El conjunto de herramientas de prospectiva estratégica para políticas públicas resilientes presentado en este informe está diseñado para ayudar a los responsables políticos a evaluar la preparación para el futuro de las estrategias y políticas a largo plazo. Originalmente concebido como una herramienta para apoyar a gobiernos y organizaciones en el desarrollo y evaluación de sus estrategias climáticas a largo plazo, se amplió durante el proceso de investigación para abarcar una variedad de ámbitos políticos más allá de la esfera medioambiental. Reconociendo que los objetivos políticos a largo plazo requieren un enfoque de políticas horizontal y no aislado, la OCDE identificó diversos factores, incluidos los medioambientales, tecnológicos, económicos, sociales y de gobernanza, que podrían alterar significativamente el panorama político en las próximas décadas. A partir de esta investigación, se propusieron 25 posibles factores de disrupción. El proceso diseñado permite a los gobiernos y organizaciones explorar estos factores de manera individual y en combinaciones diversas, con el objetivo de evaluar y diseñar políticas y estrategias frente a una variedad de futuros posibles, todo como parte de una metodología de prospectiva estructurada.
El conjunto de herramientas guía a los responsables políticos a lo largo de este proceso de prospectiva, ofreciendo información detallada sobre las disrupciones y proporcionándoles las herramientas necesarias para evaluar la solidez de las políticas actuales frente a posibles cambios futuros. En un mundo cada vez más complejo, los gobiernos y organizaciones deben anticipar de manera proactiva posibles escenarios futuros y poner a prueba sus políticas y estrategias a largo plazo. Estas deben ser capaces de prosperar en múltiples contextos, incluso cuando los supuestos actuales pierdan validez. La planificación a largo plazo, por naturaleza, es especulativa debido a la ausencia de datos sobre el futuro; lo único certero es que el futuro será diferente de maneras inesperadas. Por ello, es esencial que los gobiernos y otras partes interesadas se preparen para una amplia gama de posibilidades. Este modelo propuesto por la OCDE está diseñado para que los gobiernos y las organizaciones se comprometan con una política pública orientada hacia el futuro. Basado en una investigación multisectorial, resulta útil para equipos de prospectiva y planificación estratégica, incluyendo aquellos con recursos más limitados. La herramienta permite a estos equipos realizar análisis más complejos para respaldar políticas públicas sólidas y fomentar la integración continua de la gobernanza anticipatoria en las operaciones modernas de gobierno.
El conjunto de herramientas fue probado con socios gubernamentales de países como Nueva Zelanda, Filipinas, Canadá, Indonesia y Lituania, comprobando su aplicabilidad en contextos políticos diversos. A través de este proceso, se demostró su capacidad para ayudar a los gobiernos a desarrollar estrategias más resilientes a largo plazo. Como ejemplo, se presentan algunas recomendaciones surgidas en el marco de los proyectos piloto sobre políticas de transición hacia un balance neto cero. Estas recomendaciones incluyen una descripción de posibles contextos futuros que podrían materializarse en respuesta a ciertas disrupciones y medidas que los gobiernos podrían tomar para prepararse o prevenir dichos escenarios. En un posible contexto, los países de renta alta logran el balance neto cero de manera nacional, pero lo hacen de forma que comprometen el desarrollo sostenible de los países de renta baja y media. Mientras las economías avanzadas prosperan mediante innovaciones ecológicas, las empresas en los países menos desarrollados enfrentan desafíos para cumplir con normas ambientales estrictas y pierden acceso a mercados clave. En este escenario, las naciones de renta baja y media sufren los mayores impactos de fenómenos climáticos extremos y aumentos del nivel del mar. Ante esta situación, se recomienda que los gobiernos integren un enfoque de sistemas globales en todas las políticas climáticas, evaluando cuidadosamente las consecuencias en países más vulnerables para evitar dejarlos atrás en la transición hacia un balance neto cero.
Otro escenario considera la ruptura de la cooperación multilateral debido a enfrentamientos geopolíticos, lo que genera economías separadas y una disminución del comercio global, incluyendo en el ámbito de tecnologías verdes. En este contexto, los gobiernos deberían buscar compromisos internacionales que preserven la cooperación en áreas críticas, como la transferencia de tecnología, y prepararse para posibles interrupciones en las cadenas de suministro globales, asegurando redundancia en recursos críticos. En un tercer escenario, las transiciones hacia un balance neto cero son objeto de campañas de desinformación por actores privados o Estados autoritarios. Este tipo de desinformación, facilitada por tecnologías como la inteligencia artificial, amenaza con paralizar democracias al dificultar la construcción de consensos. En este contexto, se propone integrar evaluaciones de riesgos de desinformación en las iniciativas climáticas, invirtiendo en planes de comunicación que fomenten el apoyo público a productos sostenibles y cambios de comportamiento.
Además, la inteligencia artificial podría jugar un papel crucial en la lucha contra el cambio climático, mejorando la capacidad para monitorear emisiones y desarrollar tecnologías verdes. Sin embargo, también podría generar riesgos como la automatización de empleos, sesgos en algoritmos y concentración de poder. Los gobiernos deberían diseñar estrategias que distribuyan equitativamente los beneficios de las inversiones públicas y eviten desigualdades perjudiciales. Por último, las democracias podrían enfrentarse a dilemas éticos entre salvaguardar los derechos humanos en Estados autoritarios y garantizar el éxito de la transición global hacia un balance neto cero. En este caso, podrían ser necesarias estrategias diplomáticas específicas para negociar con líderes autoritarios y preparar a las sociedades democráticas para las posibles tensiones económicas resultantes de estas dinámicas.
El informe resalta la importancia de la anticipación y la planificación estratégica a largo plazo como pilares fundamentales para el diseño de políticas públicas resilientes. En un contexto global marcado por la incertidumbre, la complejidad y la disrupción, los gobiernos y organizaciones deben adoptar enfoques de prospectiva que les permitan prepararse para una amplia gama de futuros posibles. El conjunto de herramientas propuesto por la OCDE ofrece un marco práctico para evaluar la solidez de las políticas actuales frente a posibles disrupciones, garantizando que estas sean inclusivas, sostenibles y adaptables. A través de su implementación, se fomenta una gobernanza anticipatoria que integra diferentes factores como el cambio climático, las innovaciones tecnológicas, las dinámicas económicas y los desafíos geopolíticos. El informe subraya que, aunque la planificación a largo plazo no puede predecir con exactitud el futuro, es una herramienta esencial para mitigar riesgos, aprovechar oportunidades y asegurar el bienestar de las sociedades en un entorno en constante evolución. Al comprometerse con esta metodología, los gobiernos y organizaciones pueden diseñar políticas más robustas y resilientes, capaces de prosperar incluso en escenarios de incertidumbre y transformación profunda.
Para leer más ingrese a:
https://www.oecd.org/en/publications/foresight-toolkit-for-resilient-public-policy_bcdd9304-en.html