RENEWABLES FOR CLIMATE RESILIENCE

La resiliencia es la capacidad de una persona, comunidad o sistema para recuperarse, adaptarse y desarrollarse ante la adversidad, los retos o el estrés. Consiste en superar situaciones difíciles, mantener la fortaleza y aprender de las experiencias para salir fortalecido. No se trata de evitar las dificultades, sino de enfrentarlas, aprovechando los puntos fuertes, los sistemas de apoyo y las estrategias de afrontamiento para seguir adelante. La resiliencia climática se refiere a la capacidad de las comunidades, los ecosistemas o los sistemas para anticiparse, prepararse y responder a las amenazas relacionadas con el clima, incluidos los fenómenos meteorológicos extremos o las tensiones a largo plazo inducidas por el cambio climático. Implica adaptarse a estos impactos, manteniendo las funciones esenciales, minimizando los daños y recuperándose rápidamente. Lograr la resiliencia climática requiere estrategias proactivas para reducir los riesgos y adaptarse a la evolución de las condiciones.

 

 

En los debates sobre energías renovables y cambio climático, se suele centrar la atención en cómo las energías renovables contribuyen a mitigar el cambio climático. Sin embargo, las energías renovables ofrecen algo más que la reducción de emisiones: desempeñan un papel igualmente importante en el apoyo a las estrategias de adaptación al cambio climático, reforzando la resiliencia climática. Ayudan a las comunidades a soportar y adaptarse a los impactos climáticos, fomentando sistemas energéticos resilientes y descentralizados que estabilizan las infraestructuras y apoyan sectores esenciales como la agricultura y la sanidad. Esta laguna es evidente en las estrategias climáticas globales, donde las energías renovables siguen considerándose en gran medida una herramienta de mitigación. Del mismo modo, las tendencias de financiación climática a menudo excluyen las energías renovables de las iniciativas de adaptación, lo que limita la financiación y reduce el potencial de las energías renovables para servir como un recurso integral de creación de resiliencia, especialmente en zonas vulnerables al clima. Las comunidades que se enfrentan a los efectos climáticos más graves, especialmente en África, aún no han aprovechado plenamente las energías renovables para hacer frente a sus vulnerabilidades.

 

 

Los esfuerzos climáticos globales deben ajustarse mejor a las disparidades regionales, reconociendo las energías renovables como un recurso vital tanto para la adaptación inmediata como para la resiliencia a largo plazo, con la financiación necesaria para respaldarlo. A menudo se considera que las energías renovables son principalmente una solución de energía limpia para la mitigación, pero son igualmente vitales para la adaptación, permitiendo la resiliencia climática. Esta percepción limitada pasa por alto el papel más amplio que desempeñan las energías renovables a la hora de ayudar a las comunidades a adaptarse a los impactos climáticos. Las energías renovables fomentan un panorama energético más democrático, reduciendo el monopolio de las empresas de combustibles fósiles y empoderando a las comunidades locales. Mantienen el gasto energético en el ámbito local, crean puestos de trabajo y reducen la contaminación, lo que mitiga los efectos del cambio climático en las poblaciones marginadas al tiempo que mejora la calidad del aire en general.

 

 

Las energías renovables son cruciales para garantizar el futuro de los sistemas energéticos y reducir las emisiones. Deben integrarse tanto en las estrategias de mitigación como en las de adaptación. Sin embargo, las políticas y enfoques de implementación suelen priorizar un aspecto sobre el otro. Es vital aumentar la inversión en adaptación, especialmente en África, dado que las energías renovables pueden mejorar la resistencia al cambio climático y reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Las anteriores COP han sido criticadas por no cumplir la promesa de financiación de 100.000 millones de dólares, por centrarse demasiado en la mitigación y por ofrecer compromisos vagos para duplicar la financiación de la adaptación para 2025. El desarrollo de la resiliencia climática a través de las energías renovables requiere un enfoque coordinado en el que participen los gobiernos nacionales, las autoridades locales, los BMD, las agencias de la ONU, las empresas privadas, las ONG, las fundaciones y el mundo académico. Cada uno de ellos es fundamental para proporcionar políticas, financiación, promoción e investigación que impulsen los proyectos de energías renovables y los esfuerzos de adaptación al cambio climático.

 

 

Preparar los sistemas energéticos para el futuro es fundamental para los esfuerzos de adaptación de regiones vulnerables al clima, como África. Los sistemas energéticos basados en energías renovables ofrecen la oportunidad de desarrollar economías y sociedades resilientes, al mismo tiempo que apoyan la adaptación a las cambiantes condiciones climáticas y reducen las emisiones. En 2022, a escala mundial, la mayor parte de los flujos de financiación del desarrollo relacionados con el clima para la generación de energías renovables y las tecnologías facilitadoras se centraron en la mitigación. Además, la mayor parte de la adaptación se destinó a tecnologías facilitadoras (redes centralizadas, minirredes aisladas, etc.), mientras que los proyectos de generación (como la energía solar o eólica) representaron más de la mitad de la parte destinada a la mitigación. Algunos casos estudiados en el informe fueron, Sudáfrica: La dependencia del carbón y la limitada inversión en energías renovables ponen en peligro los objetivos climáticos del país para 2030, mientras que la intensificación de las olas de calor, las sequías y las inundaciones agravan la desigualdad. Aunque solo se destina un tercio de los fondos necesarios a la reducción de emisiones y a la adaptación, el apoyo público a la transición energética se debe más a la esperanza de reducir los cortes de electricidad que a preocupaciones medioambientales.

 

 

Nigeria: Nigeria necesita 20.500 millones de dólares anuales para energías renovables y esfuerzos de resiliencia, lo que requiere una fuerte inversión del sector privado. La gestión eficaz de los fondos, la transparencia y la concienciación pública son esenciales para atraer financiación e impulsar la resiliencia climática, destacando las energías renovables como estrategia central para cumplir los objetivos de emisiones del país. Egipto: Egipto y Turquía debatieron sobre el refuerzo de la cooperación en materia de energías renovables y acción por el clima, haciendo hincapié en la necesidad de colaboración internacional para combatir el cambio climático. El ministro egipcio Al-Mashat subrayó el apoyo a las iniciativas multilaterales sobre el clima, la financiación justa y la alineación de posiciones en los foros mundiales para avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la resiliencia climática.

 

 

Kenia: Antes de la COP29, los negociadores africanos pidieron una financiación sostenible para el clima que dé prioridad a las subvenciones y a la financiación en condiciones favorables, destacando las inversiones en energías renovables. Kenia, que se enfrenta a graves impactos climáticos, necesita ahora 65.000 millones de dólares para 2030 en adaptación y mitigación. Aunque las inversiones privadas en energías renovables aportan el 41%, el país debe mejorar la transparencia de la financiación y dar prioridad a la adaptación para aumentar la resiliencia y alcanzar sus objetivos climáticos.

 

 

Marruecos: Marruecos y Alemania han formado una alianza climática y energética para ampliar la producción de energías renovables e hidrógeno verde. La alianza se formalizó durante la primera sesión del Diálogo Estratégico Germano-Marroquí. Se centra en la adaptación al clima, la transición energética sostenible y la importación de hidrógeno. Con más de 1.000 millones de euros de inversión, apoya los proyectos renovables de Marruecos, incluida una gran planta termosolar en Ouarzazate, fomentando la estabilidad regional. Además, un enfoque multilateral es crucial para financiar las energías renovables y hacer frente al cambio climático. Gobiernos, bancos, organismos de la ONU, empresas, ONG y universidades deben colaborar, aportando políticas, financiación, promoción e investigación para impulsar proyectos de energías renovables y esfuerzos de adaptación al clima.

 

Para leer más ingrese a:

https://www.ren21.net/your-network/strategic-intelligence-renewable-energy-leadership-2/

https://www.ren21.net/wp-content/uploads/2019/05/Renewables-for-Climate-Resilience.pdf

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