Sustainable aviation fuels in Southeast Asia: A regional perspective on bio-based solutions

La aviación, un sector esencial para la conectividad global, enfrenta el reto apremiante de reducir sus emisiones de carbono en un mundo cada vez más comprometido con la sostenibilidad. En este contexto, los combustibles sostenibles de aviación (SAF) se presentan como una solución clave para descarbonizar esta industria. Estos combustibles, derivados de recursos bio-basados como aceites usados, residuos agrícolas y cultivos energéticos, ofrecen una alternativa viable al queroseno convencional al mismo tiempo que promueven la transición hacia un modelo más limpio y sustentable en la región del sudeste asiático.

El potencial de los SAF radica en el uso de materias primas locales y subutilizadas. En países como Indonesia y Malasia, la abundancia de residuos de la industria del aceite de palma, como las fibras de mesocarpio y el aceite de efluente de molino (POME), proporciona una base para desarrollar una cadena de valor sostenible. Sin embargo, la adopción de estos combustibles enfrenta barreras significativas. Una de las principales es la competencia por el uso de estas materias primas en otros sectores, como la generación de energía o la producción de biocombustibles para transporte terrestre. Además, las limitaciones logísticas, como los costos de recolección y transporte de biomasa, dificultan su movilización en grandes volúmenes, lo que pone en riesgo la viabilidad de los proyectos.

La región también cuenta con un recurso clave: tierras de bajo carbono que actualmente están infrautilizadas. Estas áreas, identificadas en países como Myanmar y Camboya, ofrecen una oportunidad para el cultivo de especies energéticas de alto rendimiento. Por ejemplo, cultivos como la microalga y la caña de azúcar destacan por su alto rendimiento de aceites y azúcares, respectivamente, necesarios para la producción de SAF mediante rutas tecnológicas aprobadas como HEFA, Fischer-Tropsch y ATJ. Sin embargo, la explotación de estas tierras requiere un enfoque cuidadoso que priorice la sostenibilidad, evitando la deforestación y los conflictos sociales relacionados con el acceso y uso del suelo.

Otro aspecto crucial para el desarrollo de los SAF en la región es la variabilidad en el estado de avance entre los países. Singapur, por ejemplo, lidera en infraestructura y capacidades tecnológicas, con plantas en operación capaces de producir grandes volúmenes de SAF a partir de aceites usados y grasas animales. En contraste, países como Laos y Camboya presentan un desarrollo incipiente, pero cuentan con recursos naturales significativos que podrían integrarse a un marco regional de cooperación. Esta disparidad subraya la importancia de una estrategia regional coordinada, que fomente el comercio transfronterizo de materia prima y la inversión extranjera para cerrar brechas tecnológicas y logísticas.

La dimensión económica de los SAF también es fundamental. La tecnología HEFA, basada en aceites y grasas, destaca por sus bajos costos de inversión comparados con otras tecnologías como Fischer-Tropsch, que requiere mayores recursos iniciales pero ofrece ventajas a largo plazo en términos de escalabilidad. Sin embargo, el costo de las materias primas sigue siendo un obstáculo, especialmente ante la volatilidad de precios en mercados internacionales. Por ello, es necesario que los gobiernos implementen mecanismos financieros que reduzcan los riesgos para los inversores y promuevan asociaciones público-privadas. Además, establecer incentivos claros, como subsidios o exenciones fiscales, podría acelerar el desarrollo de plantas de producción y fomentar la adopción de SAF por parte de las aerolíneas.

En el ámbito social, la producción de SAF tiene el potencial de generar beneficios significativos, especialmente en comunidades rurales. La activación de tierras de bajo carbono podría brindar nuevas fuentes de ingreso para agricultores y pequeños productores, al tiempo que fomenta la regeneración de tierras degradadas. Sin embargo, este proceso debe incluir la participación activa de las comunidades locales para garantizar que las decisiones sobre el uso de la tierra sean inclusivas y equitativas. Además, se requiere capacitación y asistencia técnica para que los agricultores puedan adaptarse a los nuevos cultivos y sistemas de producción.

El papel de la cooperación internacional también es destacado. Países como Japón y Australia ya han comenzado a invertir en la región, lo que demuestra el atractivo del sudeste asiático como centro de producción de SAF. Estas inversiones no solo aportan capital, sino también tecnología y conocimientos que pueden acelerar la transición energética en la región. Además, la implementación de marcos regulatorios comunes entre los países de la ASEAN podría facilitar el comercio y garantizar que los combustibles producidos cumplan con los estándares internacionales de sostenibilidad.

Finalmente, la asignación de recursos entre sectores es una decisión clave para la región. Actualmente, gran parte de los aceites vegetales y azúcares se destinan a la producción de biodiésel para el transporte terrestre, pero a medida que se implementen alternativas como la electrificación de vehículos, estos recursos podrían redirigirse hacia sectores como la aviación y el transporte marítimo, que tienen menos opciones de descarbonización. Esto requiere una planificación estratégica que equilibre las necesidades locales con los compromisos climáticos globales.

 

Para leer más ingrese a:

https://www.irena.org/Publications/2024/Dec/Sustainable-aviation-fuels-in-Southeast-Asia-A-regional-perspective-on-bio-based-solutions

https://www.irena.org/-/media/Files/IRENA/Agency/Publication/2024/Dec/IRENA_Sustainable_aviation_fuel_Southeast_asia_2024.pdf

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