El sector de la construcción al 2021 fue responsable del 37% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2), valor que supera el máximo histórico de emisiones mundiales registrado en 2019, en vinculación con la recuperación económica post pandemia COVID-19. En su último informe el IPCC resalta cómo las emisiones totales de efecto invernadero están agravando inequívocamente el calentamiento global y afectando a fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en todas las regiones del mundo, con mayores impactos observados en muchos lugares de África, Asia, América Latina y el Caribe (ALC). El cambio climático es un fenómeno de múltiples escalas por tanto la evaluación de sus impactos y de los riesgos climáticos exige un enfoque regional y cambios reales a escalas locales. ALC es altamente expuesta, vulnerable, y fuertemente afectada por el cambio climático, situación exasperada por la desigualdad, la pobreza, el crecimiento de la población y la alta densidad de población, el cambio de uso de la tierra. Se estima que en la región la aceleración del cambio climático está desencadenando el aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos que pueden provocar o agravar otros fenómenos

de gran impacto, como inundaciones, deslizamientos de tierra, incendios forestales y aludes. En este contexto, ante una relación causa efecto, el sector de la construcción y las edificaciones se ven afectados de forma directa por los impactos del cambio climático, al mismo tiempo de ser uno de los principales responsables de las emisiones que causan el cambio climático. A medida que se prevén cambios del clima o de los patrones de desastres naturales, tanto los estándares de diseño como la selección de materiales de construcción tendrán que cambiar para resistir nuevas condiciones climáticas y fortalecer su capacidad de adaptación, mientras se alinean a los esfuerzos para descarbonizar. La infraestructura escolar es un factor relevante para el aprendizaje de los estudiantes, al tener un impacto positivo en la asistencia de docentes y estudiantes a la escuela, y en que se mantengan saludables en ella. La evidencia sugiere que la calidad de la infraestructura escolar puede generar aumentos en las tasas de asistencia estudiantil de hasta 60% además de contribuir a mayores índices de graduación y mayor participación en actividades extracurriculares, con efectos más significativos en estudiantes vulnerables. Asimismo, la infraestructura escolar con buenas condiciones en términos de confort, flexibilidad, personalización y cuyo diseño favorece la utilización de prácticas pedagógicas efectivas tiene un efecto positivo en los resultados académicos de los estudiantes, con estudios asignando hasta un 16% de la variación en el aprendizaje de los estudiantes a diferencias en la infraestructura escolar.

Así, al mejorar la calidad de la educación, las inversiones en infraestructura educativa contribuyen a mejorar la productividad, capital humano y el desarrollo. No obstante, a pesar de la escaza información disponible, estudios sugieren que las brechas de acceso a condiciones mínimas de infraestructura escolar de la región son considerables. Por ejemplo, más del 40% de los estudiantes de 3er grado de la región asisten a escuelas con escaso acceso a agua y saneamiento y un tercio asisten a escuelas sin conexión a electricidad y teléfono y con aulas que no cuentan con el equipamiento adecuado para el aprendizaje (como una mesa y una silla para cada estudiante), necesidades que presentan brechas de más de 30 puntos porcentuales entre los estudiantes del cuantil más pobre y los estudiantes del sectoriales que fortalezcan los procesos constructivos de la infraestructura escolar e impulsen la mejora de la durabilidad y la resistencia cuantil más rico. A pesar de las brechas, ALC ha mejorado significativamente el acceso a la educación a todos los niveles educativos, pero aún requiere financiar estrategias que permitan mejorar la calidad de la educación, en base a acciones a largo plazo y con políticas. La mitigación efectiva de los gases de efecto invernadero (GEI) y la resiliencia frente al cambio climático puede avanzar en cada una de las etapas de diseño, construcción, ampliación, uso y eliminación de infraestructura escolar verde y resiliente. Las intervenciones incluyen acciones desde etapas tempranas de planificación como por ejemplo el uso de tecnologías y modelos de información, diseños bioclimáticos, selección de materiales bajos en carbono, procesos de construcción sostenible, o la integración de soluciones de energía renovable. Además, es posible proyectar actividades para la fase de operación como por ejemplo el uso y mantenimiento de equipos de alta eficiencia energética, uso y mantenimiento de aparatos sanitarios que optimizan el consumo de agua, la gestión y optimización del uso de energía o el reciclaje y reutilización de residuos sólidos. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) apoya a los países de ALC a promover la enseñanza efectiva y el aprendizaje de todos los niños y jóvenes de la región. En este sentido, gracias a un esfuerzo colaborativo entre el Grupo de Infraestructura Social (GIS) y la División de Educación (EDU), la presente guía presenta la actuación simultánea de estrategias de mitigación dirigidas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), impulsando la concepción de proyectos de infraestructura escolar baja o neutra en carbono; y estrategias de adaptación dirigidas a fortalecer la resiliencia de la infraestructura frente a los impactos de cambio climático, para fomentar el diseño de escuelas verdes y resilientes y reducir brechas de infraestructura escolar.

El informe es un documento que aborda la importancia de desarrollar infraestructuras educativas que sean sostenibles, ecoamigables y resistentes, con un enfoque particular en la reducción de emisiones de carbono. Este informe propone directrices específicas para el diseño y la construcción de escuelas que no solo sean ambientalmente responsables, sino que también promuevan la resiliencia frente a desastres naturales y otros desafíos. El documento resalta la necesidad urgente de adoptar estrategias para minimizar la huella de carbono de las instituciones educativas, considerando aspectos como la eficiencia energética, el uso de materiales sostenibles, la gestión adecuada de residuos y la implementación de tecnologías verdes. Asimismo, subraya la importancia de integrar sistemas de energía renovable, como la solar o eólica, para reducir la dependencia de fuentes de energía no sostenibles. Además, el informe hace hincapié en la resiliencia de las estructuras escolares ante eventos extremos, como terremotos, inundaciones o huracanes. Propone pautas para el diseño y la ubicación de edificaciones que minimicen los riesgos y mitiguen los impactos de desastres naturales, asegurando la seguridad de los estudiantes, el personal y las instalaciones en situaciones de emergencia. En resumen, el informe proporciona un marco integral para el diseño y la construcción de infraestructuras escolares que sean sostenibles desde el punto de vista ambiental, reduzcan las emisiones de carbono y fomenten la resiliencia frente a desastres, brindando así entornos seguros y saludables para la comunidad educativa.

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https://publications.iadb.org/es/escuelas-verdes-lineamientos-para-el-diseno-de-infraestructura-escolar-sostenible-baja-en-carbono-y

https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/Escuelas-verdes-lineamientos-para-el-diseno-de-infraestructura-escolar-sostenible-baja-en-carbono-y-resiliente.pdf