Peligro y promesa: enfrentar el cambio climático en América Latina y el Caribe

El cambio climático representa tanto una amenaza crítica como una oportunidad única para el progreso de América Latina y el Caribe. Este libro profundiza en esta doble realidad, mostrando que la acción climática es, sobre todo, una acción de desarrollo, dado que contribuye a que los países alcancen objetivos cruciales a corto y mediano plazo. Llegar a cero emisiones netas es factible, aporta beneficios económicos tangibles y depende especialmente de la agricultura, la silvicultura y otros usos del suelo. El éxito de la acción climática también requiere un amplio apoyo público, basado en la percepción compartida de que las políticas son justas y eficaces. Este documento puede servir como recurso para los gobiernos, el sector privado y los ciudadanos en su intento de sortear los peligros y, al mismo tiempo, aprovechar las promesas que ofrece la acción climática. El cambio climático es, a la vez, un peligro claro y presente y una oportunidad significativa para el progreso tecnológico, económico y social. Esta afirmación aplica tanto al mundo en general como, de manera particular, a América Latina y el Caribe. De hecho, es posible que esta región sea la personificación tanto del peligro como de la promesa que entraña el cambio climático.

 

La edición 2024 del informe Desarrollo en las Américas explora las complejidades de esta dicotomía y ofrece una hoja de ruta para evitar los peligros y aprovechar las oportunidades. América Latina y el Caribe presenta al menos tres características notables que constituyen la base de esta hoja de ruta. En primer lugar, es la segunda región más vulnerable del mundo a los eventos climáticos extremos, como olas de calor, tormentas e inundaciones, así como a los eventos de evolución lenta, como el aumento del nivel del mar. Los países del Caribe están particularmente expuestos a las tormentas y al aumento del nivel del mar, mientras que otros países de la región enfrentan sequías e inundaciones. En segundo lugar, la región posee una dotación de recursos naturales abundantes y excepcionalmente diversos, que constituyen herramientas indispensables para luchar contra el cambio climático, aunque también enfrentan un riesgo existencial debido a este. Particular atención merece la selva amazónica, conocida como el «pulmón del planeta», que cada año captura miles de millones de toneladas de gases de efecto invernadero (GEI). Sin embargo, la pérdida y degradación de los bosques amenazan con transformar la Amazonía de un sumidero de carbono a una fuente de emisiones. Por último, la región enfrenta graves retos socioeconómicos y políticos relacionados con altos niveles de urbanización, desigualdad de ingresos, informalidad laboral y pobreza, especialmente entre mujeres, pueblos indígenas, afrodescendientes y otros grupos vulnerables.

 

En América Latina y el Caribe, como en el resto del mundo, los desafíos asociados al cambio climático son enormes. Este impone cargas desproporcionadas a los hogares pobres y vulnerables, amenazando con socavar décadas de progreso hacia las metas de desarrollo sostenible. Esta dura realidad subraya la necesidad de una transición justa que aborde simultáneamente los retos del cambio climático y el desarrollo. Al mismo tiempo, esta transición ofrece oportunidades: reducir costos de energía, aumentar la productividad agrícola y en otros sectores clave, reforzar infraestructuras, mejorar la protección social, elevar la calidad ambiental y apoyar la gobernanza. Se trata de un momento crucial tanto para los gobiernos como para los ciudadanos, quienes deben no solo mitigar los crecientes daños del cambio climático, sino también aprovechar la oportunidad de construir un futuro sostenible, resiliente y equitativo. La gobernanza climática es intrínsecamente compleja. Tanto los factores responsables del cambio climático como sus impactos abarcan diversas zonas geográficas y sectores económicos. Además, las inversiones necesarias (por ejemplo, en transporte público, energía baja en carbono y tratamiento de aguas residuales) suelen implicar gastos considerables a corto plazo, mientras que los beneficios se perciben a largo plazo, lo que genera un desajuste temporal que dificulta el apoyo político. Los beneficios de estas inversiones también pueden ser disfrutados por quienes no contribuyen directamente a ellas, incluidas otras regiones o países, lo que agrava el problema del parasitismo. Por otra parte, tanto los responsables de políticas como los votantes suelen desconocer los beneficios de la acción climática, lo que incrementa la incertidumbre. Asimismo, esta acción genera tanto ganadores (por ejemplo, en el sector de energías renovables) como perdedores (en los combustibles fósiles), y gestionar estos impactos puede ser complicado.

 

Estas dificultades se agravan por la débil gobernanza climática del sector público en América Latina y el Caribe. Los recursos financieros, el capital humano y el apoyo político a las instituciones para el clima son generalmente inadecuados. Estas instituciones, además, suelen ser frágiles en comparación con aquellas con las que deben coordinarse (finanzas, energía, transporte y agricultura). Como resultado, sus agendas corren el riesgo de fracasar. La gobernanza climática en el sector privado también es limitada. Las empresas tienden a evaluar riesgos y oportunidades con base en experiencias pasadas y datos históricos, lo que dificulta considerar los riesgos climáticos futuros. Para mejorar la gobernanza, es fundamental integrar la política climática en los diferentes sectores económicos y niveles de gobierno. Por ejemplo, las inversiones para lograr que los centros de salud sean resilientes a tormentas no tendrán éxito si no se refuerza también el sector de transporte que facilita el acceso. Las políticas sectoriales deben formar parte de una estrategia unificada. El nivel de gobierno que toma las decisiones también es crucial. Las centrales de energía renovable o la zonificación que prohíbe construcciones en áreas de riesgo generan costos locales para beneficios nacionales. La inclusión de actores influyentes, como los jefes de gobierno, puede garantizar la coordinación de acciones en sectores y niveles gubernamentales.

 

En el pasado, el progreso hacia políticas climáticas sólidas se ha visto limitado por la percepción errónea de que tendrían impactos económicos adversos, como el aumento de los costos de la energía. Esta narrativa es engañosa. En esta edición de su publicación insignia, el BID desmiente esta falacia y demuestra que la acción climática, lejos de ser un obstáculo, es una oportunidad para el desarrollo económico. Además de evitar daños costosos, promueve objetivos de desarrollo esenciales. Para alcanzar los objetivos climáticos de la región, se requiere un apoyo público generalizado, fundamentado en la percepción de que la acción climática es justa y efectiva. Al abordar estos desafíos, los gobiernos pueden consolidar el respaldo necesario y allanar el camino hacia un futuro más brillante y sostenible. Este informe sirve como recurso valioso para gobiernos, empresas y ciudadanos que buscan enfrentar los desafíos del cambio climático y aprovechar las oportunidades que este ofrece.

Para leer más ingrese a:

https://publications.iadb.org/es/peligro-y-promesa-enfrentar-el-cambio-climatico-en-america-latina-y-el-caribe-resumen-ejecutivo

https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/Peligro-y-promesa-enfrentar-el-cambio-climatico-en-America-Latina-y-el-Caribe-resumen-ejecutivo.pdf

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