida urbana próspera y resiliente. Los cambios positivos en las ciudades pueden lograrse mediante la identificación y ampliación de nuevas oportunidades de financiación para la conservación y regeneración de la naturaleza (financiación positiva para la naturaleza) y la incorporación de la naturaleza en todos los flujos de financiación para el desarrollo urbano (integración de la naturaleza). Si bien el enfoque en herramientas y mecanismos financieros innovadores es vital, las ciudades también deben priorizar la transparencia, la rendición de cuentas y el fortalecimiento de capacidades como elementos fundamentales para una gestión financiera efectiva en la conservación de la biodiversidad. Simplemente aumentar la financiación no es suficiente; se necesitan marcos de gobernanza sólidos y un seguimiento transparente de los gastos como medidas esenciales para garantizar que los recursos se utilicen de manera eficiente y produzcan resultados significativos en todos los ámbitos de la naturaleza: tierra, océano, aire y biodiversidad.
El informe destaca, además, la cumbre COP15 de 2022, donde se acordó, en el Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal, que para 2050 la biodiversidad deberá ser «valorada, conservada y utilizada sabiamente, manteniendo los servicios de los ecosistemas y proporcionando beneficios esenciales para todas las personas». Este compromiso exige que las ciudades integren la naturaleza en sus estructuras y procesos de toma de decisiones. Entre las soluciones destacadas se encuentran infraestructuras verdes, rehabilitación de humedales y creación de corredores de vida silvestre, así como políticas e incentivos como la reurbanización de zonas industriales abandonadas, la gestión de áreas costeras y la promoción de zonas sin vehículos. Finalmente, se evidencian los beneficios económicos y ambientales de estas intervenciones. Por ejemplo, en 10 megaciudades, la plantación de árboles podría ahorrar hasta 482 millones de dólares anuales en costos sanitarios debido a la eliminación de contaminantes. Además, los parques urbanos y los tejados verdes incrementan el valor de las propiedades y ofrecen ahorros energéticos significativos. A través de estos ejemplos, el informe reafirma que invertir en naturaleza urbana no solo es beneficioso para los ecosistemas, sino también para la economía.
Para leer más ingrese a:
https://www.weforum.org/publications/nature-positive-financing-the-transition-in-cities/
https://reports.weforum.org/docs/WEF_Nature_Positive_Financing_the_Tranisition_in_Cities.pdf