La resiliencia en los sistemas eléctricos ha tomado una relevancia crucial en los últimos años debido a los crecientes desafíos climáticos y las interrupciones que amenazan la estabilidad y la continuidad del servicio energético. En este contexto, los recursos energéticos distribuidos (DERs) emergen como una solución clave para fortalecer la capacidad de los sistemas eléctricos frente a eventos disruptivos. Estos recursos, que abarcan desde tecnologías como la energía solar fotovoltaica y el almacenamiento en baterías hasta soluciones más avanzadas como las plantas de energía virtual (VPPs) y las microredes, ofrecen la posibilidad de mejorar la confiabilidad tanto para los clientes como para la infraestructura eléctrica a gran escala. La importancia de estos avances tecnológicos radica no solo en su capacidad para garantizar el suministro de energía, sino también en su potencial para transformar la manera en que se gestiona y distribuye la energía, al tiempo que se alinean con los objetivos globales de sostenibilidad y reducción de emisiones de carbono. El despliegue de los DERs permite una mayor flexibilidad en la operación del sistema eléctrico, ya que estos recursos pueden ubicarse detrás o frente al medidor del cliente y operar de manera individual o en conjunto. Esta flexibilidad no solo proporciona valor a los clientes en términos de optimización del consumo y la reducción de costos, sino que también beneficia a la red en su conjunto al ofrecer soluciones efectivas para mejorar la estabilidad del sistema durante eventos climáticos extremos o fallos en la infraestructura. Las microredes, por ejemplo, tienen la capacidad de desconectarse del sistema eléctrico principal y operar de manera autónoma en caso de una interrupción, lo que las convierte en una herramienta fundamental para garantizar la continuidad del servicio en áreas críticas. Además, las plantas de energía virtual permiten la agregación de diversos DERs para ofrecer servicios de respuesta a la demanda, optimización del uso de la energía y soporte a la red, lo que refuerza su papel como herramientas de resiliencia en un sistema energético cada vez más complejo. Uno de los aspectos más destacados del enfoque hacia la resiliencia es la creciente colaboración entre diferentes partes interesadas en la planificación y desarrollo de proyectos que integren DERs. Los clientes, las comunidades, los reguladores y los proveedores de soluciones tecnológicas juegan un papel fundamental en este proceso, ya que la implementación de estos recursos requiere una coordinación efectiva y una comprensión compartida de las necesidades y los beneficios de la resiliencia. En muchos casos, los clientes comerciales e industriales, especialmente aquellos con operaciones críticas, están adoptando tecnologías como el almacenamiento en baterías y la generación solar para asegurar la continuidad de sus actividades durante apagones o eventos extremos. Estas soluciones no solo ofrecen beneficios directos en términos de reducción de costos y mejora de la eficiencia, sino que también posicionan a estos actores como parte activa en la transformación hacia un sistema energético más robusto y sostenible.
La equidad es otro principio fundamental en la planificación de proyectos resilientes. A medida que se desarrollan nuevas tecnologías y soluciones, es esencial que las comunidades vulnerables, que a menudo sufren desproporcionadamente los efectos de las interrupciones en el servicio eléctrico, también se beneficien de estas innovaciones. Las políticas públicas, como la iniciativa «Justice40» del gobierno de los Estados Unidos, buscan garantizar que al menos el 40% de ciertas inversiones en energía limpia lleguen a comunidades desfavorecidas, lo que refleja un compromiso por asegurar que los avances tecnológicos no dejen a nadie atrás. Esta perspectiva de equidad se ha convertido en un eje central para las empresas de servicios públicos, que están trabajando activamente en la identificación de oportunidades para involucrar a estas comunidades en proyectos de resiliencia y asegurar que los beneficios de los DERs se distribuyan de manera equitativa. La participación de las organizaciones comunitarias, los gobiernos locales y los grupos de interés es esencial para el éxito de estos proyectos, ya que aportan un conocimiento local que puede guiar la toma de decisiones y garantizar que las soluciones implementadas respondan a las necesidades reales de la población. La integración de los DERs también ha generado un debate sobre los modelos de negocio y las estructuras de propiedad más adecuadas para estos proyectos. Tradicionalmente, los activos de generación de energía han sido propiedad de empresas de servicios públicos o desarrolladores privados, pero la complejidad de los proyectos modernos de DER ha llevado al surgimiento de modelos de propiedad compartida. En estos casos, múltiples actores, incluidos los clientes, los desarrolladores y las empresas de servicios públicos, comparten los costos, los beneficios y los riesgos asociados con la operación de los DERs. Este enfoque permite una mayor flexibilidad en la planificación y ejecución de los proyectos, y facilita la participación de actores que de otro modo no podrían acceder a los beneficios de estas tecnologías. Sin embargo, también plantea desafíos en términos de coordinación y gestión, ya que es necesario establecer acuerdos claros sobre la operación, el mantenimiento y la distribución de los beneficios de los activos.
En términos de financiación, los proyectos de DER tienen acceso a una amplia gama de opciones que incluyen desde la compra de capital inicial hasta modelos de «servicio como servicio», en los que los clientes pagan por los beneficios de los activos en lugar de adquirirlos directamente. La disponibilidad de financiación federal y estatal para proyectos de resiliencia, especialmente a través de la Ley de Inversión en Infraestructura y Empleos de 2021 en los Estados Unidos, ha dado un impulso significativo al desarrollo de proyectos de DER. Además, los incentivos fiscales, como los créditos fiscales por inversión (ITC) y los créditos fiscales por producción (PTC), han ayudado a reducir los costos de los proyectos y a aumentar su rentabilidad, especialmente en las primeras etapas de desarrollo. La combinación de estos incentivos, junto con la reducción continua en los costos de las tecnologías de energía limpia, como la energía solar y el almacenamiento en baterías, ha creado un entorno propicio para el despliegue masivo de los DERs. La selección de tecnologías y el diseño conceptual de los proyectos de DER son pasos cruciales en el proceso de planificación, ya que deben garantizar que los recursos seleccionados no solo cumplan con los requisitos de resiliencia de un sitio, sino que también sean rentables. La correcta dimensionamiento de los activos de DER, basada en datos detallados de la demanda y el uso de la energía, es fundamental para asegurar que las inversiones sean eficientes y proporcionen los beneficios esperados. En muchos casos, es posible que los activos de DER no necesiten cubrir toda la demanda energética de un sitio, sino solo las cargas críticas, lo que puede reducir significativamente los costos del proyecto. Además, la integración de medidas de eficiencia energética y la capacidad de reducir la demanda en momentos de alta carga pueden aumentar aún más el valor de los DERs, ya que permiten optimizar el uso de los recursos disponibles.
Otro aspecto importante para considerar en la planificación de proyectos de DER es el impacto económico que estos recursos pueden tener más allá de la resiliencia. Los activos de DER, como las instalaciones solares y el almacenamiento en baterías, no solo proporcionan energía en momentos de emergencia, sino que también pueden reducir los costos energéticos a largo plazo al generar energía localmente y vender el exceso de generación a la red. Este tipo de beneficios económicos puede ayudar a compensar los costos iniciales del proyecto y asegurar su viabilidad financiera. Las herramientas de modelado y análisis, como las ofrecidas por laboratorios de investigación y organizaciones especializadas, pueden ayudar a los planificadores a estimar los costos y beneficios de un proyecto de DER, asegurando que las decisiones se tomen con una comprensión clara de los impactos económicos y técnicos. La ingeniería y los estudios de interconexión son pasos finales esenciales en el desarrollo de proyectos de DER, ya que permiten validar la factibilidad técnica de las soluciones propuestas y ajustar el diseño según sea necesario. La participación de ingenieros y otros asesores técnicos es crucial en esta etapa, ya que pueden identificar posibles obstáculos o limitaciones en la implementación de los proyectos y sugerir modificaciones para optimizar su funcionamiento. Además, es en esta etapa donde se consolidan los acuerdos de propiedad, financiación y operación, asegurando que todas las partes involucradas tengan claro su rol y responsabilidades en la gestión de los activos. La formalización de contratos bilaterales, como los acuerdos de interconexión y operación, garantiza que los servicios y beneficios de los DERs fluyan de manera eficiente entre los actores involucrados, estableciendo las bases para una operación exitosa. Finalmente, es importante destacar que los DERs no solo deben ser vistos como una herramienta para mejorar la resiliencia en situaciones de emergencia, sino como un componente integral de un sistema energético moderno y eficiente. A medida que las redes eléctricas se vuelven más complejas y los desafíos climáticos aumentan, la capacidad de los DERs para proporcionar servicios adicionales, como la reducción de la demanda, la gestión de picos de carga y la optimización de los costos energéticos, los convierte en una solución multifacética que beneficia tanto a los clientes como a las empresas de servicios públicos. La planificación estratégica y la colaboración entre múltiples partes interesadas son esenciales para maximizar el valor de los DERs y asegurar que estos recursos desempeñen un papel central en la transición hacia un sistema energético más resiliente, sostenible y equitativo.
Para leer más ingrese a: