El arte de navegar no consiste en controlar el viento, sino en ajustar hábilmente las velas para atravesar la tormenta. En un mundo caracterizado por la aceleración del cambio, la resiliencia ha emergido como la capacidad clave para la supervivencia y el éxito. Los líderes actuales son cada vez más conscientes de que la resiliencia no se limita a soportar las crisis, sino que implica prosperar frente a ellas. Desde su creación en 2022, el Consorcio de Resiliencia ha actuado como un catalizador en los esfuerzos de los sectores público y privado para reforzar esta capacidad. A medida que los líderes mundiales navegan en un panorama de riesgos crecientes (que incluyen la inestabilidad climática, los conflictos geopolíticos, la fragilidad de las cadenas de suministro y las interrupciones tecnológicas) la misión del Consorcio cobra mayor relevancia. A través de acciones coordinadas, el Consorcio ha promovido la creación de resiliencia en diversas industrias, sectores y regiones. Este informe representa una continuación de este objetivo. Basado en los resultados de una encuesta realizada a más de 250 líderes del sector privado, evalúa la situación actual de las empresas en su camino hacia la resiliencia, así como su preparación y respuesta ante los desafíos crecientes.
A pesar de que cada vez más empresas reconocen la necesidad de integrar la resiliencia en sus estrategias básicas, muchas aún enfrentan dificultades para traducir este reconocimiento en capacidades concretas. De manera sorprendente, el 84% de las empresas admiten no estar lo suficientemente preparadas para afrontar las tendencias y las incertidumbres actuales. Un enfoque resiliente debe combinar estrategias defensivas y ofensivas. Sin embargo, los resultados de la encuesta revelan una inclinación predominante hacia acciones a corto plazo, reflejando una tendencia hacia medidas defensivas en lugar de proactivas. Este documento explora los fundamentos del liderazgo resiliente y resalta la importancia de la colaboración público-privada para fomentar la resiliencia. Las principales áreas identificadas son: mejorar el acceso al capital, promover la estabilidad macroeconómica, impulsar las inversiones sostenibles y el crecimiento ecológico, así como preparar a la fuerza laboral para los avances tecnológicos.
Aunque la concienciación sobre la resiliencia ha aumentado, el 84% de las empresas afirman no estar suficientemente preparadas para los desafíos presentes y futuros. Muchas organizaciones siguen enfocándose en abordar las necesidades inmediatas, favoreciendo las acciones defensivas a corto plazo en lugar de desarrollar estrategias a largo plazo orientadas al futuro. En todos los sectores, los esfuerzos de resiliencia tienden a priorizar las estrategias financieras y digitales, a menudo a expensas de capacidades esenciales como la previsión y la preparación ante las perturbaciones. Este desequilibrio crea vulnerabilidades que podrían obstaculizar la capacidad de las organizaciones para manejar una incertidumbre prolongada. El liderazgo juega un papel crucial en la construcción de resiliencia, y debe reforzarse a todos los niveles. Los consejos de administración deben adoptar perspectivas diversas para impulsar una toma de decisiones equilibrada. Las empresas deben acelerar la toma de decisiones, planificando escenarios con visión de futuro. Los equipos necesitan confianza, autonomía y seguridad psicológica para prosperar bajo presión. A nivel individual, los líderes deben ser un ejemplo de resiliencia, inspirar a sus equipos y afrontar desafíos como el agotamiento y los cambios de expectativas en el lugar de trabajo. Cuando las empresas se centran únicamente en afrontar los riesgos inmediatos, la resiliencia a largo plazo suele quedar en segundo plano, revelando una brecha crítica en la preparación sostenida.
La creación de resiliencia requiere un liderazgo unificado por parte de los directores ejecutivos, los consejos de administración y los responsables políticos. Abordar eficazmente estos retos depende de los esfuerzos colectivos para movilizar recursos, aprovechar la experiencia y fomentar la innovación a gran escala. Trabajando conjuntamente, las partes interesadas garantizan que la resiliencia se convierta en una base para prosperar en un mundo cada vez más complejo e interconectado. En el panorama actual, las organizaciones se enfrentan a riesgos cada vez más complejos, impulsados por la convergencia de tensiones geopolíticas, inestabilidad social, cambio climático y vulnerabilidades tecnológicas. Estos riesgos adoptan diversas formas. Por ejemplo, la interrupción de CrowdStrike en 2024 causó trastornos mundiales en la tecnología, mientras que el aumento de la inflación entre 2022 y 2024 generó inestabilidad financiera generalizada. En el ámbito geopolítico, la escalada de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China obligó a las organizaciones a replantear y diversificar sus cadenas de suministro para mitigar la exposición a las incertidumbres globales.
Los 10 principales riesgos a corto plazo identificados en el Informe sobre Riesgos Mundiales 2025 coinciden estrechamente con temas geopolíticos, medioambientales, sociales y tecnológicos. Las preocupaciones geopolíticas, como los conflictos armados interestatales y los enfrentamientos geoeconómicos, figuran de forma destacada en la clasificación de riesgos a un año. Los riesgos sociales, como la polarización, la falta de oportunidades económicas y el desempleo, también se encuentran entre los principales. Los riesgos medioambientales, como fenómenos meteorológicos extremos y cambios críticos en los sistemas terrestres, subrayan la necesidad urgente de desarrollar prácticas sostenibles. A su vez, la desinformación y la desinformación tecnológica representan los principales riesgos. La encuesta realizada a directivos del sector privado reveló que no todos los riesgos se perciben de manera igual en cuanto a su capacidad para interrumpir las operaciones empresariales. Más de 250 ejecutivos de todo el mundo identificaron la tecnología como la principal amenaza para la continuidad de las empresas, impulsada por la creciente preocupación por la ciberseguridad y la rápida adopción de la inteligencia artificial generativa (IA). Los cambios normativos se identificaron como el segundo reto más perturbador, especialmente debido al aumento de los costos de cumplimiento asociados a la protección de datos y la normativa medioambiental. Los cambios en la dinámica del mercado y las preferencias de los consumidores ocuparon el tercer lugar, seguidos por problemas macroeconómicos, como la volatilidad de los tipos de cambio y la inflación, que están afectando las inversiones y las operaciones a largo plazo.
Este panorama empresarial en rápida evolución refleja la creciente complejidad e interconexión de las operaciones mundiales. En un mundo cada vez más impredecible, las organizaciones deben enfrentar riesgos combinados, lo que exige un enfoque más integrado y anticipatorio para la resiliencia. A pesar de la creciente conciencia, persiste una brecha significativa, dado que muchas empresas aún se sienten mal preparadas, especialmente en términos de adaptabilidad a largo plazo y gestión proactiva del riesgo. Esta brecha es particularmente evidente en las acciones a corto plazo, que tienden a eclipsar el desarrollo de capacidades básicas de resiliencia, así como en las estrategias que priorizan las necesidades inmediatas sobre la construcción de una fortaleza organizativa a largo plazo. La resiliencia a largo plazo requiere el apoyo continuo de la dirección a todos los niveles, enfatizando la agilidad, la planificación de escenarios y el fomento de una cultura de innovación. La colaboración entre el sector público y privado también desempeña un papel fundamental en la construcción de resiliencia duradera. Este informe ha evaluado las oportunidades para mejorar la colaboración entre el gobierno y la industria, enfocándose en áreas clave como la mejora de la estabilidad macroeconómica, el acceso al capital, la aceleración de las inversiones en crecimiento verde y la adaptación de la fuerza laboral a las disrupciones tecnológicas.
De cara al futuro, el camino hacia la resiliencia a largo plazo es una responsabilidad compartida que requiere liderazgo y visión a todos los niveles. El éxito de estas iniciativas depende del liderazgo de los directores generales y los responsables políticos, y de su compromiso para impulsar estas transformaciones. Integrando la resiliencia en las estrategias básicas, tanto las empresas como los gobiernos no solo podrán mitigar los riesgos futuros, sino también desbloquear nuevas oportunidades de crecimiento sostenible. En un mundo marcado por la incertidumbre, la resiliencia se convierte en la base del éxito a largo plazo, permitiendo a las organizaciones no solo resistir las perturbaciones, sino prosperar en medio de ellas.
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https://reports.weforum.org/docs/WEF_Resilience_Pulse_Check_2025.pdf