Pricing Greenhouse Gas Emissions 2024: Gearing Up to Bring Emissions Down

La transición hacia un futuro sostenible y neutral en carbono es un desafío apremiante que requiere una transformación profunda en los sistemas económicos y sociales globales. Este desafío está impulsado por la creciente urgencia de reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir con los objetivos climáticos internacionales. En este contexto, los mecanismos de precios del carbono y la tributación energética emergen como herramientas fundamentales para incentivar cambios estructurales en los patrones de producción y consumo. Estos instrumentos no solo proporcionan señales de precios que penalizan las emisiones, sino que también generan recursos financieros que pueden ser reinvertidos en tecnologías limpias y programas de adaptación climática.


Un aspecto central en esta transición es la implementación de sistemas de comercio de emisiones (ETS) y los impuestos al carbono, que han demostrado ser efectivos para cubrir sectores clave como la generación de energía y las industrias pesadas. Sin embargo, su alcance sigue siendo limitado en muchos países, dejando amplios sectores económicos sin señales claras para reducir emisiones. Los impuestos a los combustibles, aunque más extendidos, suelen ser insuficientes en términos de nivel y cobertura para cumplir con los objetivos climáticos. Además, la reciente crisis energética global ha puesto en evidencia la fragilidad de estas políticas, ya que muchos gobiernos han respondido reduciendo impuestos o aumentando subsidios a los combustibles fósiles para aliviar las presiones sobre los consumidores, lo que ha debilitado las señales de precios necesarias para la descarbonización.


A pesar de estos retrocesos, se observan avances significativos en algunos países y regiones que están adoptando nuevos instrumentos o ampliando los existentes. Por ejemplo, se han desarrollado sistemas de comercio de emisiones más complejos que incluyen sectores previamente excluidos, como el transporte o la gestión de residuos. Además, algunos países están introduciendo ajustes de carbono en las fronteras para evitar el riesgo de fugas de carbono y proteger la competitividad de sus industrias. Estas iniciativas subrayan la creciente sofisticación de las políticas climáticas, que buscan equilibrar objetivos ambientales con realidades económicas y sociales.


El cambio hacia un modelo económico más limpio también requiere una transformación en la tributación energética. Históricamente, los impuestos a la energía han favorecido los combustibles fósiles frente a las energías renovables, perpetuando un sistema de precios que desalienta la transición hacia fuentes de energía más limpias. En este sentido, los impuestos específicos a la electricidad y los subsidios a las energías renovables pueden desempeñar un papel crucial para corregir estas distorsiones. Sin embargo, su diseño e implementación deben ser cuidadosamente calibrados para evitar impactos negativos en los consumidores más vulnerables, particularmente en economías en desarrollo.


Otro desafío importante es garantizar que los ingresos generados por estas políticas se utilicen de manera estratégica para maximizar sus beneficios climáticos y sociales. Algunos países han comenzado a reinvertir estos recursos en proyectos de infraestructura sostenible, programas de eficiencia energética y subsidios para tecnologías limpias. Estas estrategias no solo aumentan la aceptación pública de las políticas de precios del carbono, sino que también refuerzan su eficacia al facilitar la transición hacia tecnologías de bajas emisiones.


La electrificación del transporte, impulsada por el crecimiento de los vehículos eléctricos, es otro eje central en esta transformación. Aunque promete reducir significativamente las emisiones del sector, también plantea retos fiscales. La disminución del consumo de combustibles fósiles reducirá los ingresos por impuestos al combustible, que históricamente han sido una fuente clave de financiación para infraestructura vial. Esto requerirá repensar los modelos de tributación, posiblemente mediante la introducción de tarifas basadas en el uso de carreteras o impuestos específicos al consumo de electricidad para el transporte.


El contexto político y social también juega un papel crucial en la implementación de estas políticas. La aceptación pública es fundamental para su éxito, y esto implica diseñar mecanismos que sean percibidos como justos y equitativos. Por ejemplo, algunas jurisdicciones están utilizando los ingresos de los precios del carbono para financiar transferencias directas a los hogares, reduciendo así el impacto en los consumidores de bajos ingresos. Este enfoque puede ayudar a mitigar la oposición pública y construir un consenso más amplio en torno a la necesidad de acción climática.


A nivel global, la coordinación entre países será esencial para evitar desequilibrios competitivos y garantizar que las políticas climáticas tengan un impacto significativo. La creciente adopción de ajustes de carbono en las fronteras y la armonización de los precios del carbono son pasos en esta dirección. Sin embargo, estas medidas también deben ir acompañadas de esfuerzos para apoyar a las economías en desarrollo, que enfrentan desafíos únicos en su transición hacia un modelo bajo en carbono.

 

Para leer más ingrese a:

https://www.oecd-ilibrary.org/taxation/pricing-greenhouse-gas-emissions-2024_b44c74e6-en

https://www.oecd-ilibrary.org/docserver/b44c74e6-en.pdf?expires=1733762871&id=id&accname=guest&checksum=5729AF21E0C85CB21518699A427A2A99

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